CASTELLÓ. La angustiosa situación que vive el sector azulejero, desbordado por los precios y la inestabilidad del gas, viene cobrándose ya sus primeras víctimas. Los cierres de Todagres y de Azulejera Alcorense son por ahora las noticias más negativas que se conocen, a las que se suma la aplicación de numerosos expedientes de regulación temporal de empleo y la conversión de algunos de ellos en despidos, como en el caso del Grupo Halcón, que negocia la salida de 185 empleados.
Además de haberse conocido antes (en el caso de Todagres se visibilizó al abandonar el stand de Cersaie y dejarlo sin uso) estos casos son especialmente sensibles al tratarse de compañías históricas, con cierto tamaño y gran arraigo en un sector vinculado a la innovación pero también muy tradicional y familiar. De ahí que otros cierres hayan pasado más desapercibidos a pesar de haberse producido primero.
Es el caso de Eneacer y Struker Porcelánico. Ambas firmas solicitaron este pasado verano el concurso de acreedores, cuando ya habían paralizado su actividad. La primera en hacerlo fue la segunda: el Juzgado de lo Mercantil nº1 de Castelló dictó el pasado 28 de julio el auto por el que declara el concurso voluntario y abreviado de la compañía. Esta es una pequeña sociedad que tiene las instalaciones en Onda (aunque nació hace más de 35 años en Almassora) y que a lo largo de su vida se ha dedicado a la venta de productos cerámicos pero también a la de paneles de madera para el montaje de stands feriales.
En 2019 llegó a facturar 2,6 millones de euros, pero esta cifra se fue reduciendo hasta cerrar con casi la mitad el año pasado. Además, las pérdidas de los dos últimos ejercicios han sido las causantes de su cese de actividad, para lo cual ha esperado a encontrarse en un callejón sin salida con la situación actual del sector azulejero. A pesar de ello, su patrimonio neto todavía se elevaba a casi 3 millones de euros al cierre de 2021, con lo que debería poder afrontar el concurso de forma digna, para lo cual el juez ya ha designado administrador.
Diferente es el caso de Eneacer. Nacida en l'Alcora en 2010 (en plena crisis) pero con el centro productivo y su comercializadora Elfos en Onda, este era un fabricante de más tamaño (el año pasado trabajaron en él casi 60 personas) que en 2021 alcanzó su récord de facturación con 15,8 millones de euros, casi 3 y medio más que en el ejercicio precedente.
Dedicado a piezas de poco valor añadido, desde el año 2017 venía acumulando pérdidas, que en conjunto casi alcanzan los 7 millones de euros. Con ello, su patrimonio neto quedó fijado a 31 de diciembre de 2021 en 6,3 millones de números rojos. Y pocos activos tendrá para responder de ellos, ya que las naves en donde producía sus piezas son propiedad de Gaya Forés.
En esta situación, los responsables de Eneacer pidieron el concurso de acreedores, que el juez dictó el pasado 12 de septiembre. De hecho, el Juzgado de lo Mercantil nº1 de Castelló también ha iniciado ya la fase de liquidación de la sociedad, que ya no volverá a fabricar baldosas. No en vano, en julio los administradores de la azulejera ya habían aplicado un ERE a la totalidad de su plantilla.
Se trata pues de dos compañías que ya venían atravesando dificultades, pero cuya caída evidencia la más que delicada situación que atraviesa el sector cerámico castellonense, que no cesa de pedir ayuda para tratar de superar este bache originado en causas que le son ajenas.