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empoderamiento de las fotógrafas en el contexto español

Fotografías y/o activismo: 14 mujeres que disparan contra el estereotipo

20/08/2021 - 

CASTELLÓ. No se puede obviar el papel de la fotografía ni de la pintura en nuestra manera de entender el cuerpo y la posición que este toma respecto al mundo. Cuando los cuerpos son representados bajo un canon dominante, lo que ocurre acto seguido es que salen de los cuadros para volverse reales. Las musas no solo son musas. Sirven, a su pesar, para definir estereotipos sexuales y generar representaciones muy marcadas sobre la mujer. 

Por eso, hoy en una sociedad donde la imagen lo es todo, donde es más fácil perpetuar cánones, pero también eliminarlos, diferentes fotógrafas han decidido centrar su trabajo en la deconstrucción de la imagen de la mujer. Una labor de empoderamiento que el Instituto Feminista de la UJI ha querido recoger en el primer volumen de su colección Àgora feminista. En 'Mujeres y resistencias en tiempos de manadas', Débora Mascaró Barreiro habla del empoderamiento feminista que las fotógrafas, en el contexto español, han experimentado durante los últimos 10 años. La activista expone, para ello, la labor de 14 mujeres que no solo han logrado generar representaciones sanas, sino que además, dan luz a temas como la colonización, el racismo, el prejuicio o la maternidad.  

Pero el empoderamiento femenino no se entiende, tampoco, sin el empoderamiento de las mismas fotógrafas. Hace tres años un grupo de creadoras decidieron tomar medidas sobre la exclusión de la mujer dentro de las instituciones y crearon la campaña #nosinfotógrafas. Además de dar visibilidad y denunciar malas prácticas, su acción ha consistido en negarse a participar en cualquier encuentro cultural -debates, exposiciones, jurados de concursos- que no sea equitativo. Y es que, ese mismo año, el festival nacional más importante de fotografía, PhotoEspaña, solo contaba con un 15% de fotógrafas en su sección oficial y un 28% en la Sección Off. Unas cifras que quedan muy lejos de la igualdad. 

Toma del poder 

Bajo esta premisa, es precisamente la toma del poder el primer capítulo que Mascaró dedica en su artículo. La ausencia de mujeres en el poder alarma a numerosas artistas que lejos de estar en la sombra, han querido dar un paso adelante para plasmarlo en imágenes. Este es el caso de Cristina Lucas (Jaén, 1973), quien a través de su serie Invisible Nude, se propone resignificar la presencia de la igualdad de género dentro de los espacios museístico. 

Durante varios años, la fotógrafa recorrió el Museo del Louvre, el Walker Art Gallery de Liverpool o el Museo del Prado, acompañada de diferentes mujeres que mostraron su cuerpo desnudo para compararlo con el de aquellas mujeres que aparecían en los cuadros. "La diferencia es que antes la mujer solo se podía plasmar artísticamente a través de la mirada de un hombre y ahora es la mujer la que se autorepresenta, así pasa de ser un objeto pasivo que es mirado a un sujeto activo que decide cómo, cuándo y dónde", explica Mascaró. La misma Cristina decidió mostrar su cuerpo solo en el Museo del Prado.

'Desnudo en el Prado', Cristina Lucas

Derrumbar el pensamiento 'heteronormativo'

Son muchos los estereotipos y prejuicios que la sociedad contemporánea ha generado a lo largo de los años. Unos estereotipos que ahora diferentes fotógrafas se esfuerzan por derrumbar. Así lo intenta, y logra, también Valle Galera (Jaén, 1980) en su proyecto Foto-copias. Una acción que busca eliminar las fronteras entre lo que debe ser un hombre y una mujer. Galera retrató a diversas mujeres varoniles, con cuerpos embarazados, cicatrices, arrugas y peso de más. Mujeres que, sin embargo, no se mostraban frágiles o pasivas. Estas mujeres en algunos casos retaban a la cámara con su mirada, porque eran ellas mismas quienes elegían sin remordimientos su modo de representación.  

