CASTELLÓ. Uno de los grupos que han sembrado de heavy metal la ciudad de Castelló desde finales de los 80, y que más han contribuido al rock duro de la ciudad ha sido Templario. El buque insignia de heavy de Castelló como lo suelen llamar cronistas y aficionados siempre ha sido fiel a un sonido duro y afilado. Aunque ahora están en un impasse hemos querido hablar con su guitarrista, Alberto Sales para conocer una de las historias más sorprendentes del heavy nacional.
Los de Castelló nacieron en 1988, aunque no fue hasta 1994 cuando publicaron el que sería su primer elepé, Sequías. Aquellos jóvenes músicos ya tenían claro cuál era el sonido que deseaban practicar. “Nosotros fuimos consumidores de la primera hornada de los 80, de Barón Rojo, Obús, toda esta gente”, señala, Sales. El heavy metal era la vida de la banda.
“Nosotros al contrario de esto de 'somos cuatro colegas y venimos aquí a pasarlo bien' -eso nunca pasó-, teníamos claro ya desde muy jóvenes que esto va a ser nuestro estilo de vida, y lo de tener grupo era consecuencia de ser coherentes. No fue una cosa de recreo, fue una cosa coherente con el estilo de vida, por eso nació”, rememora.
Antes de Sequías había que foguearse, aprender a tocar los instrumentos, ser conscientes de cómo hacer lo que querían del modo más profesional posible. “Yo cuando aprendí a tocar la guitarra era autodidacta, no, lo siguiente (risas). No había información de nada, acceder a documentación era prácticamente imposible, escuelas de rock y metal ni de coña. Y cada uno se las apañaba como podía, todo muy rudimentario”, comenta.
Templario es un nombre magnífico para un grupo de heavy metal nacido en los 80/90. Destila fuerza y mística. Ambas partes importantísimas en el rock. “No sé si es por el tiempo que ha transcurrido, no sabría decirte exactamente la génesis del nombre, de hecho la primera formación no nos llamábamos Templario. El primer concierto que dimos no nos llamábamos Templario. Algo tendría ligado con el rollo romántico de los templarios o que leería yo en ese momento. La etiqueta de metal épico nos ha perseguido bastante y nunca hemos hecho eso”, dice.
Antes de ser Templario, tuvieron otro nombre, algo bastante común, pero sin duda el cambio, fuera por lo que fuera, iba en la dirección correcta. Un nombre mucho más potente, duro y recordable que Gehezna. “El primer concierto que hicimos, que fue en el recinto de la Pérgola por el 88. Eran grupos de Castelló. Entonces salimos con el nombre de Gehezna”. Aunque antes de la aparición de Templario en la ciudad ya existían grupos de rock, está claro que Templario son uno de los más recordados. “Las dos bandas que había en Castelló clásicas eran Volumen y Driada, bandas que nos llevan diez años a nosotros. Esos sí que vivieron la ola de los 80. Sable y Zarpa de València son de esa generación”.
Como ya ha mencionado Sales, era otra época y no existían escuelas de rock. Había que buscarse la vida para aprender, tener ingenio y probar muchas veces. Es por ello que aunque la banda dio sus primeros pasos en 1988, no fue hasta 1996 que publicaron su primer redondo, aunque como veremos el elepé se demoró en su lanzamiento. “Primero tienes que aprender a hacer las cosas, partíamos de cero, de cero es cero”, señala.
Todo era muy rudimentario y el aprendizaje muy lento. Básicamente por la falta de información y de formación. “Yo cuando me compré mi primera guitarra eléctrica estuve a punto de morir porque la iba a enchufar directamente a la pared, tal era mi desconocimiento sobre el instrumento. Y aprender a hacer canciones, ensayo error, es muy artesanal pero lleva muchísimo tiempo. Cosa que ahora la gente no lo vive, y es lo mejor no vivirlo porque se te escapa la vida haciendo ensayos errores”
Antes de la salida de su álbum, el grupo tuvo una de esas oportunidades, apenas entrados en la adolescencia, que dejan huella. Eran otros tiempos y poder tocar en Madrid dentro de un concurso de bandas de rock, podía ser un buen trampolín. “El primer concierto que tuvimos de nivel, no había salido ese disco (Sequías), fue un concurso que hizo un programa de radio de Madrid, que llevaba Mariano García, creo que se llamaba Disco Cross. Era un concurso que se hacía de bandas heavies, y grabamos una demo y la mandamos y nos llamaron para tocar, y resulta que tocamos en la sala Canciller. Yo tendría dieciséis años cuando toqué allí. Y ese día tocábamos dos grupos, uno de fuera y uno de Madrid, y el grupo que tocaba y aún toca, era Easy Rider”
Me surge la duda de cómo se llamaba aquella canción que les sirvió de billete para el concurso. “Era una canción que se llamaba Amargado, que la grabamos en un estudio pequeñito que estaba en la calle Alloza, de aquello pasaron unos cuantos años hasta sacar el disco. De ahí sacamos más demos, yo empecé en el mundo de la grabación, las demos las hacíamos nosotros”, recuerda.
Y llegamos a 1996, a finales de ese año Templario editan su primer trabajo. Aunque el álbum llevaba grabado desde hacía unos cuantos. “El disco está editado en el 96 pero está grabado en el 94, porque cambiamos de batería, medio disco está con un batería y el otro medio con otro. Entre que cambiamos y se pone otro, se replanteó grabar todo otra vez”
Templario fue una de las bandas que estuvo en la Segunda Ola del Heavy Metal español de principios del 2000, en la misma que surfearon Mägo de Oz o Saratoga, bandas que siguen teniendo una enorme popularidad. Templario publicó con el sello Zero Records dos álbumes, Sueños Perdidos (2001) y La Risa de las Bestias (2003).
