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Estacionalidad, baja producción y gran competencia: los cítricos languidecen en Castellón

15/10/2023 - 

CASTELLÓ. Los últimos movimientos en el sector de la citricultura castellonense reflejan la delicada situación que vive el tejido de cooperativas y comercios en la provincia, que asisten a la caída progresiva de la producción y a la fuerte competencia exterior en un mercado cada vez más global y con costes al alza. Un panorama que, unido al carácter estacional de la actividad y su difícil complementación con otras frutas augura para representantes agrarios un futuro con más cierres y reestructuraciones.

En las últimas semanas se ha conocido el cierre de la cooperativa Cítrics de Nules apenas dos años después de su nacimiento por la fusión de Cipla y Nulexport. Ha entrado en concurso tras alcanzar los 21 millones de deuda y la pérdida de 300 socios, pese a contar con un volumen de fruta a comercializar que podía llegar a las 35.000 toneladas. Así, está en proceso para despedir a sus más de 1.000 empleados y sus centenares de socios deberán buscar salida a su producción.

La mitad de empresas desaparecen en 20 años

Pero el caso de Cítrics de Nules no es el primero ni el único. La provincia de Castellón ve cómo poco a poco se desarticula el rico enjambre de firmas citrícolas, que en apenas dos décadas se ha reducido a la mitad. Concretamente, si en 2003 había 121 cooperativas y comercios, ahora tan solo se cuentan 68, según la Asociación de Exportadores de Fruta de Castellón. Sin ir más lejos, este año también ha entrado en liquidación la centenaria compañía citrícola Peris Agost Hermanos, radicada en Almassora, asfixiada por una delicada situación financiera y con dificultades para poder pagar a sus 180 trabajadores.

Tendencia a la baja que se evidencia en otra decisión reciente, en este caso de la compañía Greenmed, de dejar de manipular y envasar fruta en sus almacenes de Almassora para trasladar esta actividad fuera de la provincia para ganar en eficiencia. Si bien no se trata de un cierre como tal, el traslado hará que la gran mayoría de sus 180 empleados dedicados a estas funciones -en gran medida, mujeres de más de 50 años- abandonen la compañía en busca de otras oportunidades laborales en otras firmas próximas.

El panorama no es nada halagüeño, y desde las asociaciones agrarias ven con preocupación la senda que ha tomado el sector. "Siempre es un factor negativo que empresas del sector cierren", admite el secretario general de La Unió Llauradora, Carles Peris, quien no esconde sus augurios pesimistas en este sentido: "La dinámica de cara al futuro es que haya más cierres bien de cooperativas, bien de comercios". Algo que ocurrirá "en los próximos años" con clausuras, reestructuraciones o fusiones, asegura convencido.

Caída de la producción

En ese sentido, señala la caída de la producción entre uno de los factores determinantes. "Los aforos cada vez son más bajos, por debajo de la media; y llevamos cinco campañas a la baja", lamenta al respecto. El Ministerio de Agricultura ya ha advertido de que la recolección de naranja, predominante en la Comunitat Valenciana, se verá sensiblemente reducida; mientras los pequeños cítricos, dominadores en la provincia de Castellón, mantendrán cifras tras "la segunda cosecha más corta de los últimos 11 años".

Las previsiones de la propia Unió Llauradora señalan que la cosecha de cítricos para la campaña 2023-2024 en la Comunitat Valenciana será de unos 2,8 millones de toneladas, un 2% menos que la pasada, con especial bajada en pequeños cítricos (mandarinas y clementinas)Con esos datos sería la quinta campaña con una cosecha por debajo de la media, en línea con la tendencia estatal. De manera que, si se cumple esta proyección, se empeorarán los registros de la última campaña citrícola 2022-2023, que ya cerró con una producción un 11% inferior a la anterior. En lo que va de siglo XXI, solo la de 2005-06 tuvo una producción de 2,8 millones de toneladas.

La productividad y el rendimiento de las parcelas es otro elemento a tener en cuenta, según Peris, dado que la estructura del sector castellonense presenta "muchos campos envejecidos y que no se han renovado desde hace décadas". Una circunstancia que tiene especial repercusión en la producción: "El arbolado puede llegar a tener entre 25 y 35 años en muchos casos y el rendimiento es bajo", asegura, lo que contribuye a la merma productiva. "Hace falta una reconversión a fincas más rejuvenecidas", subraya, si bien admite que esta es una inversión a veces difícil para el pequeño agricultor.

En ese sentido, Peris lamenta que ahora, "que hay precios dignos en origen, el problema es la falta de fruta". Y deja claro que en este momento, aquellos productores que estén obteniendo buenos rendimientos con campos jóvenes, "están ganando dinero". Por ello, el momento puede ser un "factor de oportunidad para algunos", aunque estos son "una parte minoritaria".

La estacionalidad y la competencia

"Otro problema es que hay empresas que no están bien dimensionadas y no pueden cubrir los costes de los almacenes con la producción", asegura Peris en esa línea, y apunta a la excesiva especialización en variedades como la clemenules, cuya producción se restringe a apenas dos o tres meses: "Eso te saca del mercado en un mundo global, que te pide fruta durante todo el año". A su juicio, es mejor "empezar con variedades iniciales y acabar con variedades mas tardías" porque, si no, "se pierde competitividad y eso ya no es positivo".

A la postre, incide el secretario general de La Unió, "producir tan poco es perjudicial porque las grandes empresas y fondos de inversión están acaparando el dominio del mercado". Estas son las que tienen capacidad de importar producto de otros países del sur para atender la demanda de fruta a lo largo del año, algo que los pequeños productores, y sobre todo si están especializados en pocas variedades, no pueden hacer. "Los grandes, al final, son los que pueden hacer esas inversiones", explica al respecto.

Menos manos necesarias

El sector agrícola da trabajo en la provincia de Castellón a unas 25.000 personas en plena temporada citrícola, pero si hace unos años muchas compañías y empresas de trabajo temporal se las veían y deseaban para cubrir todas las plazas vacantes de collidor, el cierre de empresas y la delicada situación por la que atraviesa la industria azulejera -ha perdido más de 1.300 puestos de trabajo en un año, tendencia que afecta especialmente a las franjas más jóvenes- está provocando un exceso de mano de obra. 

"Hasta no hace mucho había un déficit de mano de obra cualificada, personas que preferían irse a otros sectores como la industria y la cerámica, pero los cierres están haciendo que cambien las tornas", asegura en este serntido el secretario general de La Unió. Solo con las firmas que, como se ha mencionado, han cerrado o se están reestructurando, hay en el sector más de 1.300 empleados disponibles, parte de los cuales podrán reubicarse en otras cooperativas y comercios; otros no. Lo cierto es que esta campaña la falta de mano de obra no será un problema, como sí lo fue en otros momentos.

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