CASTELLÓ. La política siempre genera imágenes curiosas, y el domingo electoral del 28 de abril de 2019 ha dejado un buen puñado de ellas. En el día en que la provincia acudió en masa a los colegios electorales (la participación en Castellón rondaba a las 4 de la madrugada el 77%, casi seis puntos más que cuatro años antes), las sedes de los partidos, los mayores beneficiarios del veredicto de las urnas, lucieron un aspecto pobre, en la mayoría de los casos desangelado.
La muestra más visible fue el escenario elegido por el PP para hacer balance de una jornada aciaga. El vestíbulo del Hotel Intur fue, durante buena parte de la noche, el mejor símbolo del descalabro de los populares, que tenían a sus dirigentes en la sede del Camí la Plana mientras unos pocos militantes trataban de salvar la cara (algunas de ellas llorosas) en el céntrico hotel castellonense.
El reverso se debía haber escenificado en la calle Carcagente, 31. Pero la sede local del PSPV-PSOE tampoco vivió una celebración a la altura de unos resultados históricos, con los que los socialistas han vuelto a ganar unas elecciones en la provincia tres décadas después... y por partida doble. Tan solo algunas bromas del independiente Carlos Laguna y el secretario general local Paco Gil, que bromearon ambos con las muletas que les acompañan a todas partes (a Gil de forma momentánea) e incluso se arrancaron con alguna canción, rompieron la tónica de una noche en que tan solo los discursos, abrazos, selfies y aplausos evidenciaron el triunfo socialista. Pero entre los presentes, que tampoco eran muchos, había ausencias destacadas, como muchos de los inquilinos del palacio consistorial.
En el local de Ciudadanos tampoco corrió la alegría a raudales. Puede que en la formación naranja esperaran mejores resultados que repetir con Sandra Julià al Congreso y sumar un diputado (para alcanzar los cuatro) a Les Corts Valencianes, pero lo cierto es que, enfrascado en luchas internas, tampoco había muchos integrantes del partido en la sede. De hecho, sí estaban los componentes de la lista municipal por Castelló, pero no aquellos que desde Madrid y València trataron de imponer para que apareciesen en las papeletas locales.
Mientras, la habitualmente bulliciosa sede de Compromís mostraba un aspecto decaído que los resultados de las autonómicas mejoraron en buena parte. La coalición nacionalista volverá a formar parte del Consell, pero en la noche del domingo a los militantes que allí estaban todo les parecía borroso, poco claro.
Como el PP, Vox fue el único partido que escogió un hotel para seguir los resultados de la noche electoral, pero en una formación con escasos militantes, y sin simpatizantes que se acercasen a celebrar su primera entrada en las instituciones, la imagen no era la deseada. Con órdenes de Madrid para que los candidatos no se mostrasen a la espera de la comparecencia de Santiago Abascal y de conocer al menos el 50% del recuento de las autonómicas, el salón del Jaime I parecía una sala de fiestas sin música.
En la modesta sede de Podemos de la Ronda Mijares la alegría tampoco levantó a nadie de las sillas, a la espera del análisis de los pactos para conocer si finalmente la formación entra en el Gobierno y el Consell, algo, esto último, que se da, ahora sí, prácticamente por seguro.
Todo a las horas en que presidentes de mesa y trabajadores de Correos realizaban los últimos trámites para certificar los resultados de unas elecciones que durante todo el día llevaron a más de 314.000 castellonenses hasta las urnas instaladas en los colegios electorales y que, cuando caía la tarde, vaciaron plazas, calles y avenidas de Castelló como si de una final del Campeonato del Mundo de fútbol se tratase.