“El sello Zero su finalidad no era sacar más bandas, el sello se generó para mover a la banda Hamlet, todos los demás íbamos por si sonaba la flauta, y si no es una manera de generar royalties; nosotros nunca vimos un royalty, ni con Zero ni con ninguna otra compañía que hemos estado. Por H o por B nunca nos llegó el dinero en ninguna compañía”, comenta.
A pesar de esa situación, Templario giró bastante. “Las giras de Templario han sido entre catastróficas y lamentables”, apunta. “Nosotros dejamos de girar cuando económicamente ya no podíamos, perdíamos más dinero que ganábamos, cuando eres joven y te da lo mismo todo para adelante, pues bueno, un día por otro. Cuando te das cuenta que te cuesta dinero, y es que luego físicamente ya no puedes llegar, se dejaron de hacer las giras”.
Ojalá el grupo hubiera tenido más suerte y más presencia en medio, porque álbumes como los mencionados siguen teniendo la misma fuerza que cuando se compusieron. “Nosotros nunca hemos sido un grupo de éxitos, y esto no lo digo yo con pesadumbrez, no pasa nada, nuestro grupo no es que sea especial, el 95% de grupos de nuestra índole han tenido nuestra carrera. España no ha sido, sobre todo en nuestra época dorada, no eran épocas de acudir en masa con el los 80”
Tantas horas y horas de furgoneta y de compartir espacios dan para muchos recuerdos, aunque sean de buenas comidas y mejores risas. “De los conciertos, sinceramente no recuerdo así nada especial, lo que sí que recuerdo con cariño son las giras”, comenta. “Nos acordamos más de tal restaurante que fuimos ese día, porque de normal comíamos de bocadillo y algún día que comimos en un restaurante bien, porque alguien nos debió pagar, pues recordamos más eso que el concierto que dimos ese día. Recordamos más con cariño todo lo que hay alrededor que los propios conciertos en sí”
Hablando con Alberto me viene a la cabeza el documental, Anvil: El sueño de una banda de rock (Sacha Gervasi, 2008), acerca de un grupo de heavy metal de Canadá de pasó de tener una enorme popularidad a tocar en pequeños recintos y salas. “Yo cuando lo vi me dije, me cago en la puta (risa) en muchas cosas, menos al final que ellos tienen un final glorioso, eso nosotros tampoco lo vivimos. Es algo lo de Anvil que han vivido muchos grupos”, señala.
En 2007 Templario editan A Hierro, un álbum que significa un punto de inflexión sonoro en su discografía. Endurecen bastante su sonido, pasando del heavy más clásico a un estilo más contundente. “El hecho de cambiar no responde a nada, responde a que vas escuchando música, nuestra música es un mezcladillo de los tres”, comenta. “Hay gente que haciendo lo mismo le va bien, y hay otros, que es nuestro caso, que haciendo siempre lo mismo nos íbamos a quemar en dos días, necesitábamos hacer alguna variación, alguna evolución para darnos aliciente ya que no lo teníamos. Los conciertos eran precarios, la discográfica precaria y media, algo teníamos que hacer para mantener tantos años la chispa en marcha”, dice.
Le señalo que ese álbum y el siguiente, tienen un tinte thrash metal. “Los discos suenan más cañeros pero no es thrash porque nosotros no hemos grabado thrash, y la gente que escuche esto dirá esto no es. No sabría muy bien qué etiqueta ponerle, no deja de ser un heavy encabronao (risas)”
Alberto es el dueño y productor del estudio Rocketes. Un lugar donde han grabado muchos grupos de Castelló. Una auténtica institución. “Esto nace paralelo al grupo, ya desde el primer disco hay una canción que la grabé yo, una acústica que hay, con un estudio muy austero que tenía, y a partir de ahí podemos trabajar más las canciones, al trabajarlas más nos tenemos que escuchar mínimamente, grabar y corregir. Y a partir de ahí, en la época había algún estudio pero era muy caro, la gente que quería grabarse maquetas más económicas, no había y entonces esa oportunidad es la que me aproveché yo. Y este es el origen del estudio”
La situación de la música no es muy buena en el rock, y muchas veces solo se piensa en los músicos. Se nos olvidan los técnicos y productores. “Los estudios de diez años para acá son una ruina, pero a nivel global”, señala. “La industria ha cambiado, de hecho los grandes estudios lo están pasando muy mal o los han cerrado todos. Están sobreviviendo pequeños estudios como el mío que lo tienen todo amortizado y no debes nada, pero los grandes estudios con grandes infraestructuras esos no están. La industria ha cambiado, ya no hay presupuestos como los que había antes. Yo antes venía un grupo y estaba un mes, ahora quieren grabarlo en una semana y si puede ser en cinco días mejor todavía”
Hace un mes se subió íntegro a YouTube el exhaustivo documental de más de dos horas, 'Ellas son eléctricas', un recorrido por las mujeres que cantaron heavy metal y hard rock en España en los 70 y 80. Inicialmente, nadie daba crédito a que un grupo de metal fuese a tener una mujer como solista, pero hubo varias formaciones que llegaron imponerse. La más destacada, sin duda Santa, con Azucena, que provenía de la revista y sabía enfrentarse al público cuando le pedían que enseñase las tetas