CASTELLÓ. El PP y Vox van camino de materializar sus primeros 12 meses como socios de gobierno en el Ayuntamiento de Castelló. Aunque oficialmente ese simbólico aniversario se celebrará el 1 de agosto, la realidad es que desde que las elecciones del 28M constataron que la derecha y la extrema derecha sumaban mayoría en la capital de la Plana muy pocos dudaron de que al final ambos partidos acabarían sellando un acuerdo. Incluso, a pesar del polémico discurso del líder de la formación de ultraderecha, Antonio Ortolá, en la toma de posesión de la popular Begoña Carrasco como alcaldesa, investidura de la que hoy se cumple precisamente un año.
En este tiempo, los roces entre el PP y Vox han sido manifiestos, aunque esas fricciones aparentemente no han afectado a la gestión diaria. Los temas con mayor contenido ideológico han derivado en friegas públicas, cuya intensidad han ido en aumento en las últimas semanas al copar el protagonismo de la agenda municipal la cruz de Ribalta y el Día del Orgullo. Estos dos temas han visibilizado las brechas entre ambos partidos, aunque desde el inicio de la legislatura los distintos posicionamientos sobre cuestiones más o menos controvertidas han capitalizado los mensajes y las puestas en escena de unos y otros.
Solo hay que repasar la hemeroteca para encontrar ejemplos de posturas antagónicas. Por ejemplo, a los pocos meses de arrancar el nuevo ejecutivo (en octubre), el partido de extrema derecha lanzó un pulso a su socio de gobierno por los libros con temática LGTBI y de diversidad sexual. La petición de retirarlos de la sección de infantil y juvenil de la biblioteca municipal de la calle Mayor quedó solo en eso tras advertir el PP que se cumplía con lo que marca la normativa en ciudades de más de 20.000 habitantes.
Previamente a aquel episodio, Vox no encontró un aliado en su socio cuando en el pleno de septiembre el concejal de Familia, Alberto Vidal, cargó contra Unicef. En realidad, censuró "cualquier organismo internacional que impone ideología y está ligado a la Agenda 2030". Así lo manifestó en su intervención para justificar el voto favorable de su partido a la renovación del Sello de Reconocimiento de Ciudad Amiga de la Infancia.
Antes de la Magdalena de este año, en febrero, la fuerza de ultraderecha volvió a hacer pública su disconformidad con el PP. En esta ocasión, por los puntos violetas de las fiestas. Antonio Ortolá reiteró en varias ocasiones su oposición a la colocación de las carpas, hasta el extremo de acusar al grupo popular de "desleal". Ante las continuas críticas, el portavoz del gobierno, Vicent Sales, sentenció: "Que no haya ninguna duda. La postura del Partido Popular, y la alcaldesa lo ha manifestado muchas veces, es que no vamos a dar ni un paso atrás en la lucha contra la violencia que sufren las mujeres".
Todos estos incidentes han tenido un fundamento de contención. Al menos, hasta ahora. Con la nulidad de la retirada de la cruz de Ribalta y la celebración del Día del Orgullo, las desavenencias han ido a más. No en vano, en estos dos asuntos, cada partido defiende planteamientos opuestos. En lo que se refiere al lábaro, el PP plantea colocar un monumento que "honre la memoria y mantenga el recuerdo a las víctimas", como así recoge el punto 70 del acuerdo de gobernanza. En este contexto, propone una escultura que, además, recuerde la figura de Miguel Ángel Blanco. Por su parte, Vox insiste en que solo cabe restituir una cruceta, en la línea de lo que expone también la Fundación Abogados Cristianos.
En cuanto al Día del Orgullo, que se celebró el pasado sábado, el Partido Popular se ha mostrado inflexible con la organización de los actos. Carrasco exhibió en la presentación del programa su apoyo "firme y rotundo" al colectivo LGTBI. "Castelló es una ciudad tolerante, plural y diversa, y nosotros hemos venido a gobernar para todos, sin preguntar a la gente a quién vota, a quién reza, ni a quién ama", declaró. Frente a estas palabras, Ortolá respondió que "la bandera arco iris no representa a todas las personas que no se consideran heterosexuales, y la única bandera que a todos nos hace iguales es la española".
A diferencia de lo que ocurrió con el anterior ejecutivo, el denominado Acord de Fadrell (PSPV, Compromís y Podem-EUPV), las disputadas entre los socios de gobierno no están afectando a su hoja de ruta en el Ayuntamiento. Todos los asuntos de ciudad, y que han necesitado de un consenso, se han aprobado sin fisuras, como las ordenanzas fiscales o los presupuestos.