VALÈNCIA. Raquel Tamarit llegó a la secretaría autonómica de Cultura y Deporte en 2019 como una desconocida para los sectores culturales. Tres años después, y con un ‘máster’ de gestión cultural a sus espaldas –con pandemia incluida-, es su máxima responsable. Tamarit se ha hecho con el timón de la Conselleria cuando apenas queda un año de legislatura, un curso en el que tiene muchos retos por delante pero, también, una guía: el plan estratégico ‘Cultura per a la recuperació’. Presentado el pasado mes de septiembre, el informe fija algunas acciones ahora en desarrollo, como la oficina de internacionalización, ya licitada, o un programa de formación para profesionales del sector, un proyecto que se pondrá en marcha en julio con cinco cursos centrados en las narrativas transmedia, la difusión cultural en redes sociales y como enfocar visitas virtuales de arte y patrimonio. El proyecto, que va de la mano de las distintas universidades públicas, sumará cerca de un centenar de acciones, algunas a propuesta del propio sector como los cursos de doblaje o unas jornadas formativas dirigidas al Circuit Cultural, que se celebrará una a finales de septiembre y otra en el marco de la Mostra de Teatre d’Alcoi.
Este texto guía el camino a seguir en los próximos doce meses, aunque no será lo único que marque una gestión que tiene que hacer frente a nuevos y viejos problemas. Algunos históricos como la falta de personal en la práctica totalidad de organismos culturales, de museos a festivales pasando por archivos o teatros, un mal del que Tamarit es consciente y que tiene difícil solución. Otra de las cuentas pendientes clásicas parece que empieza a ver la luz, la del Museu de Belles Arts de València y su destino final, con una nueva ley anunciada por la directora general, Carmen Amoraga, que cambiará su futuro. La actualidad pasa, eso sí, por un asunto más peliagudo, la condena –contra la que cabe recurso- al gerente del Consorci de Museus, José Luis Pérez Pont, por el grafiti en el claustro del Centre del Carme.
-Hace unos días se publicó la condena a Pérez Pont por un delito leve contra el patrimonio por el grafiti en el Centre del Carme. El Partido Popular ha pedido su dimisión, ¿debería hacerlo?
-Desde esta Conselleria hemos manifestado muchas veces nuestro apoyo a Pérez Pont. Es incuestionable todo el trabajo que ha hecho en el Centre del Carme, está irreconocible, y en los museos en general a través del Consorci. Hay una condena que se puede recurrir, algo que va a hacer. Cuando esto pase y haya un pronunciamiento ya nos pronunciaremos en un sentido u otro, pero de momento creo que es una persona que ha hecho mucho por la cultura en nuestra tierra. Es cierto que hay una condena, ahora se recurrirá y espero que se resuelva. Aún así esto no debe ensombrecer lo otro.
-Aunque todavía cabe recurso, lo cierto es que la condena es una excepción entre los gestores culturales públicos, ¿dónde marca la Conselleria de Cultura la línea roja?
-En los casos de dimisión o cese creo que ha de quedar muy claro si es un error, que cometemos todos. El único que no comete errores es el que está quieto. Una cosa es un error y otra cuestiones relacionadas con asuntos oscuros y en este caso no hay ninguna cuestión relacionada en un asunto de este tipo. Había unas paredes que han sido pintadas un millón de veces y él, es verdad, autorizó que se hiciera el mural de Pichiavo, pero no dejemos de reconocer que llovía sobre mojado.
-El plan estratégico es la guía para este último curso de legislatura. Pendiente está la puesta en marcha de la oficina de internacionalización, la reactivación de la Mecuv… ¿cuándo vamos a ver los resultados?
-Ha ido más rápido de lo que pensaba. La oficina de internacionalización ya fue adjudicada. Hay otro [proyecto] del que estoy particularmente orgullosa que es la formación a agentes culturales, una de las acciones que nos pedían los distintos sectores. No es una formación a gente que quiera dedicarse al sector cultural, sino a gente que ya se dedica. Se han hecho varias reuniones en las que han realizado propuestas, de la mano también de las cinco universidades públicas valencianas, y ya hay diseñadas 95 acciones. Comenzaremos en julio con cinco de ellas y, a partir de septiembre, vendrá el grueso. Creo que las universidades han hecho un esfuerzo por escuchar qué es lo que [los profesionales] piden y ofrecer una formación a su medida. Estoy muy contenta con esta acción y creo que el sector también.
-El plan estratégico lo firma Ramón Marrades y la empresa Vigla, creada en 2021, un texto que guiará la política cultural de estos tres años. No es el único plan estratégico que existe, pero a la vez no es tan habitual que se externalice el diseño de políticas, ¿por qué sí en Cultura?
