VALÈNCIA. Días atrás, servidora se adentró en la selva de los vídeos de campaña correspondientes a las próximas elecciones generales, pero como este domingo la fiesta del sufragio universal también se juega en terreno autonómico, toca también abordar los spots de enfoque 100% valenciano. Me encantaría decirles que nos encontramos ante pequeñas joyas de la propaganda que se estudiarán durante años en las universidades, pero todo indica que no va a ser así. Tras haberme metido en vena las propuestas audiovisuales de los principales partidos autonómicos, tengo que decir que ni fu ni fa, desgana máxima. Cero grados: ni frío ni calor. No hay grandes bochornos, pero tampoco es que den ganas de lanzarse a las urnas con la papeleta entre los dientes y los ojos anegados de lágrimas de ilusión democrática. Si alguien esperaba enfoques innovadores y estrategias sorprendentes, que siga buscando.
Una pena esta falta de entusiasmo; a fin de cuentas, las campañas electorales son la Eurovisión de los partidos políticos, pardiez. ¡Que inyecten a sus anuncios un poco de brilli-brilli, unas lentejuelas, unos ventiladores, unos focos de colores, unos curruscos de ilusión! ¡Un algo que no grite "trámite para cubrir el expediente"! Qué vida más triste.
Cuando en Wikipedia decidan sustituir todos los textos de sus definiciones por contenido audiovisual, en la entrada de 'Spot electoral' aparecería esta producción del PSPV. Tiene todos los elementos clásicos de este tipo de vídeos: planos al azar de arbolitos, gente haciendo cosas, candidato en mangas de camisa apuntando sus reflexiones en un cuaderno, entrado a sitios y hablando con otros seres humanos… Y eso es bien, ok, un spot electoral, vale, lo pillamos; pero también es mal: más de lo mismo, cero sorpresa. La pizza de jamón y queso de las campañas electorales: muy terrible tiene que ser para que falles con ella, pero tampoco es que estés dándole mucha emoción a tu paladar. Adorable por cierto el momento de Ximo Puig paseándose por la vida con su mochilita negra. Espero que lleve el estuche, la libreta, un bocata, una pieza de fruta y una bolsa de gusanitos para compartir con los compañeros en la visita a la granja escuela.
En Ciudadanos han apostado por un vídeo que, según la banda sonora que le pongas, podría ser un anuncio de colonia de esas que le regalas en Navidad al novio de tu prima o un anuncio veraniego de cerveza. 50% eau de parfum, 50% amistad estival en torno al lúpulo y la cebada. Ataviado con camisa blanca y vaqueros (uniforme oficial de la frescura y el espíritu limpio a la par que desenfadado), Toni Cantó trepa aguerridamente por unas rocas, mira al horizonte y suelta sentencias intensísimas. Bueno, la verdad es que, en los primeros instantes, el metraje también tiene toques de película postapocalíptica: tras el holocausto catalanista, Toni Cantó trata de sobrevivir él solo en un mundo que ha quedado devastado mientras comenta "En la Comunidad Valenciana lo teníamos todo, ¿cómo es posible que hayamos permitido esto?". Luego va y se lanza al agua, sale sonriente, se seca con una toalla y ya la parte distópica se pierde.
Y bueno, luego está la ocurrencia de los bichos. Ese vídeo ya ha sido comentado hasta la extenuación, así que me limitaré a compartir una idea que me perturba. A ver, entiendo que en ese equipo de campaña habrá gente especializada en comunicación política y propaganda. Gente con másteres y postgrados en la materia. ¡Gente que se ha hecho cursos! De verdad, me cuesta horrores creer que ninguno de esos profesionales ha caído en que comparar al adversario con una plaga a la que hay que aniquilar teletransporta instantemente a dos momentos tan edificantes de la humanidad como el nazismo y el genocidio de Ruanda, donde la Radio de las Mil Colinas alentaba a dar caza a las "cucarachas tutsis". ¿Nadie, en serio, nadie ha pensado en lo facilón que era el paralelismo? De verdad, esta gente me va a matar de un disgusto.
