La sala 16 Toneladas acogerá el próximo sábado un tributo al músico y técnico de sonido Julián Marco Gimeno, fallecido en noviembre. Los Chicos, La Plata, Señor No, Johnny Casino, Ukelele Zombies, Ton Ton Macoutes y O.J.O son algunas de las bandas que actuarán en este encuentro, cuya recaudación se destinará a la Asociación Española contra el Cáncer
VALÈNCIA. Medía casi dos metros de altura y era de complexión fuerte. Su presencia era imponente, desde luego, pero su aplomo tranquilote transmitía a todo el mundo una sensación de seguridad y confianza inmediata. Se llamaba Julián, pero muchos le conocían cariñosamente por el apelativo de “El Gegant”.
Julián era un tipo extremadamente querido en la escena musical. A lo largo de tres décadas tocó el bajo en dieciséis bandas de punk, garage y rock and roll; era además un técnico dedicado y solvente, que sabía extraer el mejor sonido a los conciertos en el Funtastic Dracula Carnival y en el ya extinto Magazine Club. A estas facetas se sumaba la de maestro paellero del underground valenciano. Siempre se ofrecía voluntario para cocinar para decenas de personas en las pre-parties que a veces se organizaban horas antes del inicio de un concierto. Lo hacía siempre con enorme ilusión, porque lo que más le gustaba era agasajar a los demás.
Julián murió el pasado mes de noviembre y su despedida fue multitudinaria. Ya en el tanatorio empezaron a fraguarse ideas para rendirle tributo como a él le gustaría: con música y a lo loco. Su pareja, Carmen, y madre de su hija en común, Lola, tuvo una idea tan estrambótica como romántica: encapsular las cenizas del Gegant en una pequeña tirada de vinilos. “La relación entre Julián y yo siempre fue a tres con la música. Tanto espacio ocupaba en nuestra vida que, cuando nos tocó despedirnos de él, tuve claro que la unión entre Julián y la música tenía que continuar, y gracias a la mejor herencia que me podía dejar, sus amigos, hicimos discos singles con sus cenizas”. La portada la ilustró Lluis Fuzzhound; de la contraportada se encargó Mik Varo; el arte gráfico del disco se imprimió en la imprenta de Ubaldo Fombuena (Cuelllo, Osadía Ediciones), y del corte y la impresión de los vinilos se encargaron Alberto Camarasa y Oihanne Contreras de Lathesville (Berlín).
En la contra del disco aparece la retahíla de grupos en los que tocó Julián a lo largo de sus 50 años de vida; desde Los Perros, legendario grupo punk que tenía base en La Alcudia, hasta O.J.O, power trío que compartía con Isa Santana y Don Rogelio J. El currículum musical del Gegant se completa con Los Traitors, Motornerds, Tubarro, Bad Vibes, Negative Waves, Maybe Road, Grave Digger 5, Ton Ton Macoutes, Johnny Casino, Guitarra es árbol, Jaume Bored Punk Machine, Teen-ayer, Monkey Dogs y Highway Pimps.
Muchos de los amigos de Julián se reunirán el próximo sábado 25 de mayo en la sala 16 Toneladas con motivo de una fiesta de homenaje en la que actuarán nada menos que 14 bandas y cuatro dj’s -David Nebot, Danielo 77, Sr. Varo y Checko-. Grupos de distintas épocas -algunas reunidas para la ocasión como Tom Tom Macoutes y Tail-, y también muy diversas en cuanto a estilos y generaciones -Los Chicos, Señor No, La Plata, Johnny Casino, Ukelele Zombies, Sonic Angels-. A estos hay que sumar a The Cha Cha Chas, De la Nada, Los Vivos, O.J.O, Los Montoya y Monkey Dogs. Es un homenaje, pero abierto al público, cuya recaudación se destinará a la Asociación Española contra el Cáncer.
“Nos conocimos en 2009 en la sala Wurlitzer de Madrid, cuando él trabajaba de runner con Johnny Casino & The Secrets. Mi alma gemela y mujer de Johnny, Mayra, me llamó y me dijo: "Carmen, he conocido al hombre de tu vida, hay concierto en Madrid la noche de tu cumpleaños, y tienes que venir". Y desde entonces mi vida se llenó de amor, conciertos de rock&roll y nuevos amigos. Por aquel entonces yo vivía en Madrid y Julián en Valencia, encima del Magazine Club, donde pronto empezó a trabajar como técnico de sonido”, cuenta Carmen.
“Además de ser una persona y un amigo fantástico, en Magazine Julián era una persona imprescindible en todos los sentidos -comenta Luis Cadenas, copropietario de la sala que estaba ubicada en el barrio de Extramurs-. Él hacía tanto de promotor, como de camarero, o incluso de seguridad si hacía falta. Aunque sobre todo su papel era el de técnico de sonido. Su nivel de paciencia infinita al tratar a las bandas en las pruebas es digno de destacar. Por mucho que le marearan, jamás perdía los nervios”.
