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La compañía castellonense trató de renegociar la deuda y buscó inversores

Las inversiones internacionales acabaron con Jobelsa y la covid le dio la puntilla

16/01/2021 - 

CASTELLÓ. La compañía castellonense Jobelsa, que justo antes de Navidad anunció el fin de su producción de tapicerías y fundas para automóvil y que este mismo mes de enero ha alcanzado un acuerdo con los 131 trabajadores de su planta de Benicàssim para que dejen de serlo, se ha visto abocada al cierre por los malos resultados de los últimos años, pero también por su excesiva ambición. 

Son los propios dirigentes del grupo los que lo reconocen. En concreto, las cuentas de su principal compañía, Jobelsa Soft-trim, apuntan a la inversión del grupo en la planta de Casablanca, que abrió en 2017, y al lanzamiento de un nuevo proyecto "de gran envergadura" en sus factorías de Eslovaquia, también ese mismo año, como la principal razón de su situación: "Para una empresa del tamaño de Jobelsa, simultanear en un mismo año el lanzamiento de cuatro nuevos y grandes proyectos [tres en Casablanca y otro en Eslovaquia] junto con la apertura de una nueva planta de producción ha supuesto un fuerte esfuerzo económico y de gestión, que evidentemente ha condicionado la cuenta de resultados de los ejercicios 2017, 2018 y el propio 2019". 

Precisamente, según las cuentas recientemente depositadas, Jobelsa Soft-trim cerró este último ejercicio con unas pérdidas de 11,5 millones, que triplicaron las del año anterior. Para afrontar esto la firma pidió préstamos a sus asociadas con el fin de devolver la deuda comprometida, pero esto no fue suficiente para esquivar la causa de disolución del grupo. 

Lo intentó todo

Tampoco lo consiguió en los sucesivos intentos para lograr la viabilidad. En un primer momento, a mediados de 2019, inició la renegociación de su deuda con las entidades de crédito en España, pero no llegó a un acuerdo. Asimismo, buscó liquidez inmediata con la venta de su planta de Barcelona (propiedad de Marpe 2), en una operación de venta con alquiler. Esta acción, junto con la reestructuración de la deuda en Eslovaquia, para la que firmó un año de carencia y seis de amortización para los 13,8 millones que adeudaba, fueron los dos principales acuerdos en busca de la viabilidad. 

Pero la llegada de un inversor, que le hubiera supuesto el ansiado oxígeno financiero para seguir funcionando, se vio truncada por la pandemia de coronavirus. En las cuentas de Jobelsa Soft-trim, firmadas a 20 de octubre de 2020, se apunta que emprendió una "búsqueda activa" de un aliado en el propio sector del automóvil, así como entre fondos de inversión, que le permitiese "ampliar el capital social, fortalecer su balance y reestructurar su deuda bancaria".

El coronavirus frustra la operación

Y entre estos últimos estuvo a punto de lograrlo: llegó a un preacuerdo e incluso firmó una Due Diligence para que un fondo conociese el estado real de la compañía. "Por desgracia, y cuando se comenzaba la fase formal contractual para dar entrada al inversor, estalló la crisis de la covid-19, teniendo como consecuencia la no materialización de la entrada del fondo de inversión en el capital social", recogen las cuentas.

Posteriormente incluso hizo lo propio con otro grupo, con quien firmó "una carta de intenciones", además de facilitarle "el acceso a clientes y bancos de Jobelsa con el fin de facilitar el cierre de la operación". Pero a la fecha de la firma de las cuentas, el pasado 20 de octubre, esto todavía seguía "pendiente de materialización" y como es obvio finalmente no se ha realizado. 

La fecha de las cuentas anuales de Jobelsa Soft-trim coincide con la de presentación del preconcurso de acreedores ante el juzgado de lo Mercantil de Castellón, junto con el de la matriz Indauvil y la asociada Marpe 2. Pero esto tampoco derivó en el acuerdo para la refinanciación de la deuda y la compañía se ha visto finalmente abocada al consabido cierre. 

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