crítica de cine

'Sauvage': la prostitución gay también se vive desde el patriarcado

15/05/2019 - 

CASTELLÓ. Sabemos que el protagonista se llama Leo porque así lo dicen los créditos, pero durante todo el film te preguntarás cuál es su nombre y quien es él. Hay poco que contar sobre su vida ciertamente porque no tiene. Leo vende su cuerpo cada día, o cada noche, ya que a veces ni se acuerda de dormir. Únicamente se concentra en deambular sobre el famoso bosque parisino de Bolonia, en el que deja al azar su existencia. Tanto que será cada vez la persona que quieran sus clientes. No lo esconde ni con el espectador ni con ellos mismos. Así queda patente cuando un prostituyente pregunta por su nombre, a lo que Leo responde: "Llámame como tu quieras". 

Este es uno de los tantos ejemplos de despersonificación a los que Camille Vidal-Naquet somete a Félix Maritaud (Leo) en Sauvage (2018), film francés nominado a Mejor ópera prima en los Premios César y que ayer se proyectó en el festival Queerzzine de Castelló, justo un mes antes de su estreno a nivel nacional. Es drama y es realidad, porque lo que asoman su más de 90 minutos de relato no es más que la asfixiante vida que les ha tocado vivir a un grupo de personas. Cierto es que, como bien refleja Camille Naquet, muchos quieren ser así de "salvajes" toda su vida. Sin apenas comer, pasando su existencia entre las aceras de una carretera y olvidando qué se puede hacer más allá del sexo. Ya lo dice Ahd (Enric Bernard), otro de los protagonistas, "lo mejor que te puede pasar es acabar con un viejo y que te quieran".  No hay más allá, no hay escapatoria y, por lo tanto, no plantean otra alternativa.

De todos modos, sí hay pequeños momentos en lo que parece que Leo -quien se pone de crack, cocaína, cristal o hachís hasta el cuello- quiera cambiar. Está enamorado de Ahd y esa podría ser su escapatoria. No obstante, las diferencias entre ambos los alejan. Dentro de la propia prostitución cada uno tiene su visión. Ahd no entiende que Leo esté dispuesto a besar a los clientes. "Parece que te guste ser puto. No lo vas a querer dejar nunca", le escarmienta. Sin embargo, Leo no materializa este acto. En la primera escena del film vemos como le dice a un "médico" que le pide un beso que para él este gesto debe ser natural y espontáneo, no un acto forzoso. Su problema o perdición es precisamente esa búsqueda de afecto permanente. Cuando esta com Ahd o incluso con algunos de sus clientes quiere dormir abrazado a sus hombros, encontrar esa compañía que no tiene en la calle. Así se ve reflejado, por ejemplo, cuando se cita con un señor tan mayor y viejo que su momento sexual acaba frustado; a lo que el protagonista opta por simplemente arropar a este hombre que vive en el recuerdo de su ex mujer fallecida. 

Aun así, no todas las escenas son tan amables. También hay muchos momentos que mecanizan totalmente este trabajo y otros que directamente estremecen. El film representa a la perfección como la prostitución no se entiende sin la sumisión del cuerpo. "Agáchate", "curva más la espalda", "ponte a cuatro patas", son algunas de las frases que más resuenan durante sus tramas. Además, a pesar de referirse a ella como prostitución gay, no todos los hombres que lo practican son homosexuales, hay muchos personajes abiertamente heteros o bisexuales que, sin embargo, no venden su cuerpo ante una mujer. No es este el mercado, al menos en el film. De ahí que la prostitución también se viva desde el patriarcado, es decir, desde la superioridad del varón que impone en todo momento sus pautas. 

Lo que también es evidente es que Félix Maritaud no tiene ningún complejo en interpretar este papel, que vive la prostitución desde su propia esclavitud pero también desde la libertad. Son muchos los desnudos que el actor protagoniza y que sirven, de algún modo, para ver la evolución de su cuerpo. Entre otros, Leo tiene los tobillos hinchados por su desorden alimenticio y sufre también de asma. Pero nada de esto importa. Lo único que quiere él es su falsa independencia. No quiere tener posesiones, ni le importa lo que esto conlleva. Razón por la que se topará con su propio límite en varias ocasiones. 

También ese es el objetivo de Camille Vidal-Naquet, quien durante su estreno en Francia afirmó no querer hacer un análisis sociológico, sino acercar al espectador una experiencia casi sensorial que cuida al detalle gracias a una escenografía sencilla y marcada por la vida del protagonista. De hecho, la cámara de mano de Jacques Giralt (fotografía) sabe cómo retratar a un guapo, pero poco higiénico, joven que vive tirado en los callejones de Estrasburgo. Aquí otro de los grandes temas tratados indirectamente en la película; cómo viven las personas sin techo. Serán varios los planos en los que aparezca de fondo Leo tirado en el suelo, superpuestos de otros en los que vemos a la gente caminando sin ton ni son. Hecho que de nuevo no es ficción. El protagonista viendo pasar aviones tirado en un campo de césped con sus "compañeros", refleja cómo la vida pasa con sentido para unos, pero no tanto para otros. 


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