CASTELLÓ. Marie Claire afronta estos días uno de los momentos más complicados de su historia, en la que ha vivido varias crisis y transformaciones. A punto de presentar un preconcurso de acreedores, y con la necesidad inexorable de reducir la plantilla, ya de por sí mucho más exigua de lo que llegó a ser, los dirigentes de la centenaria textil castellonense están tratando de dar con la fórmula para continuar con su actividad, reducida eso sí, y evitar su extinción.
Con este objetivo su directiva está liderando una refinanciación de la deuda, en manos en su mayoría del Institut Valencià de Finances (IVF), que le prestó 21,5 millones en dos operaciones, pero también contraída con la Administración, proveedores y la plantilla, que sigue cobrando las nóminas y hoy mismo percibirá la de junio. Pero para lograr la supervivencia también es necesaria la entrada de un nuevo inversor.
En concreto, fuentes externas conocedoras apuntan que la cantidad de dinero necesaria ronda los 3 millones de euros. Se trataría de obtener con ellos los fondos necesarios para financiar la compra de material y mercaderías con los que impulsar las dos únicas unidades de negocio que tienen potencial para continuar en Vilafranca: las medias medicinales y las stop carreras, debido a que ambas tienen valor añadido que las diferencian en el mercado y los ingresos que se perciben por ellas permitirían seguir produciéndolas en la localidad dels Ports.
Para encontrar este inversor no hay fecha límite, señalan las fuentes. Estas apuntan que lo más urgente es redefinir el tamaño de la plantilla. No en vano, el próximo 30 de junio acaba el ERTE en el que están incluidos 130 empleados. Su regreso es imposible, porque el adelgazamiento de los costes salariales, que suponen aproximadamente el 40% del total, es una necesidad imperiosa en Marie Claire, dado que los ingresos actuales no permiten cubrirlos.
Y para convertir el ERTE en un ERE la firma necesita el visto bueno del IVF, dado que las condiciones de los préstamos establecen que para acometer despidos debe acordarlo con el instrumento público autonómico. En el mismo están dispuestos a acometerlo siempre con el objetivo de que la firma pueda seguir desarrollando su labor, aunque sea de forma reducida. Lo que no hará el IVF es aportar un nuevo préstamo para continuar con la misma actividad deficitaria, de ahí la necesidad de un inversor externo.
Para avanzar en la reducción de costes salariales, para el próximo lunes ya se ha fijado una segunda reunión entre los trabajadores y la dirección de la compañía. Según lo previsto, esta debe presentarles la solicitud del preconcurso de acreedores, el plan de viabilidad y el ERE con el que reducir la masa salarial de la firma y comenzar las negociaciones.
Según las cuentas de los directivos, para llevar adelante la sociedad necesitarían una plantilla de unos 120 trabajadores. De ellos, entre 40 y 50 se emplearían en tareas de producción, una veintena en materia logística (ambos grupos en Vilafranca) y alrededor de medio centenar en los servicios centrales y comerciales, repartidos entre Castelló y València.
Se trata de una plantilla exigua, pero lo que pretenden tanto en la firma como en el IVF, como hasta ahora, es evitar el cierre. Aunque la pérdida de empleos ya es un hecho grave, el cese de la actividad sería un golpe mortal para una localidad como Vilafranca, que ya ha pedido ayuda urgente por boca de su alcaldesa, y también para sus alrededores.