CASTELLÓ. El Ayuntamiento de Castelló empieza a ver la luz al final del túnel con el Plan General (PG). El notable avance a propósito de la declaración ambiental de la parte estructural, cuya aprobación está solo pendiente de la Conselleria de Obras Públicas tras el beneplácito de Transición Ecológica y la Confederación Hidrográfica del Júcar, invita al portavoz del gobierno municipal, Rafa Simó, a ser moderadamente optimista, convencido de que no será necesario pedir una nueva prórroga de las normas urbanísticas transitorias de urgencia más allá del 1 de abril de 2021, fecha en que expirará la moratoria concedida por la Generalitat Valenciana.
"Los técnicos están trabajando y se ha progresado bastante en los últimos meses. Aún no tenemos la evaluación, pero la sensación es de ir llegando a la próxima meta volante, y eso es una satisfacción", recalca Simó.
El también concejal de Urbanismo del Ayuntamiento evita hablar sobre plazos y pide "cautela y prudencia". Entre otras cosas, y como se ha demostrado, porque la aprobación del PG "es un proceso muy largo". No en vano, el equipo de gobierno lleva desde la legislatura pasada tratando de poner fin a la actual inseguridad jurídica como consecuencia de la anulación en 2008 del PGOU impulsado por el Partido Popular.
"Todavía no tenemos los informes [de la declaración ambiental], aunque el feedback informal con los funcionarios de las otras administraciones hace que las sensaciones sean satisfactorias. Sí que es verdad que estamos llegando al final de esa tramitación", insiste.
Al respecto, Simó recuerda que pueden darse dos posibles escenarios, que determinarán las siguientes fases del farragoso proceso administrativo. En el caso de que la evaluación resulte favorable, todo irá rodado. Por el contrario, "si fuera condicionada, habrá que ver su magnitud" ante la necesidad de realizar nuevas correcciones, lo que supondría otra piedra en el camino.
El Plan General se compone de dos instrumentos urbanísticos, que están directamente relacionados entre sí, ya que uno supedita al otro. La parte estructural contiene varios estudios, como el paisajístico o el plan de inundabilidad. Plasma la esencia del modelo de ciudad para las próximas décadas y cómo debe pautarse el crecimiento.
Por su parte, el documento pormenorizado entra más al detalle, toda vez que recoge aspectos como las alturas de las nuevas edificaciones, las características de las células urbanas (supermanzanas) o la distribución del mobiliario en función de las características del espacio.
En consecuencia, la evaluación ambiental afectará a ambas herramientas, cuya modificación se ajustará a lo que dictamen los técnicos de las distintas instituciones implicadas. De ahí su importancia para desbloquear la actual situación, que impide establecer una hoja de ruta sobre las exposiciones públicas y los plenos para acometer la aprobación definitiva.