El Papa Francisco, querido por unos y odiado por otros, ha fracasado en su intento de frenar la decadencia del catolicismo en el mundo. Los templos se vacían. Los creyentes menguan y envejecen. Escasean las vocaciones. Y los obispos, que deberían ser ejemplo de integridad y coraje, compadrean con el poder político
Aunque lograr la Paz es muchas veces un objetivo difícil de alcanzar en ciertas regiones de la Tierra, no por ello hay que dejar de intentarlo