Los gobernantes tiene una desventaja en la campaña electoral, entre muchas ventajas, y es tener que prometer cosas que te han pedido por activa y por pasiva que hicieras durante el mandato que termina y que no has hecho porque no te ha dado la gana o porque tu conseller de Hacienda te ha dicho que esto se nos está yendo de las manos y se va a acabar notando que el problema del déficit no es solo la infrafinanciación.
Por ejemplo, el candidato Ximo Puig ha prometido ahora que bajará el impuesto de sucesiones cuando el bien transmitido sea una empresa familiar, impuesto que el Consell que preside Ximo Puig subió en 2017 mediante una rebaja de bonificaciones. Impuesto que no solo su conseller Vicent Soler, sino también Compromís y Podemos se resisten a bajar.
Peor aún es tener que prometer algo que ya prometiste y has incumplido, porque su simple enunciado refresca la memoria de los desengañados. Por ejemplo, el PSOE promete ahora que si Pedro Sánchez continúa gobernando después del 28A condonará la deuda de la Marina de València que el Gobierno de Pedro Sánchez prometió condonar sí o sí en esta legislatura, vía Presupuestos o vía decreto-ley si el Congreso rechazaba los Presupuestos.
Suena a excusa de mal pagador lo de que no se ha condonado por decreto-ley porque el Consejo de Estado dice que la medida no cumple con el requisito de "urgencia". La mayoría de los decretos-leyes aprobados por el Consejo de Ministros en los 'viernes sociales' de Sánchez no eran lo suficientemente urgentes como para suplantar al legislativo. Sí eran importantes, que no es lo mismo que urgentes, y el Constitucional dice que tienen que ser tan urgentes que no pueden esperar al trámite parlamentario. Quien no considera ni importante ni urgente lo de la Marina es Sánchez.
Hablando de decretos-leyes, puede que Compromís haya perdido esta semana su última oportunidad de pintar algo en el Congreso. La misma semana que la coalición que lidera Mónica Oltra saltaba a la yugular de Sánchez por incumplir el compromiso con la Marina de València, días después de cargar contra Puig por justificar que Montero haga lo mismo que Montoro con el FLA –asfixiar a la Generalitat– y minutos después de reiterar Baldoví en la Diputación Permanente del Congreso lo de que "no hicimos a Pedro Sánchez presidente para que hiciera lo mismo que el PP", el representante de Compromís volvía a ejercer de gregario del líder socialista votando a favor de convalidar todos sus decretos-leyes sin conseguir a cambio el cumplimiento de una sola de sus promesas a los valencianos. Por ejemplo, la condonación de la deuda de la Marina.
A su lado, Mikel Legarda, representante del PNV en la Diputación Permanente –tiene un voto de 65 que forman este órgano, igual que Compromís– disfrutaba de la última e inesperada gota que le quedaba por exprimir del Gobierno de Sánchez, ya en tiempo de descuento. El voto del PNV era imprescindible frente al bloque de centro-derecha –igual que el de Compromís– y Aitor Esteban lo hizo valer la víspera como solo saben hacer los nacionalistas vascos, arrancándole al Gobierno cuatro transferencias más para el País Vasco. Cuatro transferencias a cambio de enseñar la patita por debajo de la puerta y de un voto que al final solo fue decisivo en la convalidación de uno de los seis decretos-leyes, el de medidas sobre el alquiler de la vivienda, ya que en los otros cinco Ciudadanos se abstuvo o votó a favor.
Baldoví razonó su entreguismo en el Congreso: Compromís vota a favor si la medida supone un avance, pero pregunta "educadamente, con contundencia" qué hay de lo suyo, que es lo nuestro, lo de los valencianos. También lo explicaba recientemente en una entrevista en Castellón Plaza en la que afirmaba que "hay que saber cuándo apretar el botón rojo". Un botón rojo que te da la aritmética parlamentaria y que puede que en la próxima legislatura ya no sea rojo. El PNV, por si acaso, lo aprieta siempre y siempre saca algo.
En cualquier caso, dada la sintonía de Baldoví con los avances de Sánchez, que le ha llevado a apoyar al PSOE en todas las votaciones en las que el voto de Compromís era decisivo sin obtener absolutamente nada a cambio, cabe preguntarle, cuando nos pida el voto para las elecciones generales del 26 de abril, para qué. ¿Para escuchar discursos tan educados y contundentes como los del resto de partidos regionalistas/nacionalistas? Porque si es para apoyar a Sánchez, igual el votante se plantea votar directamente a Sánchez.