“UNA TERAPIA DE MIERDA”  

La falsa terapia que prometía sanar con cacas e imanes se convierte en un delirante cortometraje

La cinta, dirigida por Javi Polo (The Mistery of Pink Flamingos), parte de una idea original de Juanjo Moscardó y está protagonizada por los dos científicos de València que durante años tomaron el pelo a la comunidad pseudocientífica

23/04/2023 - 

VALÈNCIA. En los cuarteles generales del activismo contra las pseudociencias se están cocinando nuevas formas de combatir el sinsentido de la homeopatía, las flores de Bach y los movimientos antivacunas. Al lector probablemente le suenen los nombres de Fernando Cervera y Mariano Collantes, pioneros en la creación de tácticas de pensamiento lateral que invocan la razón a través del surrealismo y el humor. Durante años, estos dos jóvenes científicos de València defendieron en todo tipo de foros las bondades de la fecomagnetoterapia, un tratamiento ficticio que prometía curar enfermedades de todo tipo mediante el uso combinado de caca y campos magnéticos.

Sostenían su farsa en la idea -nunca refutada por nadie- de que dos prestigiosos doctores americanos llamados Leslie Laurie y Hugh Nielsen habían creado hace años esta terapia recogiendo la tradición de aborígenes argentinos que se frotaban heces por el cuerpo para prevenir todo tipo de dolencias. Básicamente, se combinaban las ideas del biomagnetismo con las de la homeopatía para conseguir un medicamento alternativo que compartía la idea de que la potencia del medicamento era inversamente proporcional a la cantidad de caca que contuviese. Es decir, cuanta menos caca, mejor, pero siempre tenía que haber un poquito. Con esta irrefutable base teórica bajo el brazo, se inventaron la existencia de comprimidos, cremas, inhaladores y ambientadores, que por supuesto nunca llegaron a poner a la venta (de nuevo, sin que ese hecho levantara sospechas en ninguno de los terapeutas alternativos que asistían a las conferencias de Mariano y Fernando).

La broma, que en principio iba a tener la mecha mucho más corta, creció, cruzó fronteras continentales y se prolongó en el tiempo debido principalmente a que nadie les paró los pies. A pesar del escaso esfuerzo que ponían en camuflar las señales de que todo era una farsa, la fecomagnetoterapia suscitó gran interés en foros como la Feria Esotérica de Atocha. La Bruja Rosa, organizadora de este evento -que es el más importante en España para la comunidad pseudocientífica-, fue solo una de las muchas personas que amenazó con demandar a los dos activistas después de que estos decidiesen destapar el pastel. El relato de su experiencia se hizo viral, tomó la forma de una charla TED sobre cómo fabricar una terapia alternativa e incluso se convirtió en un libro, El arte de vender mierda, publicado en 2014 por Fernando Cervera.

Años después, la historia se cruzó en el camino del guionista, productor e ingeniero de formación Juanjo Moscardó. “Yo quería hacer un documental para alertar sobre el movimiento antivacunas, sobre todo a raíz de ver cómo los padres de algunos amigos de mi hijo se estaban planteando la conveniencia de vacunar a los suyos. El negacionismo científico sigue avanzando, y pensé que era el momento de hacer mi aportación a este tema desde el campo del cine, porque es una manera de llegar a un público distinto. Contacté con Mariano y Fernando y les conté la idea de trabajar sobre la historia real del fecomagnetismo, porque al final todas estas cuestiones, desde el terraplanismo hasta el negacionismo del Covid, están cortadas por el mismo patrón. Lo único de lo que no estaba muy seguro era de cómo contarlo”.

En este punto es cuando entra en escena Javi Polo, un director de cine que había demostrado en The Mistery of Pink Flamingos su capacidad para mezclar documental y ficción de una forma muy inusual y fantasiosa. “Cuando leí el guión de Juanjo, se me ocurrió una idea bastante loca: ¿y si contábamos la historia con decorados? Normalmente, los documentales tienen mucha palabra y poca imagen. Mi propuesta consistía en hacerlo justo al revés”.


Poco a poco, el cortometraje fue añadiendo otros elementos experimentales, porque el notable cambio formal y estético propuesto por Javi Polo no implicaba cambiar a los protagonistas de la historia, Fernando y Mariano, por actores. Así fue cómo estos dos científicos se transformaron oficialmente en comediantes, ataviados con pelucas y americanas con brilli-brilli. El objetivo era superar en histrionismo a la más loca de las convenciones terraplanistas. Vencer al enemigo con sus mismas armas: la mentira y el espectáculo

Una vez formado el equipo, Juanjo y Javi abrieron puentes hacia la coproducción con otras empresas, lo que hizo que el proyecto creciera considerablemente. Asimismo incorporaron al equipo de guión a Ana Ramón Rubio y a Celia Riera en la dirección de fotografía, figuras clave también en el desarrollo y la factura del mismo.

El resultado de esta insólita colaboración entre científicos y cineastas es el cortometraje Una Terapia de Mierda, coproducción de cuatro empresas valencianas -Cosabona Films, Los Hermanos Polo, Wise Blue Studios e Inaudita Films- que cuenta con el apoyo de ICAA, Culturarts y la televisión valenciana Àpunt Mèdia. El cortometraje fue estrenado a nivel nacional en Ibicine, festival calificador de los premios Goya así como en el Málaga Shorts Corner del Festival de Málaga. Ahora ha comenzado su andadura de festivales, que les llevará a viajar por varios países y por el territorio nacional lo que resta de 2023 para presentarlo. Una vez finalice el circuito de festivales, comenzará su recorrido en televisiones, entre ellas À Punt, aunque tienen en mente ofrecerlo también en el extranjero. En última instancia, una vez pueda ofrecerse en abierto, el cortometraje debería completar su cometido didáctico con la proyección en colegios, institutos y canales de divulgación científica.

“El objetivo no es tanto convencer a los que ya están muy metidos, porque eso es muy difícil debido a las fuertes disonancias cognitivas que puede llegar a tener este tipo de personas, como tratar de disuadir a aquella gente que todavía no sabe muy bien lo que son las pseudoterapias”, subraya Fernando, que desde hace años se dedica en exclusiva a la divulgación científica en el campo de la salud.

Tanto Cerveza como Mariano llevan años enfrentándose a procesos judiciales -y alguna amenaza de muerte que otra- derivados de su activismo. “Al final no llegan a nada, claro está”, comenta con despreocupación Collantes, que trabaja actualmente en la Universidad Europea de València y fue uno de los miembros fundadores de la Asociación para Proteger al Enfermero frente a Terapias Pseudocientíficas, nacida en València y extendida ahora por toda España.

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