Desde el partido no han querido que trascienda, pero el spot electoral de Podem en realidad lo ha dirigido Christopher Nolan. Sí, el mismo que nos trajo Origen e Interstellar. Por eso el argumento está protagonizado por una paradoja temporal, ahí llena de intensidad dramática. ¡CHAN, CHAN, CHAAAAAAN! Suspense, efectismo, cuestionamientos existenciales. Supongo que nadie tuvo tiempo de traducir el programa electoral al inglés (los rodajes van a un ritmo endiablado) y por eso el realizador estadounidense no pudo incluir en el vídeo ni una sola referencia a posibles medidas políticas, o algo. No sé, una frasecita, una promesa,… Nada, con la paradoja temporal, los botes de pintura, la huertita de fondo y el mural inspirador ya vamos apañados. A todo esto, como persona torpe donde las haya me solidarizo con el tropiezo que se da la protagonista. Y como muchacha de alma vieja, me encanta que hayan incluido un transistor recién llegado de 1963.
Soso, muy soso, sosísimo. Soso como un caldo soso, como el pan integral, como esas horribles tortitas de maíz inflado que toma la gente cuando quiere estar a dieta. Así es el vídeo de campaña que lanzó Compromís el pasado 11 de abril. La comida de hospital hecha spot. Nada, un plano fijo de Mónica Oltra hablando a cámara durante treinta segundos. Y au. Como si el equipo de campaña hubiera dicho, "La gente conoce a Oltra, ¿no? Pues la colocamos diciendo sus cosas de Oltra un rato y esa faena que nos ahorramos". Está Mónica, ya no hace falta nada más.
Además, por cómo está colocada ella parece todo el rato que lleve las gafas torcidas y eso me da muchísima tiricia. Me entran ganas de meter la mano en la pantalla y colocárselas bien arrrrrrrg. Y lo que es peor: en los carteles electorales habían incluido el lema 'Imparables' en una tipografía muy hípster, así como de diseñador gráfico que vive en un barrio locamente gentrificado y desayuna en un local donde sirven 36 variedades de café diferente y los camareros se hacen llamar 'baristas'. Pues tan soso es el spot que ni incluyen la dichosa tipografía. Que, a ver, para qué te marcas unas letras molonas si luego no haces uso de ellas, digo yo.
Creía que la apatía había ganado la batalla, pero resulta que hace muy poco decidieron que igual había que darle algo de sabor a la vida electoral y difundieron este otro vídeo. Que sigue siendo Mónica Oltra hablando, pero al menos hay algún plano recurso, algún mitin, música épica, intensidad y gente haciendo cosas en sitios (de nuevo, la RAE lo incluiría en la acepción de vídeo electoral, es el espíritu del Botànic). Aquí sí que hacen acto de presencia las letras gentrificadoras, menos mal.
Acabo este repaso con los que para mí han sido los vídeos más rarunos e inquietantes de la campaña autonómica: los de Isabel Bonig y el PP valenciano. Sucesiones de fotogramas que constituyen una oda total al hieratismo, a la rigidez, a los bustos parlantes. A la robótica y la inexpresividad. La verdad es que me perturban y me fascinan a partes iguales. No puedo parar de verlos en bucle.
Bonig, colocada tras un atril innecesario y tiesa como si le estuviera apuntando un francotirador pasado de cafeína, va lanzando propuestas políticas con el mismo entusiasmo con el que mi tostadora comienza un nuevo día. Y además esta escena de ritmo endemoniado (#no) está ubicada en lo que parece la sede del partido, con su fondo corporativo y tal, muy cálido, cercano y entrañable todo. Que sí, que quieren parecer presidenciables, serios, institucionales, #valorseguro y todo eso, pero tampoco es necesario dejar catatónico al potencial votante. ¡Que prácticamente no se mueve, que parece un androide con la batería baja!
Por si este estatismo supremo no fuera suficiente, el vídeo incluye terribles efectos gráficos recién salidos del Word Art de 1999, en concreto un sello de madera que 'estampa' las palabras 'Política' y 'Correcta'. Uhhh, uhhh, uhhh, creatividad desbocada. Al final mereció la pena dedicar tantas horas al brainstorming, ¿eh? Vamos, desde el icónico cartel de Obama teñido de blanco, rojo y azul no se veía un uso tan fascinante del grafismo. Si yo he tenido que experimentar ese nivel de angustia, exijo poder compartir la experiencia con ustedes: