CASTELLÓ. El futuro de las tascas comenzará a decidirse a finales de septiembre. Después de más de año y medio de mediciones en las calles Barracas e Isaac Peral y las plazas Santa Clara y Mayor, la empresa encargada del servicio, Acústica y Telecomunicaciones SL (Acusttel), por fin afronta la recta final de la monitorización. El informe con los datos obtenidos durante un periodo de 12 meses será una realidad antes de octubre.
Esos resultados determinarán la estrategia a seguir para valorar la eliminación de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) o, por el contrario, estudiar nuevas acciones correctoras con el fin de rebajar el ruido ante la imposibilidad de suprimir esa ZAS. Por ejemplo, instalar un techo inteligente, como ya plantearon los empresarios en octubre de 2019.
Fuentes municipales muestran un moderado optimismo con los decibelios (dB) contabilizados desde febrero de 2020, cuando arrancó la evaluación con siete sonómetros. Sin embargo, la irrupción de la pandemia obligó a interrumpir la prestación a consecuencia del cierre de la hostelería con motivo del primer estado de alarma. La suspensión se prolongó hasta julio. A partir de ese instante, la desescalada permitió la progresiva reapertura de los establecimientos, pero con estrictas medidas sanitarias, esto es, distancia social, limitación de aforo y reducción de mobiliario urbano para el consumo en el exterior. Al empeorar las cifras de contagios por la covid-19 en Navidad, la monitorización volvió a detenerse, hasta que se reanudó por segunda vez en marzo de 2021, manteniéndose gran parte de las restricciones.
Precisamente por las cortapisas, algunas de las cuales todavía siguen vigentes en la actualidad, el equipo de gobierno cree que el análisis de Acusttel constatará una notable disminución de los niveles de sonido. Incluso, que no se habrán superado los márgenes establecidos a partir de los cuales se consideran ZAS (55 dB de día y 45 de noche).
Según establece la normativa autonómica, para que el Ayuntamiento solicite iniciar la tramitación administrativa al objeto de anular la ZAS, debe verificar un intervalo de 365 días (no necesariamente consecutivos) que la intensidad sonara ha estado por debajo de los máximos aceptables por la ley. Con el cumplimiento de esa condición, se puede entonces reclamar la revisión de las tascas.
En el caso de que los registros reflejen que se han sobrepasado dos veces por semana durante tres semanas consecutivas o, tres alternas en un plazo de 35 días naturales, y en más de 20 dB (A), los niveles de evaluación, resultará inviable cambiar la actual situación jurídica del entorno.
Los hosteleros de Barracas, donde se localizan los negocios abiertos, siempre han defendido que la única manera de garantizar la supervivencia de sus negocios pasa por suprimir la Zona Acústicamente Saturada. En este contexto, el nuevo marco legal se asemejaría a lo que se conoce como Plan Acústico de Ámbito Zonal (PAZ). Su mayor flexibilidad rebajaría la presión sobre los empresarios. Hasta cabría la opción de ampliar los actuales horarios de cierre.