Entre sus habilidades como hombre-orquesta en Magazine, el Gegant asumió también el papel de “tutor” oficioso de un adolescente llamado Diego Escriche, al que hoy se conoce sobre todo como cantante y guitarrista de La Plata y como uno de los productores de sonido más prometedores de su generación. “Él fue quien me enseñó a hacer todo lo que sé hacer en sonido -recuerda-. Me daba rienda suelta, empujándome a hacer cosas nuevas, dirigiéndome cuando lo necesitaba. Es el mejor profesor que he tenido, sin duda. Le respetaba muchísimo”.
“Julián era la persona que, al mando de los monitores, se encargaba de que las bandas salieran a comerse el escenario sabiendo que todo iba a sonar perfecto -cuentan por su parte Paloma y Varo, responsables del Funtastic Dracula Carnival, donde Julián trabajó desde la tercera hasta la 17ª edición-. Siempre estaba ahí, con su sonrisa contagiosa y sincera, dando tranquilidad no solo a los músicos, sino a todo el equipo”.
Julián nació en Gandía en 1973. Era un chico “deportista y más bien modosito”, que jugaba al baloncesto. Empezó a moverse por los ambientes de heavy de su pueblo hasta que, en 1991, su amigo Checko le introdujo en el rock and roll durante una visita a Valencia. Le llevó al Ombligo de Sharon, un bar de La Malvarrosa muy popular en aquellos años, donde conoció por primera vez a Caruso y a Joseber, con los que formaría su primera banda, Los Perros. La reputación salvaje de Los Perros llegaba ya entonces a los círculos del undeground madrileño (años después, Wau y los Argghs!!! recogieron el testigo de esa fama de personajes incombustibles).
Uno de los amigos de Gandía, Maikel, acabó siendo compañero habitual de Julián en el equipo técnico de festivales como el Funtastic o el Turborock, donde el Gegant asumía además el papel de promotor. “Nuestros padres ya eran amigos, así que para mí era como un hermano -comenta Maikel, que es además uno de los coordinadores del homenaje del sábado-. En la primera parte de la fiesta tocarán las bandas que dejó huérfanas. Después actuarán grupos que se ofrecieron a venir desde todas partes: desde Madrid y Bilbao hasta Australia o Francia y, cómo no, de la terreta. He tenido mucha suerte de compartir mi vida con esta maravillosa persona. Su legado perdurará”.
De aquella primera etapa, y de su juventud en Gandía, nos hablan también Berto y Andrés Panruso, sus compañeros de Guitarra es árbol. “Le conocí sobre el año 98 en Valencia, en un concierto de Los Motornerds, que es era una banda que teníamos de punk cafre. Tocábamos muy mal y salíamos al escenario con tangas de lentejuelas y boas. Muy Alice Cooper -comenta Berto-. Él ya había dejado de tocar en los míticos Los Perros con Joseber y otra peña de La Alcudia y estaba montando un grupo con Pepe Trigrus. Me ofrecieron unirme como cantante, pero al final les convencí para que viniesen ellos a tocar a Los Motornerds. Con Julián daba mucha seguridad tocar, porque tocaba muy bien e imponía mucho. Muchos años después de dejar Los Motornerds, coincidí en Magazine con él y con Andrés Panruso y les conté una idea de banda nueva que me rondaba la cabeza. Los dos se apuntaron sin dudarlo”.
“Conocí al Gigante en la adolescencia. Era todo generosidad -cuenta Andrés Panruso, batería también de otros grupos de los dosmiles como Caballo Trípode o Le Jonathan Reilly-. Siempre nos resultó facilísimo llevar juntos el tándem batería-bajo. Supongo que entendíamos nuestra función como músicos del mismo modo: estar al servicio de la canción. Julián como bajista era pilar, no floritura. Menos en las paellas…”
Claro. Los arroces. En el cartel que ha diseñado Mik Baro para los conciertos del sábado vemos una caricatura de Julián agarrando una enorme paella con una sonrisa socarrona y orgullosa. Sobre esta faceta culinaria, Isidro (San Isidro, Wau y los Arrrghs!!!, etc) aporta una anécdota muy representativa de su carácter. “Además de cocinar por placer, lo hacía porque le gustaba cuidar a todo el mundo. Cuando íbamos de gira y dormíamos en casa de amigos o promotores, siempre me decía: “Isi, vamos a levantarnos pronto, averiguamos dónde está el mercado y le hacemos una paella a esta gente ¡Van a flipar!”. “Una vez, en Sydney (Australia), bajamos al super a comprar arreglo para hacer un arroz caldoso en casa de Johnny Casino y Mayra, que vivían en Surrey Hills, al lado de Hyde Park. Julián se indignó muchísimo cuando vio que una ramita de romero costaba 14 dólares, así que le dije: “Tranqui, yo sé donde hay”. Le llevé a Hyde Park y nos pusimos a cortar romero. Entonces llegó un policía y nos dijo que nos iba a multar, a lo que Julián le contestó: “Mira, somos de Valencia. Eso está en España. Primero: el romero allí es gratis, y el que quiere, lo coge. Y, segundo: estamos en casa de una gente, aquí al lado, que nos están tratando como reyes. Queremos cocinarles algo nuestro. Enseñarles cómo huele nuestra casa. Somos de pueblo… del campo, ¿sabe?”. Al final, el encanto de Julián les libró de la multa.