Un trabajo parecido hace, por su parte, Sara Merec (Madrid, 1978) en Isla Ignorada. En este caso, la autora trata de explorar la identidad lésbica a partir del testimonio de 21 mujeres que han vivido en democracia desde su adolescencia. Lo que consigue la creadora va más allá de la identidad, detecta entre ellas los mismos problemas y traumas. Pero, como dice Mascaró, "exponerlos permite ofrecer referentes positivos a aquellas mujeres lesbianas que permanecen en la sombra para que se animen a ejercer plenamente sus derechos legales". 

La misma Iciar Vega de Seoane (Madrid, 1985) en ¿Eres una chica? cuenta el intento de agresión que sufrió por parte de un desconocido que se "frustró" al no poder distinguir cuál es su género. La fotógrafa genera, a raíz de esto, una imagen poco preciosista y alejada de los cánones estéticos típicos para incidir en que una mujer no debe ser como el imaginario colectivo ha marcado. "La clasificación por género que nos hacen desde pequeños condiciona nuestros hábitos, costumbres y vestimenta coartando nuestra libertad. Esto provoca que la sociedad ataque o discrimine a alguien cuando no lo puede clasificar", lamenta Seoane. 

La mujer migrante 

Por su parte, Ángelica Dass (Río de Janeiro, 1979), actualmente residente en Madrid, ha desarrollado un periódico/exposición donde da voz a la mujer migrante. Aquí, y a diferencia de lo que suele ocurrir en prensa, todas tienen nombre propio y un discurso y experiencia individual única. "Estas mujeres adquieren estrategias empoderadoras para hacer frente a los obstáculos y romper con prejuicios y estereotipos desde su posición de sujetos políticos", detalla Débora Mascaró en su artículo. Pero es que además, Dass ayuda a crear este discurso aportando datos acerca de la situación socioeconómica de mujeres que se encuentran en estado de inmigración. La fotógrafa también escoge una edición en blanco y negro para eliminar el color de la piel y, como consecuencia, el prejuicio que hay sobre estos y las razas. "Angélica muestra en otra de sus series cómo las pequeñas diferencias en el tono de piel pueden convertirse en grandes conceptos erróneos y estereotipos sobre la raza". 

Ser madre

Con todo, diferentes fotógrafas se están atreviendo también a tratar la maternidad ligada al dolor. Lúa Fischer (Sao Paulo, 1974) habla a sus 45 años de su propia experiencia como mujer que ha sufrido tres abortos espontáneos y es incapaz de volver a quedarse embarazada. Una situación invisibilizada pero bastante más común de lo que se cuenta y que ahora la fotógrafa se ha atrevido a compartir. 

La estética de su proyecto es fría, tensa y asfixiante, porque con la exposición de su trabajo pretende generar un vínculo con todas las mujeres que se sienten igual de afectadas que ella. El sufrimiento se aborda sin distracciones, aunque como todos los trabajos que aparecen en este artículo, las fotografías de Fischer terminan demostrando que aún queda un atisbo de lucha.  

"Sobre mi cuerpo decido yo"

Por último, la activista examina el trabajo de diversas fotógrafas que van en contra de la corriente establecida y no necesitan encajar. En Todas las putas van al cielo, Verónica Márquez (Uruguay, 1979) explora el "paraíso", el cielo de las mujeres prostituidas. Un mundo idílico en el que van a reconectar con ellas mismas. "Verónica utiliza la estética de gif, de manera que evita la imagen única y centralista que tiene la fotografía. Ellas, de esta manera, se convierten a la vez en un ángel y un diablo, la figura del bien y del mal en una misma persona. Ella es, en este paraje, la representación de todas las iconografías que engloban a la figura de la mujer a lo largo de la historia del arte: la puta, la santa, la virgen, la salvaje", describe Mascaró.

"Y en este paraíso, donde solo existe una habitante, ella misma, no se la puede considerar "puta" porque no hay un mercado en el que vender su cuerpo. Esa figura nace del patriarcado, la figura de la mujer al pleno servicio sexual del hombre".


*Se puede conocer el trabajo de las catorce fotógrafas en este enlace

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