ALICANTE. Por suerte cada vez vemos más caras de mujeres en la industria del cine español y más concretamente en la dirección. Hasta hace no muchos años, en la memoria colectiva solo existían los nombres de Querejeta, Bollaín o Coixet. Desde hace algunos años, podemos sumar a más mujeres a esa lista con trabajos formidables. En los Goya de 2018, fueron dos mujeres las que subieron a por su premio en la dirección: la reconocida Isabel Coixent por La librería y la debutante Carla Simón por la impactante Estiu 1993. Con historias tan interesantes, la industria nacional del cine está cambiando.
Una de las directoras actuales más prolíficas es Juana Macías, que llegaba hasta Kinépolis y a sus preestrenos del Festival Antonio Ferrandis de Paterna para mostrarnos su tercer largo: Bajo el mismo techo. La madrileña ya conquistó los Goya con su primer filme, Planes para mañana (2010), con una nominación a la mejor dirección novel. Y ahora traía bajo el brazo una comedia que narra la historia de un matrimonio que se quiere divorciar y vender la casa, pero tienen que compartir casa e hipoteca, al no poder venderla. Seguro que a más de uno y una esto les sonará.
«La película surge de toda esa gente que tengo alrededor, tengo gente que se ha visto en la circunstancia de quererse separar y separarse, pero no poder comenzar una nueva vida porque tiene que compartir casa o a irse a casa de sus padres», comenta la directora. Si hay algo que podemos encontrar en la película es su extraordinario paralelismo con la historia de miles de personas. «La película está muy conectada con la realidad. La crisis de una forma u otra nos ha tocado a todos, y creo que en ese sentido puede ser muy reconocible», reconoce.
Es la radiografía de una familia que explota por la tensión de un divorcio agravado con una indeseada, y hasta agónica, convivencia y el omnipresente yugo de la hipoteca. Aunque, como reconoce la directora, «la realidad siempre supera a la ficción». «En el proceso de escritura nos encontramos con un anuncio en eBay de un hombre, que después de seccionar todos los muebles de su casa, los había subastado poniendo el número de su exmujer para que la gente preguntara por su mitad», recuerda sorprendida.
El divorcio y todas las emociones derivadas del mismo, suelen ser dramáticas, y es desde el drama como habitualmente se aborda en el cine. Casos excepcionales como La Guerra de los Rose (Danny deVito, 1989), de la cual la historia se empapa, guiño incluido en la película. Juana sabe retratar la condición humana desde ese humor que parece más naif, pero suele ser más hiriente.
«El humor siempre es más difícil, porque el humor mete una capa más a la realidad, que es verlo desde una perspectiva que no es la más inmediata. Tienes que tener cierta distancia para reírte de algo que si lo ves desde otro lado es un drama», comenta Macías. Con el drama todo hubiera sido más sencillo para mostrar emociones, pero con la comedia Juana consigue que nos ríamos de nosotros mismo. Viéndonos reflejados en Adrian (Jordi Sánchez) y Nadia (Silvia Abril). "El humor es más difícil y, me parece muy interesante para hacer este retrato de cómo somos y cómo vivimos" apunta.
«Me gusta mucho bucear en la relaciones: puede ser tener un hijo, cambiar de trabajo, la que sea. Ahí, en esos momentos, se mueven muchas cosas y salen muchas cosas a la superficie de lo que somos, de los miedos que tenemos o de lo locos que nos podemos volver», señala la madrileña. Aunque la trama nos parezca inofensiva, Macías toca a pinceladas el feminismo, la crisis de los cincuenta, la auto superación y los engaños de buscar soluciones fáciles, con frases inspiradoras a problemas complejos.
Este año en Los Goya la presencia de mujeres cineastas volverá a ser una realidad. Arantxa Echeverría (Carmen y Lola), Andrea Jaurrieta (Ana de día) y Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre), están nominadas al Goya a Dirección novel. «Está cambiando un poco la sociedad, está cambiado el cine y están llegando muchas mujeres a cargos de responsabilidad», comenta Macías. Ella también trabaja desde CIMA (Asociación de Mujeres Cineasta y de Medios de Comunicación), para visibilizar el trabajo de las mujeres en la industria del cine español.
«El hecho de que haya más mujeres directoras, muestra como, poco a poco, y desde distintos ámbitos, hemos ido trabajando para que se vea el trabajo que hacen». Y no solo eso, sino que «impulsa el nuevo talento femenino, con programas como CIMA Mentory, que pone en contacto a jóvenes directoras, guionistas o productoras con el sector de productores y productoras más experimentado para intentar realizar proyectos».
Ahora podemos pensar en más nombres que hace unos años cuando hablamos de directoras españolas. Las nominaciones a los Goya, probablemente, como ya sucedió con Estio 1993, ayudarán a promocionar más sus trabajos. «Hay más referentes y eso anima más a pensar que habrán más posibilidades», sentencia la directora.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto