CASTELLÓ. La Casa del Caragols vive desde hace semanas una situación cuanto menos curiosa. Desde el nombramiento de Susana Fabregat (PP) el pasado 10 de agosto, coexisten dos delegadas del Consell en Castellón. Al menos, sobre el papel. Eva Redondo (PSPV) sigue sin ser cesada de su cargo de directora territorial de Presidencia pese a que las elecciones municipales y autonómicas se celebraron hace ya más de tres meses (28 de mayo).
Fuentes consultadas aseguran que el futuro de la política socialista se resolverá cuando finalicen sus vacaciones, lo que sucederá en los próximos días. Las mismas fuentes advierten que en realidad no hay dos personas para un mismo puesto, ya que la popular ostenta la condición de directora general, mientras que su antecesora en el cargo tiene un rango inferior como subdirectora.
Fabregat tomó posesión como delegada el 29 de agosto. Lo hizo como cargo electo y con el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, como testigo de excepción (les une una gran amistad). Unas semanas antes, el Consell había hecho oficial su designación para el puesto, confirmando lo que era un secreto a voces después de la victoria del Partido Popular en la Comunitat Valenciana.
A raíz del citado nombramiento el 10, la castellonense presentó el 14 del mismo mes su renuncia como concejala en el Ayuntamiento de Castelló. Hasta ese momento, ostentaba las áreas de Bienestar y Deportes como competencias más importantes dentro del organigrama diseñado por la alcaldesa, Begoña Carrasco.
Redondo aterrizó en la Casa del Caragols el 1 de abril de 2021. La ex jefa de gabinete de la Presidencia de la Diputación Provincial sustituyó a Adolf Sanmartín, que en noviembre del año anterior se había convertido en director general de Coordinación de Emergencias de la Conselleria de Justicia, Interior y Administración Pública.
La política socialista, con plaza fija en la Universitat Jaume I, ascendió por su condición de funcionaria, grupo A, requisito indispensable para ser directora (o director) territorial en comisión de servicios. No sucede lo mismo con los directores generales (Fabregat), cargos de máxima confianza que no precisan una carrera profesional dentro de la administración pública.
Sin embargo, en ambos casos los relevos en el puesto obligan a que se produzca un cese, como apuntan a este diario fuentes consultadas. También cabe la alternativa de solicitar la baja voluntaria. De hecho, se trata de la fórmula empleada en las últimas semanas por algunos directores territoriales de la etapa del Botànic.