CASTELLÓ. La música en nuestros días veraniegos se debate entre homogéneas playlists tocadas por algún dj, festivales a raudales o la actuación intimista de cantantes que se dejan ver en algún que otro club o chiringuito del extrarradio de la ciudad. El sector, cada vez más fuerte, se embolsó en 2018 unos 330 mil millones de euros, de los cuales más de la mitad pertenecen a la música en vivo (no originada de los macrofestivales), según recoge el último Anuario de la SGAE. Así, todo lo que se articula alrededor de estos eventos no hace más que robustecerse.
Solo en Castellón el cambio es evidente. Desde hace poco menos de un lustro, han brotado en la provincia una serie de chiringuitos que apuestan firmemente por incorporar en su programación actividades culturales. Entre ellas, los conciertos en vivo que toman cada día mayor protagonismo. “No solo la gente demanda estas actuaciones, nosotros en particular también estamos más receptivos a traer cantantes que a djs, porque al final, estos dotan de un carácter diferenciador a la música que ya se escucha en todas partes”, afirma Gustavo, gerente de Dharma Playa, ubicado en el Pinar de Castelló. En su caso, el local –que nació hace cuatro años- programa un dj por día y dos actuaciones en vivo a la semana; los martes dedicados al flamenco y el miércoles a otro tipo de estilos.
Unos kilómetros más al norte, la Playa del Gurugu se convierte en un marinado de actividades deportivas y medioambientales, exhibiciones y talleres infantiles con el Solé Rototom Beach, que como es lógico, también se conjuga como una extensión del festival que le da nombre. Tanto es así que en él se ubican áreas periféricas al evento reggae, como si de un main stage se tratase. Es pues por esta razón que los principales ritmos que se tejen sobre su arena son los del soundsystem. “Hemos movido una de las áreas que se ubicaban históricamente en el recinto de conciertos a la playa, para vivir de muy cerca los siete días que dura el festival –del 16 al 22 de agosto-“, sostiene su gerente Enrico Grossi.
No obstante, la actividad musical del chiringuito –que lleva en pie cinco años- se concentra normalmente en la radio del Rototom que emite señal 24 horas durante los siete días de la semana y en la ‘Dub side of the moon (la fiesta dub de la luna negra)’, celebrada una vez al mes y que invita a artistas tanto nacionales como internacionales. Una pauta que marca el dj residente Leon Selector. “La principal repercusión de que hagamos este tipo de actividades es en la ciudadanía. El hecho de poder disfrutar de un espacio que no causa molestias a los vecinos y en consecuencia que te permite bailar bajo las estrellas, lo convierte en un encuentro muy atractivo”, asegura Grossi, quien apunta como segundo punto a favor el hecho de poder servir como un espacio de promoción para “artistas que normalmente están bajo tierra o marginados”. Toda esta programación –más vasta de lo que explicamos en el texto- se gesta además durante casi un año, desde septiembre hasta el mes de junio.
También, desde el Bonki Vil, ubicado en la playa El Arenal de Burriana y abierto desde hace un año, ven en el tardeo y en los “grupos tan buenos que hay en la provincia de Castellón”, una oportunidad para “tender la mano a la música en vivo, al tiempo que para proyectar” su negocio. En su caso, el género que más tientan es el del flamenco pop, estilo que destaca paulatinamente en la mayoría de chiringuitos de la provincia. Sus conciertos más recientes han sido con Mioara y el bailaor Riberita, y Patxi Ojana. Igualmente, entre los dos conciertos que programan semanalmente, sostienen que se puede escuchar algo de música rock.
El deseo es común: “Nos gustaría poder programar más música”. Sin embargo, parece que las trabas legales de la Ley de Costas y especialmente, del cuestionado Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral de la Comunitat Valenciana (Pativel), hace peligrar el futuro de los propios chiringuitos.
El Pleno del Consell aprobaba en 2018 dicha normativa que tiene como objetivo principal la protección de los espacios litorales libres de edificación, pero también la moderación de las actividades que se ejecuten desde la playa. Así, entre otras medidas, Pavitel pretende reducir el tamaño de los chiringuitos a los 70m2 frente a los 140 que ocupan en la actualidad; limitar su programación a los meses de junio, julio y agosto; así como suprimir las exhibiciones de música. Algo que, según denuncia Grossi, se equipara a tener “un cielo sin sol”.
“Hay voluntad del Ayuntamiento de mantener estos locales vivos pero o empezamos a darle voz a nuestra complicada situación o en poco tiempo nos encontraremos sin ningún establecimiento”, añade el gerente del Solé. Una denuncia a la que se suman desde La Isla Chiringuito (Playa Torre San Vicente, de Benicàssim). “Antes solo hacíamos las actuaciones en directo en temporada baja y en jueves, pero ahora es una locura porque el público demanda más. Sin embargo, solo nos dan permiso una vez al mes, con la excusa de la full party”, apuntan. Es por ello, que el sector así como vive momentos realmente dulces, también trata de frenar el que se prevé como el declive de los chiringuitos.