CASTELLÓ. La hemeroteca suele jugar malas pasadas a los políticos. Muchos quedan retratados al incumplir promesas que lanzaron en campañas. Otros, como en el caso del presidente del PPCS, Miguel Barrachina, cometen el desliz de criticar públicamente a formaciones rivales en busca de rédito electoral para después, según la necesidad o la estrategia interna, tender la mano con el propósito de hacer frente al bloque de la izquierda.
Los militantes de Ciudadanos (Cs) en Castelló reprochan al líder popular que "se erija ahora" en el adalid de la centroderecha tras defender una hipotética coalición aprovechando que el PP registró recientemente la marca 'Comunidad Valenciana suma'. Fuentes consultadas por Castellón Plaza, además de aclarar que "una alianza preelectoral es impensable, porque somos dos partidos diferentes", advierten que "en el pasado Barrachina buscó desprestigiar" a la formación naranja durante las campañas de las Generales.
En efecto, el presidente del PPCS arremetió especialmente con dureza contra Cs en las semanas previas a los comicios del 20D en 2015. En cada intervención o acto público, el entonces número uno de la candidatura de los populares al Congreso de los Diputados convirtió en bandera de su argumentario la frase "votar en Castellón a Rivera es apoyar a PSOE o Podemos-Compromís", como recogió El Mundo Castellón al Día en una entrevista publicada el 12 de diciembre. Expresiones de tal calado provocaron un profundo malestar en el seno de la agrupación local de la formación naranja al considerar que "en política no todo vale".
Cuatro años después de aquellas afirmaciones Barrachina ofrece a Ciudadanos un pacto autonómico, proposición que los militantes de Castellón califican de "oportunista", así como de "partidista". "Él puede decir lo que quiera, pero nosotros no tenemos nada que ver con el PP", subrayan las mismas fuentes.
Desde la agrupación de Cs en la capital de la Plana siempre se ha intentado evitar cualquier conexión con el PPCS. Sirva como ejemplo la conflagración con la dirección autonómica a propósito del alcaldable en los pasados comicios municipales. La apuesta de València por el neurocirujano Jesús Merino, al que se le atribuían planteamientos próximos a la derecha, provocó una cruenta guerra interna.
La junta local, bajo el amparo de la secretaria de organización, Sandra Julià, postuló a última hora a Alejandro Marín-Buck como número uno y desautorizó al entonces candidato oficialista. Lo hizo sobre la bocinza, apenas 30 minutos antes de que se cumpliera el plazo máximo para registrar candidaturas en la Junta Electoral Local de Castelló
El pulso, que causó gran revuelo mediático, precipitó la intervención de Madrid, que finalmente optó por avalar la lista alternativa, surgida además desde el consenso de las bases. Como resultado de aquella refriega, tres integrantes del equipo de Merino denunciaron a Julià ante la Fiscalía.