VALÈNCIA. “Las emociones no se pueden cuantificar. Ahí está el reto”. Lo apuntaba María Pradera y Lorena Sayavera, de Estudio Yinsen, hace algo menos de un año en una entrevista con Culturplaza. “Necesitamos un estudio del impacto económico del diseño […] Eso haría que determinados políticos se lo tomaran con un poquito más de seriedad”, recalcaba por su parte, pocas semanas después, Vicente Gallega. Estos son solo dos ejemplos de una necesidad verbalizada por los profesionales valencianos desde hace años: poner negro sobre blanco el impacto del diseño en la economía. Pues bien, habemus informe. La Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV) presentó ayer en Las Naves el primer informe “cuantitativo y cualitativo” sobre la aportación económica del diseño en la Comunitat, un documento que califican de pionero, realizado en colaboración con la Agència Valenciana de la Innovació (AVI), para el que se ha consultado a 1.345 empresas. Precisamente este es uno de los puntos que diferencian el informe con otros estudios, pues se levanta sobre la base de fuentes primarias y no en la interpretación de otras investigaciones. De València para València.
“Es un análisis del diseño no como herramienta intangible sino como sector”, destacó el diseñador Kike Correcher y miembro del equipo de dirección estratégica del informe durante la presentación, en la que también participó el consultor Ricardo Fibla; Andrés García, vicepresidente ejecutivo de la AVI; Rubén Mairena, responsable de GFK, empresa encargada de la investigación; y Ángel Martínez y María Navarro, presidente y gerente de la ADCV. Entre la macedonia de datos que ofrece el estudio, un crecimiento destaca: el de la oferta de formación en diseño y número de estudiantes. De acuerdo con el informe, en los últimos ocho años la oferta formativa vinculada a este sector –relacionada con la reordenación del plan Bolonia- ha crecido en un 60%, mientras que el número de alumnado matriculado ha aumentado en un 200%. De esta forma, el 5,08% de los estudiantes estudia títulos relacionados con el diseño, frente al 1,53% de 2010. Esto es: cinco de cada cien alumnos se forman en diseño.
El perfil de estudiante es mayoritariamente femenino, situándose en el 57% del alumnado matriculado en diseño, un dato que no se traduce en el ámbito empresarial, pues apenas un 33% de las personas contratadas son mujeres, una baja representatividad que, de hecho, se pudo ver en la propia mesa de presentación del informe. El estudio aporta también alguna conclusión interesante con respecto al ecosistema empresarial del sector. Así, se confirma que está compuesto mayoritariamente por empresas (aunque medianas o pequeñas) frente a la idea de que pueda ser una profesión de autónomos, mientras que también se deduce que es un sector poco exportador, siendo su ámbito de actividad principalmente regional. También apunta el informe a la estrecha relación entre diseño y éxito empresarial. “No sabemos si es casual, pero la correlación existe”, recalcó Ricardo Fibla.
Y vamos con la cifra de peso. Tal y como apunta el informe, el sector productor del diseño aporta 3.762 millones de euros a la economía de la Comunitat, lo que supone un 2,1% de la cifra de negocio. Así las cosas, el sector del diseño quedará cerca de otras industrias como la química, con un peso del 2,5%, y por encima del sector de información y comunicaciones (1,9%) o actividades inmobiliarias (1,2%). De acuerdo con el informe, el torno al 50% de empresas de sectores productivos no primarios ha incorporado el uso profesional del diseño a su dinámica empresarial.
Si bien los datos globales se muestran golosos, esto no se traduce en la situación del diseñador. Hace menos de un mes el gobierno de España publicaba los datos de la Encuesta de Población Activa correspondientes al año 2018, en el que se concluía que los empleados culturales tienen una formación académica superior a la media (un 69,3% frente al 42,9% general), pero son más precarios, pues solo el 69,9% del empleo cultural es asalariado, frente al 84% general. En términos similares se maneja el diseñador, con un salario medio bruto anual de 20.712 euros en los sectores productores de diseño, un cifra ligeramente inferior al resto de empleados, a pesar de estar más preparados (un 72% de los diseñadores en plantilla cuenta con una licenciatura o diplomatura frente al 39,1% del resto de trabajadores). Esto, además, contrasta con la productividad por empleado, que se fija en 84.115 euros, un choque que el propio vicepresidente ejecutivo de la AVI apuntó como fuera de lo normal y del que el informe no llega a concretar las causas.
Si bien el informe se dedica a poner negro sobre blanco los datos económicos del sector, desde la asociación profesional también se apuntan algunas recomendaciones a modo de conclusión del estudio. Entre ellas, la necesidad de una mejora del sistema de enseñanza del diseño, favoreciendo la vinculación entre el ámbito académico y profesional, o que la Agencia Tributaria ofrezca deducciones por innovación aunque no sea estrictamente tecnológica. De igual forma, desde la asociación se sugiere la creación de un Observatorio del Diseño, un elemento “fundamental” para dar “continuidad” al estudio, indicó Correcher, así como la implementación de políticas estratégicas que fomenten el uso del diseño en las empresas y en el propio sector público. “Somos conscientes que en muchos casos ya se está trabajando en ello y que las políticas de apoyo al diseño están en marcha en la Comunitat Valenciana. Si continúan y se afianzan nos aseguraremos poder hacer de la nuestra, una región referente en cuanto a crecimiento económico a partir de un sistema innovador que favorezca el bienestar de la sociedad cuidando del entorno. Este es el compromiso del diseño”, aseveró María Navarro.