-Esto [el plan] se lo encargamos a ellos pero fue un trabajo muy conjunto. Ellos se encargaron de la redacción final, porque al final las manos que tenemos son las que son y si te tienes que dedicar al día a día tienes muy poco tiempo para pensar. Ellos hicieron ese análisis previo, que creo que es bueno que lo haga alguien de fuera, pero en el diseño de las acciones sí que trabajamos mano a mano. No puede ser de otra manera, al final ellos hacen una propuesta pero yo la tengo que hacer mía. Cuanto hablamos con ellos dejé muy claras una serie de premisas que preocupaban a Cultura de la Generalitat, como el tema de la inclusión. No es lo mismo hacer un plan en un momento normal que hacerlo en el momento en el que lo hicimos. Las acciones van muy enfocadas a la recuperación, no solo de los sectores culturales, sino también de las personas, del público. Esa visión y cómo llegar a la gente a la que tradicionalmente no llega la cultura es lo que guía el plan.
-En una reciente entrevista con este diario, la directora general de Cultura y Patrimonio Carmen Amoraga anunció la creación de la Ley del Museu de Belles Arts para conseguir la ansiada “independencia” del Museo, ¿qué me puede contar del proyecto y en qué punto está?
-Amoraga ha trabajado mucho con el Ministerio de Cultura porque, como sabemos, la principal dificultad del Museu de Belles Arts es que es de titularidad estatal pero gestión autonómica. Encontrar una solución que encaje es complicado. La directora general se reunió hace poco con el Ministerio para ver cómo podemos avanzar hacia esa autonomía del museo. Yo, sinceramente, no sé decir si es una ley o qué, pero sí lo que pretendemos: que sea un museo autónomo, como otros. Carmen Amoraga mencionó el IVAM [como ejemplo], el modelo de gestión puede ser este o el del IVC (Institut Valencià de Cultura). Esto permitiría que se pueda consolidar el modelo y avanzar.
Yo tengo pendiente reunirme con el ministro, Miquel Iceta, porque queremos impulsar una cumbre estatal sobre los derechos de los trabajadores de la cultura. Hemos enviado las dos cartas [de invitación], tanto al ministro Iceta como a la vicepresidenta Yolanda Díaz y la verdad es que estoy muy contenta porque la respuesta ha sido positiva. Ese es uno de los temas que querría hablar con él, así como la financiación de nuestros buques insignia. Si dijera que no estoy contenta con lo que se ha avanzado, mentiría, porque hemos pasado de unos presupuestos absolutamente ridículos a algo que ha mostrado la voluntad del ministerio de aumentar su aportación, pero encuentro que todavía queda un poco más. Yo soy la consellera de Cultura y mi labor es reivindicarlo. No por una cuestión caprichosa, sino porque estamos convencidos de que tenemos dos instituciones insignia, no solo a nivel valenciano sino también europeo.
-Uno de los grandes dolores de cabeza en Cultura es la cuestión de personal, con casos sangrantes como el del Museo de Bellas Artes o el archivo de la Filmoteca, que recientemente tuvo que suspender el préstamo. Hay un mensaje común: hay presupuesto, pero falta personal. Como consellera, ¿qué se puede hacer?
-Efectivamente es uno de los principales caballos de batalla en Cultura. De momento, todo lo que está en la mano estrictamente de Cultura se ha hecho. De hecho estos días se publicaban las distintas OPE (Ofertas Públicas de Empleo), que nos permitirán consolidar a muchos trabajadores. Esta era una de las cosas que más me quitaba el sueño, sobre todo en el caso del Cor de la Generalitat, un caso muy particular y que desde aquí considerábamos que no podía tener el mismo trato que cualquier otro cuerpo.
-En este caso hablamos de consolidación de plazas, no de ampliación.
-Es que la ampliación no depende solo de nosotros. En general la Generalitat lo pasa mal en este sentido. En Cultura de la Generalitat lo que haremos es un programa temporal, porque no tenemos gente. ¿Esto es la solución? No, pero de momento las coberturas que nos autorizan son las que son y me consta que tanto desde el Consorci o del IVC, los casos más sangrantes, se han hecho todos los esfuerzos y se ha pedido todo lo que tocaba. De hecho, en presupuestos, yo propuse aumentar el Capítulo 1, pero esto solo se permite en caso de educación, sanidad o acción social. Es un problema que me preocupa mucho, pero no lo podemos resolver solo desde Cultura. Hemos de ir en compañía de Hacienda y, en algunos casos, de Función Pública. Es un tema muy complicado y de verdad que la gente que trabaja en Cultura de la Generalitat está dándolo todo y más, y soy muy consciente. Hay incremento presupuestario pero manos no hay las que hace falta. Es muy complicado de resolver.
El goteo de ceses y renuncias dejan un escenario inédito en la Generalitat, que todavía tiene por cubrir dos direcciones adjuntas del IVC, la dirección artística del IVAM y del Centre del Carme o el director musical de Les Arts, entre otras plazas vacantes