CASTELLÓ. Los hosteleros de las Tascas tienen la sensación de que toda la presión para que sus negocios sigan abiertos recae exclusivamente en ellos. Aunque el Ayuntamiento de Castelló avala el consumo de alcohol en la vía pública a través del modificado en el artículo 26 de la ordenanza de Convivencia Ciudadana, la realidad es que mientras persistan los actuales niveles de saturación acústica resultará imposible declarar las calles Barracas e Isaac Peral como zona gastronómica.
Sin una figura legal que proteja las Tascas, la inseguridad siempre quitará el sueño a los propietarios de los locales, a los que el equipo de gobierno pide un esfuerzo para rebajar los decibelios en los próximos meses. Solo si los índices de ruido están por debajo del máximo tolerable, desaparecerán las restricciones de la ZAS y, en consecuencia, será viable incorporar a la normativa municipal la seguridad jurídica que proporciona la calificación de interés cultural gastronómico, tal cual recoge el punto 7 del artículo 69 de la Ley de Salud Pública.
La reunión celebrada este miércoles con parte del equipo de gobierno sirvió para tranquilizar parcialmente a los titulares de los negocios, que abandonaron el consistorio con cierta incertidumbre. Como explica José Romero, de La Guindilla, "por un lado, nos garantizan la venta de alcohol hasta las 22.30 horas con los veladores pero, por otro, nos piden un esfuerzo para que se reduzca el ruido en la calle y así eliminar la ZAS a la larga. Y mi pregunta es: ¿Cómo quieren que consigamos esto último sin vender? Es un poco trasladarnos a nosotros toda la responsabilidad".
"Nos dicen que van a comenzar a instalar medidores para que valoremos los datos cada dos meses. Sin embargo, no está claro qué hará la policía con el acatamiento de la sentencia a partir del 26 de septiembre", añade.
Romero se refiere no tanto a la local como a la autonómica. En las últimas semanas han recibido visitas de inspectores de la Generalitat, alertándoles de que a partir de la fecha de la aplicación del fallo del TSJCV se mostrarán inflexibles respecto al cumplimiento de la misma.
En este punto, y ante las dudas sobre lo que ocurrirá el 26, el propietario de La Guindilla se replantea el futuro. "Casi que en estas condiciones me compensa más cerrar unos meses y abrir en los periodos de más afluencia de público. Por ejemplo, en Magdalena. La solución al problema se tenía que haber planteado hace un año, cuando se modificó la Ley de Salud Pública, y no ahora", lamenta.
Como viene informando este diario desde hace días, el Ayuntamiento trata de encontrar la argucia legal que permita esquivar la resolución del TSJCV. La fórmula del velador, o "mesa de un solo pie", despierta recelo entre los hosteleros. Nadie ofrece garantías de cómo se gestionará la medición de personas con el acatamiento de la sentencia judicial.