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Solo ‘el poble’ salva al trap

7/12/2022 - 

VALÈNCIA. València no s'acaba mai es uno de los temas del álbum Viento desatado publicado en 2012 por Julio Bustamante. También es la canción homónima del trapero Antítesi  “llegint a Baydal una nit (...) si València no s’ha acaba mai. No queden revolucionaris”. También es, como era de esperar, una publicación del investigador y divulgador Vicent BaydalBaydal, por su paronimia con ‘gyal’, es muy  trap.

La búsqueda en Dialnet —el portal de difusión de la producción científica hispana especializada en ciencias humanas y sociales— de “trap + lenguas minoritarias” no arroja resultados. Tampoco el catálogo de la biblioteca de la Universitat de València, ni Google Scholar. Si hay papers que hablen del trap en lenguas como el valenciano, no son fácilmente localizables. No obstante, hay producción musical de este y otros géneros urbanos en la lengua cooficial de la Comunitat Valenciana. Hace dos años, en 2020, el periodista Luis Urios escribía el artículo El rap en València: sin estrellas pero con personalidad propia, en él, el periodista lanzaba cuestiones sobre la escena que siguen vigentes: “El panorama valenciano del rap ha atendido a una serie de particularidades tan solo presentes en nuestro territorio. Además de la cuestión de la esencia, hay muchos otros interrogantes a los que conviene dar respuesta, y es especialmente interesante hacerlo desde la óptica valenciana. ¿En qué medida el valenciano ha hecho que el rap se desarrolle de forma distinta? ¿El hecho de que no haya grandes referentes en el panorama nacional que provengan de nuestro territorio permite que se mantenga esa esencia más que en otros lugares como Zaragoza o Barcelona? ¿Ha habido una explosión de nuevos artistas? ¿En qué punto queda el rap clásico?”.

Nombres de trap

Cactus es una de las formaciones valencianas que desde sus inicios se inclinaron por la música urbana, sin desechar la actitud pop. A principios de este año, firmaron su tercer trabajo discográfico, Mode avió: “un disco con melodías agradables y frescas, pero sin dejar de lado el sonido urbano. Es el primer disco sin la vocalista Samantha, y ha sido el más ambicioso en la trayectoria de la banda valenciana hasta el momento. Su reto actual es explorar la mezcla de estilos e influencias. La gran novedad han sido los vientos, el grupo ha añadido en esta nueva etapa trombones, saxos y trompetas en gran parte de los temas”, explican desde Delirics, su discográfica. “Nosaltres estem superorgullosos de les nostres arrels, però Cactus va nàixer inicialment amb la idea de fer un discurs transversal. Aleshores, no ens fa por llançar una proposta més evolucionada i amb un missatge més contemporani. Hi ha cabuda per a tot, però volem evolucionar i fer propostes per a noves generacions”, contaron a Ediciones Plaza.

Hivern publicó este año los temas Llums en verd y Secrets, dos cortes de, por poner una etiqueta, bedroom trap con actitud soft boy, la antítesis de La tia figa: rap feminista y reivindicativo (La plorona y Trap brut son dos de sus temas) que podría ir en una lista con las canciones más drill de Aina Palmer, como Autoodi. (Aina Palmer pueden hacer lo que les venga en gana, que lo hacen bien).   

Cactus.
La monserratera Kenya Racile podría marcarse un tema en valenciano, como hizo Laborde versionando a Tangana en Nunca estoy (mai estic), pero no parece que eso vaya a ocurrir. Mientras que desde hace años grupos como Pupil·les, Tesa, JazzWoman, Aspencat, Txarango o Charly Efe producen rap fusión en valenciano y lo usan como un vehículo para reclamar derechos lingüísticos, la escena parece estar huérfana de cantantes de trap. No ocurre así en Cataluña, donde figuran nombres como 22 Nais, 31 FAM, Pawn Gang, Bad Gyal (en temas antiguos como Pai o Indapanden), Chill C, Yung Mare, 2ES, Yung Rajola y un largo etcétera que, junto a artistas valencianos, el Gabinet de normalització lingüística del Ajuntament de València recoge en sus listas públicas de Spotify.

