VALÈNCIA. La compañía valenciana Lofith Composites ha cerrado una ronda de financiación de 540.000 euros en una operación liderada por Redit Ventures, el vehículo de inversión impulsado por la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana y en la que han participado tres compañías industriales españolas. La inyección de capital se destinará principalmente a la instalación de su primera línea de producción propia, un paso clave en su salto industrial.
La empresa, nacida como spin-off del Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), ha desarrollado una tecnología propia en materiales composites termoplásticos de fibra larga que permite reducir significativamente el peso de los materiales, con aplicaciones directas en sectores como la automoción, el aeroespacial, la movilidad eléctrica o los tanques de hidrógeno. "Ponemos a los materiales a dieta. Si en un vehículo conseguimos reducir peso, lo hacemos más eficiente. Puede ser un coche eléctrico, un satélite o incluso un tanque de hidrógeno", explicaba a Plaza su CEO, Amador García.
Constituida en 2023, la empresa inició su actividad comercial en septiembre de 2024, tras más de cinco años de investigación en Aimplas, donde se desarrolló su tecnología de fabricación. Esta permite unir de forma homogénea fibras como el carbono o el vidrio con matrices termoplásticas, obteniendo materiales más ligeros, con mejores propiedades mecánicas y, además, reciclables, una ventaja diferencial frente a otros composites tradicionales.
Actualmente, Lofith produce en las instalaciones de Aimplas, con una capacidad limitada a unas pocas toneladas al año. Sin embargo, la demanda del mercado ya exige volúmenes de entre 20 y 50 toneladas, lo que obliga a la compañía a acelerar su industrialización. "Nuestros clientes ya nos piden cantidades mucho mayores. No hay riesgo de mercado porque conocen el producto y lo demandan. El reto es montar cuanto antes nuestra propia planta", subrayaba García.
“Por un lado están los materiales, su composición, y por otro el método de fabricación. Cómo se selecciona cada parte y cómo se une es vital”, explica García. “Es como hacer una mayonesa: si no se unen bien, se corta. Nuestra tecnología consigue que se integren y genere un material con propiedades superiores”. Los materiales de Lofith se adaptan a las necesidades de cada cliente y aplicación, desde componentes para automóviles eléctricos y carcasas de baterías, hasta piezas para satélites o depósitos de hidrógeno, que deben soportar condiciones extremas. Actualmente, la compañía trabaja con clientes en Alemania, Dinamarca, Francia y España, y estudia también alternativas con fibras vegetales para responder a la creciente demanda de soluciones más sostenibles.
En este contexto, la empresa ya está buscando naves industriales, con visitas previstas a partir del próximo mes de febrero y que pondrá a punto con la nueva ronda de inversión. El plan pasa por contar con una nave de alrededor de 600 metros cuadrados en la Comunitat Valenciana en 2026, y una de las ubicaciones que se barajan es el entorno del aeropuerto de Castellón, donde ya se está consolidando un hub tecnológico. Lofith pasó de apenas 1.000 euros de facturación en 2023 a unos 225.000 euros en 2024, con la previsión de superar el millón de euros en 2025. A medio plazo, el objetivo es alcanzar los 15 millones de euros de facturación en 2030.