Isidro destaca otros aspectos menos conocidos del Gegant, como su afición a la jardinería o su faceta de luthier. “Una vez se le estropeó el bajo, y para aprender a repararlo él solo se sacó un título de luthier. Acabó fabricando guitarras y bajos para un montón de gente”, recuerda. “Volvía feliz a casa después de tocar el bajo que él mismo se había fabricado en Formentera con el maestro Eki”, corrobora Carmen.
Una de las antiguas bandas del Gegant reunidas para la ocasión este sábado es Ton Ton Macoutes, proyecto que compartía con Gustavo (bajista en Antiguo Régimen, aunque aquí tocaba la guitarra) y Belinda (teclista en Wau y los Arrrghs!!! y baterista en esta banda). “El tiempo pasa y no cura, pero amortigua -nos dice Gustavo, con respecto a la muerte de su amigo-. Ayer estuvimos ensayando unas canciones Lean, Beli y yo para este homenaje, después de años sin tocarlas. Hubo risas, y recordamos historias con Gegant. A pesar de sonar regular, pues era evidente la falta de bajista (en el concierto tocará Isidro), nadie hizo la más mínima mención al respecto”.
Gustavo, que es uno de los miembros fundadores de La Residencia, es muy consciente de que en los ambientes de bandas, clubes y centros sociales autogestionados se producen tensiones de vez en cuando. “Sin embargo, no había persona en Valencia que no hablara más que maravillas de Julián. Era mi hermano mayor y el de toda una bandada de patos; siempre estábamos bajo su aura protectora. Llegabas a un ensayo con cinco problemas y después de estar con él salías con -2. Era un entusiasta; se ocupaba de todo: el sonido, las grabaciones, las comidas, el transporte, el backline y mil cosas más, con tal de ver al grupo feliz. Era el pegamento que aguantaba el castillo de papel que a menudo era nuestra vida”. Además de cuidar, sabía ser guasón. “Era un clásico suyo que, cuando nos paraba en la carretera un control de la Guardia Civil, él respondiera: ¿Agentes, me han visto ustedes guapetón?"
“Julián fue para mí como un hermano. Compañero de mil parrandas y fechorías hasta la médula -dice, por su parte, Belinda-. Vivimos juntos mil batallitas y gamberradas. Unas se podrían contar, y otras que mejor no, como algún hotel de Vitoria en el que aún se acordarán de nosotros…. Nuestras andaduras empezaron con el garito Tura Satana, un bar en la playa de Gandía. Allí conocimos a bastantes bandas, entre ellas a Los Chicos, con los que hasta el día de hoy mantenemos una relación muy bonita”. “De todos estos años juntos me quedo con que siempre fue un amigo de los de verdad -continúa-. Tenía esa vena cabronceta y gamberra que me hacía reír hasta la saciedad. Era entrañable y no tenía un ápice de maldad”.
El último disco que grabó Julián fue con O.J.O. Isa Santana, baterista del grupo y amiga desde su adolescencia, le recuerda así: “Juli era una persona super encantadora y muy fácil de querer. La primera vez que tocamos juntos fue con Midnight Woolf, una banda que Lluís Fuzzhound y yo habíamos montado en Australia. Yo entonces tenía unos 19 años. La relación musical fue increíble desde el principio. Estábamos súper a gusto; con una mirada ya sabías por dónde tenías que tirar. Por casualidades maravillosas de la vida, cuando empecé a tocar con Don Rogelio J. en O.J.O hace unos tres años pensamos en pedirle a Julián que se sumase como bajista, y fue super guay. Estuvimos tocando casi un año, grabamos un single y esa fue la última banda y el último disco que grabó, porque después se fue a vivir a Canadá con Carmen y su hija Lola. Ha sido una persona muy especial para mí. Ensayar y tocar con él era una fiesta y una risa, siempre tenía la sonrisa en la cara. Una persona amable, tranquila. Que hacía las cosas fáciles a todo el mundo”.
Al terminar de escribir este reportaje, cuya elaboración se ha prolongado durante casi dos semanas, nos informan de que el aforo para el homenaje a Julián ya está completo. Era de esperar. “Estamos asustados por el maremagno de emociones que nos van a atravesar -dice, con razón, Carmen-. Va ser algo único, y sin duda Julián estará allí con nosotros”.