VALÈNCIA (EP). El Instituto de Investigación Sanitaria Incliva, del Hospital Clínico de València, dirige un estudio multicéntrico que ha permitido desarrollar y validar el modelo Ammon-OHE para predecir el riesgo de aparición de encefalopatía hepática manifiesta (OHE) en pacientes ambulatorios (no hospitalizados) con cirrosis.
Los resultados de este estudio se han publicado recientemente en Journal of Hepatology en un artículo titulado 'Development and validation of the AMMON-OHE model to predict risk of overt hepatic encephalopathy occurrence in outpatients with cirrhosis'.
Incliva, a través de su Grupo de Investigación de Deterioro Neurológico, dirigido por la doctora Carmina Montoliu, junto con las doctoras María Pilar Ballester y Amparo Escudero, ha coordinado el estudio, en el que han participado cinco hospitales europeos: Hospital Clínico de València, Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, Royal Free Hospital y King's College Hospital de Londres y Medical University of Vienna. Ha participado, además, el doctor Juan Antonio Carbonell, responsable de Unidad de Bioestadística de Incliva.
La encefalopatía hepática, explican, es un trastorno cerebral que se produce cuando el hígado no funciona correctamente debido a una enfermedad hepática avanzada, como la cirrosis. El hígado es un órgano que realiza muchas funciones esenciales en nuestro organismo, como la eliminación de toxinas y la regulación de sustancias químicas.
Cuando el hígado está gravemente dañado no puede eliminar ciertas sustancias tóxicas, como el amonio, que son productos de desecho normales del cuerpo, que se trasladan a través del flujo sanguíneo hasta el cerebro, afectando a su funcionamiento normal y causando confusión mental, dificultad para concentrarse, cambios en el comportamiento y problemas para coordinar movimientos. En los casos más graves, puede provocar un estado de coma o pérdida de conciencia.
La encefalopatía hepática, según la gravedad de los síntomas y su impacto en la función cerebral, se denomina encefalopatía hepática mínima -cuando los síntomas son leves y menos obvios- o encefalopatía hepática manifiesta -que muestra síntomas más graves y evidentes-.
La encefalopatía hepática mínima se ha descrito como una condición que predispone a la encefalopatía hepática manifiesta y puede estar presente en hasta el 80% de los pacientes con cirrosis estable.
Cuando los pacientes con cirrosis desarrollan el primer episodio de encefalopatía hepática manifiesta (OHE), su calidad de vida relacionada con la salud disminuye y el riesgo de hospitalización y muerte aumenta drásticamente.
La OHE es una de las principales causas de hospitalización en pacientes con cirrosis descompensada, lo que impacta significativamente en los costes sanitarios y la calidad de vida de los pacientes afectados y representa una importante carga para los cuidadores.
Más allá de la morbilidad que provoca la OHE, su aparición conlleva un mal pronóstico, con una mortalidad estimada del 40% a un año. La OHE es potencialmente reversible. Por eso es tan importante la detección temprana, para que las personas afectadas se puedan beneficiar del tratamiento.
El objetivo de este estudio era tener en cuenta el papel de la hiperamonemia (niveles elevados de amonio en sangre), por su papel central en el desarrollo de esta patología, en las pruebas neurofisiológicas, neuropsicológicas y psicofísicas con las que se evalúan en la actualidad diferentes elementos de la función cerebral para determinar el riesgo de OHE, cuya precisión, hasta el momento, es limitada.
Sobre esta base, los investigadores han desarrollado y validado el modelo AMMON-OHE, que incluye variables clínicas y bioquímicas fácilmente disponibles, para estratificar el riesgo de desarrollo del primer episodio de OHE en pacientes ambulatorios con cirrosis, así como el riesgo de mortalidad y la predicción de episodios posteriores de OHE en pacientes con un episodio previo.
El modelo se ha desarrollado mediante técnicas de machine learning e incluye cinco variables clínicas y analíticas. A los pacientes se les realiza una analítica de sangre de niveles de amonio, creatinina y albúmina, que se introducen en una calculadora on line junto con el sexo y la presencia de diabetes.
Con este modelo se calcula la probabilidad de desarrollar OHE a lo largo del tiempo, lo cual permite estratificar el riesgo individual de cada paciente.
El modelo AMMON-OHE, que mostró una alta capacidad predictiva, ya está disponible a través de una aplicación online que permitirá a los médicos evaluar rápidamente el riesgo de desarrollo de OHE en un entorno clínico.
Dado que no hay medicamentos demostrados que prevengan el primer episodio de OHE, el modelo AMMON-OHE puede ser útil para la selección de pacientes en ensayos clínicos o como biomarcador complementario para un mejor uso de los medicamentos disponibles actualmente y el desarrollo de terapias futuras.
Con una mayor corroboración en el mundo real, este nuevo modelo podría ser fácilmente adoptado en la práctica clínica para identificar a pacientes cirróticos estables en riesgo de desarrollar OHE.
Este estudio observacional y prospectivo incluyó a 426 pacientes ambulatorios sin antecedentes de OHE de tres unidades hepáticas (Hospital Clínico de València, Royal Free Hospital de Londres y Virgen del Rocío de Sevilla), a los que se hizo seguimiento durante 2,5 años.
Se llevó a cabo una validación externa utilizando 267 y 381 pacientes de dos unidades independientes (King's College de Londres y Medical University de Viena).