CASTELLÓ. Marie Claire pende de un hilo. La histórica enseña castellonense, con más de 115 años de historia, entrará en concurso de acreedores y busca un inversor que le permita reestructurar su deuda. Esta es su única vía para garantizar su actividad, que, además, se verá seriamente reducida, hasta el punto de que tan solo se plantea una producción mínima en Vilafranca, en principio destinada a medias medicinales.
Para llevar a cabo esto, desde la firma se está renegociando la deuda con sus acreedores. Asimismo, deberá presentar un Expediente de Regulación de Empleo para la mayoría de los 215 trabajadores con los que todavía cuenta, tal y como han trasladado sus dirigentes a los empleados en una reunión que ha tenido lugar a las 19.00 horas de este martes en las instalaciones de la compañía.
Esto supone un golpe muy duro para una localidad, Vilafranca, y sus alrededores, que tienen en la firma textil su principal núcleo laboral, pero mucho más lo sería el cierre que desde el comité de empresa se ha trasladado que se va a llevar a cabo.
La demográfica y social es la principal razón por la que el Gobierno de la Generalitat ha tratado de aliviar en los últimos años la acuciante situación de la firma con la salida de la anterior dirección, que fue aparejada a la concesión de dos préstamos por parte del Institut Valencià de Finances. Con ellos, los dirigentes de A2D Business Retail, entre los cuales está el empresario valenciano Álvaro Bordils, han tratado de hacer frente a los impagos acumulados y a parte del pasivo acumulado en la última década.
Las noticias de la compañía eran angustiosas en los últimos meses. Hace justo un año se vio obligada a cerrar su centro de distribución de Borriol, debido al elevado alquiler a abonar; y pese a las repetidas reducciones de capital y la reorganización, nada ha surtido hasta ahora el efecto deseado.
De hecho, tras implantar la jornada de cuatro días en octubre pasado, buena parte del personal ha ido saliendo de la sociedad. Hace alrededor de un mes y medio dejó la firma su anterior director general y, con un ERTE en vigor, a día de hoy solo trabajan en las instalaciones de Vilafranca algo más de medio centenar de empleados.
La cifra, ni tampoco los 215 trabajadores de la plantilla actual, se acerca al más de un millar con que la compañía llegó a contar, lo que la convirtió en un auténtico motor de desarrollo para un buen pedazo de terreno en la zona limítrofe entre Castellón y Teruel. Al lastre de una mala planificación comercial con el laboratorio Reckitt & Benckiser, que dejó tirada a la firma castellonense, se han sumado en los últimos años diferentes circunstancias, como una sobreproducción y la dificultad para situar el stock en el mercado.
Tras la pandemia de la covid, la caída del mercado ha supuesto otra losa crucial para la compañía. En un comunicado -que la firma había preparado para junio y que ha adelantado como única respuesta-, la firma ha explicado que el descenso de las ventas, con un mercado de medias y pantis que no alcanza "el 50% de los niveles precovid", unido a "una crisis logística y de materias primas que ha incrementado los costes de fabricación, agravados por el aumento en los costes energéticos", ponen en serio entredicho su actividad.
De ahí que, tras un estudio de mercado, la única opción plausible de futuro parezca ser la fabricación de las citadas medias medicinales y una actividad logística y comercial en Vilafranca con producto fabricado en el extranjero, más económico y con el que la firma podría seguir funcionando. Pero para ello sus dirigentes necesitan encontrar un nuevo inversor que logre refinanciar la firma, tal y como señala el comunicado. De hecho, este miércoles hay una nueva reunión en este sentido, según ha podido saber este diario. Falta por ver si finalmente esta vía se materializa y aporta el oxígeno que necesita la compañía. Es el último halo de esperanza para una firma centenaria.
