VALÈNCIA. Pocos autores más adictivos que Jason. Su nombre completo es John Arne Sæterøy, natural de Molde, en Noruega. Es uno de los dibujantes más importantes de Escandinavia. Su vocación es de largo recorrido, empezó en el mundo de la viñeta cuando solo tenía quince años. Sus primeras publicaciones aparecieron en la revista Konk y, más adelante, en su propio cómic Mjau Mjau. Su estilo, cuando estuvo depurado y ya constituía su marca de calidad, era de gran singularidad. Unos personajes hieráticos, con características animales, y diálogos más bien escuetos y cortantes. En general, las tramas estaban frisando el absurdo y de un humor negro considerable.
Una de sus obras más célebres es Yo maté a Adolf Hitler. El argumento partía del viejo sueño de viajar al pasado en una máquina del tiempo para asesinar al mayor criminal de la historia, el hombre conocido como mayor encarnación del mal posible (entre otros, la verdad). El protagonista es un perro cuya profesión es la de asesino a sueldo. Las particularidades de la misión pasan por el contratiempo de que la máquina del tiempo solo funciona cada cincuenta años.
En un principio, podría parecer que tiene una carga moralista, pero en realidad es un sainete sobre el sentimiento de venganza. Todos los personajes que quieren acabar con Adolf Hitler, unos por vocación, otros por trabajo, acaban enredándose en una maraña que involucra nada menos que a un bucle temporal. Para más inri, en los capítulos donde ya se supone que ha muerto, en el futuro sigue existiendo el mal para sorpresa de todos. Nada ha cambiado en esencia aunque no se produjera la fatídica II Guerra Mundial. Como él mismo expresó en una entrevista: "La mía [su visión de la humanidad] sería un poco pesimista, supongo. Si mataras a Hitler en el pasado y la Segunda Guerra Mundial nunca hubiera ocurrido, no creo que cambiaría mucho en el presente, no seríamos mejores personas, aún encontraríamos la manera de arruinar las cosas".
En entrevistas, Jason contestaba que Hitler le daba igual, que no abría la boca en su novela gráfica, que casi era un pretexto para contar una historia. Así es, en efecto, el grueso del argumento tenía que ver con los celos y con la esclavitud del amor. En una relación de pareja, como dijo el filósofo, la parte débil de la relación siempre sufre una forma de esclavitud por parte de la otra. Si a esto le añadimos viajes en el tiempo, estamos ante una historia que, garantizado, deja patidifuso al lector.
Una de las características de este dibujante es introducir elementos que rompen con la realidad de forma abrupta. Aparte de los viajes en el tiempo, aquí otro detalle era que en el mundo que plantea el oficio de asesino existe como uno más. Cualquiera puede contratar los servicios de un sicario para que le elimine a las personas que le importunan o incomodan.
Lo más divertido e hilarante llega cuando asistimos a la alienación del asesino con su trabajo. Aquí Jason plantea con sorna, pero con inteligencia, la capacidad que tiene el trabajo para secuestrar nuestra personalidad hasta la asfixia y anularnos. Es en el punto en el que mejor funciona su humor negro. Cuando en un universo delirante, donde se plantean situaciones absurdas, los personajes más hieráticos y estoicos, de un plantel general ya bastante hierático y estoico, tienen sus crisis, sus debilidades y se llegan a mostrar vulnerables.
Otro punto a favor es el efecto "elige tu propia aventura", pero en clave emocional, de estas páginas. No hay una sola mueca en una sola cara. Las emociones tienen que ser adivinadas, interpretadas o inventadas por el lector. Eso ofrece diferentes niveles de lectura.
Entre tanta ingenuidad, crueldad y surrealismo, el antecedente más claro de Jason dentro de la viñeta tal vez sea Daniel Clowes. De hecho, le ha llegado a hacer algún que otro homenaje, como esta página de Como un guante de seda forjado en hierro
que dibujó en su estilo con animales antropomórficos. La creatividad de ambos baila siempre entre lo onírico, el sadismo y un realismo sucio. Solo les diferencian sus estilos dibujando, claramente contrapuestos.
En 2012, el propio Jason anunció en su blog que se iba a hacer una película de Yo maté a Adolf Hitler. Haciendo referencia al argumento de la novela gráfica, decía que lo ideal sería meterse en una máquina del tiempo y rodar la película en los años 70 porque las actuales le parecen más videoclips que otra cosa. También advertía de que tenían que pasar muchas cosas antes de que un proyecto así llegase a la gran pantalla y lo cierto es que aún no hemos visto ni rastro.
Jason en otra entrevista reveló que no le habían pedido que participase en el proyecto cinematográfico y que, aunque lo hubiesen hecho, habría dicho que no. Tampoco se hacía ilusiones ni tenía expectativas con la película porque no le gustaba el cine actual. Aunque si rechazaba el mundo del cine era por considerarlo un trabajo colectivo. Para él, la ventaja del cómic es que él puede ocuparse de absolutamente todo. Evidentemente, para un mundo tan personal como las obras de Jason, si algo sobra es todo lo que no sea Jason. Es por eso que llevar al cine algo como Yo maté a Adolf Hitler, en principio, suena estridente. Hay aspectos del cómic, como género o formato, que difícilmente puede alcanzar el celuloide.