VILA-REAL. Los más pequeños fueron protagonistas de la crónica festiva de Vila-real en un miércoles cuyo ambiente toma ya el suficiente oxígeno para afrontar la recta final de las celebraciones en honor a Sant Pasqual. Centenares de familias se dieron cita en uno de los actos más esperados por muchos, como fueron los Cantajuegos en la plaza Mayor, una actuación que se enmarca en el programa Jugant, Jugant, que concentra toda la actividad dirigida a los menuts de la casa, pero que tanto divierten a los mayores. Es parte de un relato pascualero en el que las peñas siguen con su inagotable argumento de la improvisada preparación, de la diversión y buena camaradería, de los bous como centro de atención de una jornada que ya huele al incienso de los actos más solemnes en honor al patrón, devoto sustento de los creyentes hacia un fraile que conmemora los 400 años de su beatificación.
Y fue otro santo, San Isidro, el protector de los labradores, el que marcó la pauta de un miércoles que, con una misa en la Arciprestal, reunió a un buen número de fieles, entre los que se encontraban buena parte de los miembros de la corporación municipal con el alcalde José Benlloch al frente. Calle más arriba del templo, en la plaza de la Panderola y al pie de las obras de acondicionamiento del entorno urbano, la chavalería disfrutaba con uno de los trenes de l'Associació Amics del Ferrocarril La Farja de Benicàssim.
Mientras tanto, los medios de comunicación abrían las puertas de sus bodeguillas que, como viene haciendo en estas fiestas Castellón Plaza, son centro de atención de representantes de las instituciones y de los colectivos sociales de la ciudad. A la hora de comer, los socialistas de la provincia, militantes y simpatizantes, además de representantes de los medios, se reunieron en la peña El Vermelló para dar cuenta de una paella colectiva que resultó más masiva de lo habitual al coincidir en periodo electoral. En días previos ya lo hicieron otras formaciones, como suele ser tradicional en estas fechas en las que la rutina queda aparcada momentáneamente.
Como la diversión en las fiestas de Sant Pasqual llega a borbotones y por barrios, no menos animosa resultó la jornada en el recinto de la fira, donde se celebraba este miércoles el día popular, precios reducidos para acceder a las atracciones y, lógicamente como suele ser habitual, se llenó el empedrado lugar de asistentes, tanto como se vaciaban los bolsillos de los sufridos progenitores que, en reflexión colectiva, se pregunta cada años por qué no hacer del día popular una semana o incluso más.
De vuelta al centro de la ciudad y a lo meramente religioso, novena, misa y procesión eucarística para no olvidar el sentido de una fiesta enraizada con las creencias populares.
La revista hablada Camino en Auditori Municipal volvió a dar la nota y, con la acidez que le caracteriza, puso de vuelta y media a una ciudad para hacerla reconocible a ojos de los vecinos, unos fieles a la fiesta que tuvieron en el bou embolat el epílogo a una jornada convertida en toda una loa a lo más sagrado de la fiesta y la tradición.