Multiculturalidad y préstamos

El trap, el rap, el dancehall, el drill y el reguetón de producción nacional están escritos en su mayor parte en la lengua mayoritaria, valga la redundancia, pero tanto por los orígenes de estas músicas —Estados Unidos, Puerto Rico y Jamaica— como por los barrios y zonas suburbanas de las que emana, la impregnación y convivencia entre lenguas es habitual. Palabras y expresiones que recogen el habla de personas de origen latino y árabe o reflejos de la etnia gitana. 

En Making Flush. La música urbana: un cambio generacional, un nuevo paradigma cultural, libro coordinado por El Bloque y editado por Plaza & janes, se recogen las palabras de la argentina DJ Flaca, una de las primeras mujeres que pinchó reguetón en España: “la inmigración enriquece la cultura, y estos inmigrantes de segunda o tercera generación, y las personas que están en íntimo contacto con ellos, ahora están tomando los espacios, consiguiendo que el resto se sientan representados y se atrevan a enseñar sus movidas. Nuestras cosmovisiones no eran objetos a tener en cuenta en la escena musical y, de repente, todo gira en torno a ellas”. 

Víctor Fernandez, en el post Multiculturalismo y multilingüismo del trap español, hace un repaso por las influencias que florecen en el trap nacional: “Encontramos numerosas expresiones que provienen del pueblo gitano, aunque más que expresiones de su lengua (el ‘caló’) – entre la que destaca ‘lache’ (dar vergüenza) -, lo que realmente podemos encontrar son muchas referencias a esta cultura, sobre todo, al flamenco y a sus mayores representantes”. Para ejemplificarlo señala a Yung Beef. También destaca a Khaled, artista que suele incluir versos en árabe en sus temas. Si seguimos escuchando las canciones tanto de Yung Beef como de Khaled, encontraremos una gran variedad de referencias y expresiones árabes, no solo porque Khaled tiene orígenes árabes, sino porque ambos son del sur de España, donde las mezclas entre estas culturas son muy comunes. Houma’ (barrio), ‘kofta’ (carne tradicional de los países árabes), ‘khouja’ (mi hermano, bro), ‘yallah’ (vamos), ‘habibi’ (mi amor), ‘smahli’ (perdóname), y ‘flush’ (dinero, de ahí el nombre del libro) son algunas de las palabras y expresiones árabes más utilizadas en el trap español”.

Tesa. Foto: KIKE TABERNER.

Cantan DINGDONG SYSTEM: “Feste'n carrec si em trobes parlant / valencià, castellà, valencià, castellà / assemblea transversal valencià, castellà, valencià, castellà (...) creuant el carrer, tots miren ací

/ tot sembla el mateix a la nit, / no parle la llengua però sempre estic / no parle la llengua i si parle soc un XURRO, XURRO, XURRO / XURRO, XURRO, XURRO”. Su tema Xurro repasa las valencianidades más abyectas y se ríe de paso de la cuestión de las variedades dialectales del castellano en las comarcas churras valencianas. Es decir, de esa fusión de ida y vuelta entre préstamos lingüísticos que también se da con los términos ‘bellaqueo’, ‘bichota’, ‘guillao’, ‘chambear’, ‘gang’, ‘bae’, 'booty’, ‘gucci’ y muchísimas más. El trap, entre otras cosas, es trap por su contexto informal, desregularizado y espontáneo. La vida y la música van más rápidas que la norma.

La falta de artículos científicos sobre el trap en lenguas minoritarias quizás indica que solo del pueblo  emana la música urbana (también puede ser que ante la falta de corpus en castellano, los investigadores se achanten). Que la institucionalización de las manifestaciones culturales como el graffiti —institucionalización y también museificación y comercialización— altera su estructura. Esto no quiere decir que calle y academia sean incompatibles, pero como explica la física cuántica con la paradoja del observador, el fenómeno observado se ve influenciado por la presencia del propio observador, es decir, lo normativo.

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