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en el fib todavía se recuerda su visita hace 15 años

Shane MacGowan y la pornografía de la decadencia

Tras su estreno mundial en el Festival de San Sebastián del año pasado, el documental sobre la vida del músico y poeta irlandés llega a España a través de Movistar +. Recordamos su visita al FIB hace 15 años. Quizás la última que hizo a nuestro país

16/09/2021 - 

VALÈNCIA. Festival Internacional de Benicàssim, 2006. Un rumor empieza a abrirse camino en las oficinas de producción. “¿Lo has oído? Que viene ahora Shane MacGowan” “Pero si no está en el cartel”. “Se ve que va a cantar una canción en plan sorpresa con los Babyshambles. Ya verás como la lía”. Efectivamente, el legendario primer cantante de la banda irlandesa The Pogues apareció poco después en el backstage, y con cara de pocos amigos. Se negaba a subirse a la furgoneta que debía trasladarle a pie de escenario porque se le había acabado su botella de alcohol y nadie se la estaba reemplazando de inmediato por otra nueva. Se le explicó que era un tramo de no más de cinco minutos, y que una vez llegara al escenario le esperaba un camerino con las provisiones que necesitaba. Que no, que sí; que no, que sí. Fue un momento de tensión dialéctica breve y no exento de comicidad. Nada del otro mundo, pero lo suficientemente llamativo como para congregar alrededor de la escena a un grupo de trabajadores del festival. Pegados como moscas ante la contemplación de la devastación física y psicológica de un artista, un poeta, considerado por compañeros como Nick Cave como “el mejor escritor lírico de su generación”.

Pocas personas pueden admitir con sinceridad que no han sucumbido alguna vez a las oscuras mieles de la pornografía de la decadencia. Bien lo sabe Shane MacGowan (Pembury, Kent, 1957), que lleva toda su vida asumiendo -resignado, divertido, quién sabe- que el 99 por ciento de las entrevistas que concede contienen alguna pregunta acerca de su “heroicidad por estar vivo” o incluso algún chascarrillo supuestamente gracioso sobre su modo de vida autodestructivo.

“Sí, MacGowan vino al FIB en 2006 de la mano de Pete Doherty, que le invitó por su cuenta. Para ellos, Shane siempre ha sido un ídolo”, nos confirma Joan Vich, quien por cierto está reuniendo anécdotas de su experiencia de 25 años como programador del FIB en un prometedor libro que se publicará el año que viene. “Se ve que se apuntó en el último momento, y allí le tenían Babyshambles en el camerino, dándole bebida y lo que quisiera -continúa-. Lo que sí hicimos nosotros desde la organización fue programarles por la tarde. Sabíamos que un par de meses antes habían tocado por la noche en el Primavera Sound y la habían liado muchísimo. Y eso que venían de un altercado en el avión porque les descubrieron una jeringuilla. En el FIB también salieron a tocar muy borrachos todos, pero dieron un concierto razonablemente bueno”.

Cuando llegó su momento, Shane subió al escenario tambaleándose y cantó uno de los temas más celebrados de su carrera, “Dirty Old Town”. El público -mayoritariamente británico- rompió en una gran ovación. “Otra cosa graciosa que pasó es que Doherty vino a pedirnos dinero para Shane por haber tocado esa canción. Le tuvimos que recordar que las cosas no funcionan exactamente así…”, recuerda Vich.

Un artista relativamente conocido en España

“No te puedo confirmar si en su primera época The Pogues vinieron a tocar a València, pero no me suena. Yo desde luego si vinieron no fui a verles -apunta el periodista Rafa Cervera-. Nunca he sido un gran seguidor de la banda, porque el componente irlandés siempre me ha tirado mucho para atrás. Sí que te puedo decir que los discos más conocidos del grupo llegaron a España puntualmente [mediados de los ochenta]. Los sacó Dro cuando todavía era un sello independiente y muy valiente. Sacaba discos de grupos extranjeros muy raros para el momento. En cualquier caso, creo que más allá de que los pusieran en Radio 3 y en Rockdelux, yo creo que no tuvieron mucha más repercusión aquí”.

Aunque MacGowan en España es un artista relativamente conocido, en el mundo anglosajón es considerado un auténtico genio. Su talento como letrista ha dado lugar a emotivas canciones sobre las vicisitudes de los paddies en Londres o sobre los traumas que arrastran históricamente los irlandeses -como la Gran Hambruna que segó la vida de un millón de personas y forzó la emigración de otro millón a mediados del siglo XIX-, que forman parte del imaginario colectivo no solo de Irlanda e Inglaterra, sino también de Estados Unidos.

Nick Cave -que compartió con él en 1992 el conocido dueto de “What a Wonderful World”- lo describía así en una entrevista a The Guardian en 2018: “Shane tiene una forma muy natural, sin adornos y cristalina de utilizar el lenguaje. Hay un tipo de compasión en sus palabras que es tierna y a menudo brutal. Pero siempre es completamente auténtica". Otro de sus grandes amigos, Bobby Gillespie, batería de Jesus and Mary Chain y cantante de Primal Scream, describe el talento de MacGowan así: "Tiene un ojo brutal para los detalles y puede contar una historia de una manera concisa, pero casi cinematográfica, usando imágenes asombrosas que te golpean en el corazón con su ternura y emoción".

“La belleza de Shane reside en que ha permanecido como una persona totalmente genuina, no quiere ser nadie más que quien ya es, y eso para mí es el número uno de la lista de lo que debería ser un auténtico artista. El alcohol y las drogas son como su automedicación”, comentaba el Johnny Deep hace justo un año durante la presentación en el Festival de San Sebastián del documental Crack of Gold. Bebiendo con Shane MacGowan. El actor norteamericano es uno de los productores de esta cinta, que ha sido dirigida por Julien Temple, cronista oficioso del punk británico de la primera ola.

El documental, que la semana pasada estrenó Movistar + en España, combina material de archivo, animaciones del ilustrador británico Ralph Steadman y una serie de conversaciones actuales entre Shane MacGowan y algunos amigos y familiares. La predisposición a hablar del protagonista es bastante variable, a pesar de que la idea de realizar el documental fue suya. Al pobre Bobby Gillespie, por ejemplo, le trata como un trapillo; apenas le deja a la boca. Por el contrario, al ex presidente del Sinn Féin, Gerry Adams, le escucha con respeto y atención. El músico irlandés reconoce en la película que siempre le ha perseguido cierto sentimiento de culpa por no haberse alistado en el IRA. En cualquier caso, sus simpatías por la lucha por la independencia de Irlanda -cuyo origen encontramos en su infancia, cuando su familia daba cobijo a combatientes clandestinos- se han materializado en muchas canciones y actos públicos.

Shane MacGowan vivió hasta los seis años en el condado irlandés de Tipperary. La suya fue una infancia rural y bastante asalvajada, en la que interiorizó muy pronto la cultura de taberna, la música tradicional irlandesa y la devoción católica. Empezó a fumar y a beber a los cinco años, alentado por una tía que le enseñaba los evangelios al mismo tiempo. Shane nunca se sobrepuso al trauma de dejar la libertad del campo irlandés y trasladarse con su familia a Londres. Pasaron de ser pobres, pero sintiéndose dueños de sus propias vidas, habitando su identidad, a ser pobres pero de clase obrera urbana, en un país que los trataba como a ciudadanos de segunda clase. La melancolía y el descontento dieron paso a los primeros escarceos con las drogas, pero también fueron el caldo de cultivo de sus primeras canciones, el descubrimiento del punk y la fundación de The Nippples Erectors (The Nips) primero, y The Pogues después, en 1982. La fusión de la música irlandesa tradicional -con acordeón, banjo y tin whistle- con el ímpetu y la velocidad del punk, sumado al talento natural como letrista de MacGowan convirtieron al grupo en un fenómeno mundial. Esto pasó factura al cantante, que jamás bajaba la marcha, y tras varios ingresos en psiquiátricos y muchas broncas con el resto de componentes, en 1991 fue despedido de su propia banda (que fichó en su lugar a Joe Strummer, de The Clash). MacGowan volvió a grabar y a girar años después con una nueva formación, The Popes. Pero siguió sin bajar la marcha. Crack of Gold cuenta toda esta historia con la llamativa ausencia de los miembros originales de The Pogues, que al parecer declinaron la invitación. En contraprestación, tenemos testimonios personales muy interesantes del padre del cantante y su hermana.

Esta no es la primera vez que la figura del artista irlandés se somete a una revisión biográfica. Le precede The Great Hunger, documental producido por la BBC en 1997, y If I Should Fall from Grace: The Shane MacGowan Story (2001), además de varios libros. Quizás deberíamos incluir en esta lista el surrealista reportaje de una hora de duración que se dedicó en 2015 a la reconstrucción completa de los dientes de MacGowan. Un procedimiento –“el Everest de la odontología” lo llamaron- que mereció titulares en medios de comunicación de todo el planeta. Lo curioso de esta inclasificable pieza periodística -A Wreck Reborn- es que tanto Shane como su pareja Victoria Mary Clarke participaron activamente en ella. Era la confirmación de que la boca mellada de Shane es un icono pop del siglo XX. Todo ello nos conduce de vuelta a la pornografía de la decadencia. ¿Es fruto de una ida de olla, y ya está? ¿El reportaje fue un mal necesario para financiarse la dentadura? ¿O fue acaso una inteligente manera de apropiarse de las bromas colectivas acumuladas sobre su persona para devolverlas como un gran Fuck Off? Es uno de los misterios que encierra la ya mítica risa de sátiro de MacGowan.

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