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Reinas del heavy metal africano

"Cuando escucho Iron Maiden salto como una loca (...) en mi pequeño rincón, pongo a Iron Maiden y me siento plena". Son palabras de una madre soltera y trabajadora de la construcción en Botswana. Cuando llega el fin de semana, la única válvula de escape a su situación es irse a headbanguear a un bar con sus amigos heavies. Son historias recogidas en África, aunque podrían ocurrir en cualquier lugar de Europa. Esa es la dimensión global del metal

11/05/2019 - 

VALÈNCIA. Deutsche Welle es el servicio internacional de radiodifusión alemán, una cadena pública alemana que emite para todo el mundo y, entre otros idiomas, lo hace también en castellano. Su sección DW Documental sirve muy bien para explicar por qué están cayendo las audiencias de la televisión convencional en beneficio de los ordenadores, móviles y tablets conectadas a Internet. Su oferta de documentales en castellano solo puede ser igualada en España por la de RTVE Para las cadenas privadas el reportaje informativo, y más si es internacional, no es ninguna prioridad a excepción hecha del entre turístico y banal Callejeros.

Los documentales de DW en castellano pueden ir a la ruta de la seda a su paso por Uzbekistán o a los problemas de la agricultura en Rumanía. También han indagado en nuestra memoria histórica. Son piezas aceptables de no más de cuarenta minutos que, desde luego, merecen más la pena que la ingente cantidad de horas de pseudodebates y tertulias en las que se ha convertido la información "seria".

Pero de todos los enfoques que le dan a la información internacional hay uno que me ha resultado especialmente curioso. El documental Reinas del rock en África sobre la escena metalera en Botswana desde el punto de vista femenino: las chicas que son heavies.

Hay algo más curioso todavía que el enfoque: el documental no presenta ninguna novedad en lo que cuenta. Nada de lo que sucede no ocurre en España, Alemania o Estados Unidos. De entrada, las chicas entrevistadas se quejan de que en la escena rockera se supone que los chicos tocan y ellas miran. Un papel que no les gusta desempeñar. Lo cierto es que en la historia del rock esto no es que haya sido así, con contadas excepciones de solitas femeninas que hasta la aparición de la Nueva Ola no empezaron a ser frecuentes, es que lo común era meterse a rockero para poder conseguir chicas. Sí, de las que estaban mirando cómo tocas de bien.

Un caso que se cuenta es el de una chica que es madre soltera, se separó y es ella quien cría a su hijo sola. Tiene un trabajo que le ocupa, además, la mayor parte del día, de modo que para ella, según cuenta, el heavy metal es una válvula de escape. Maquearse el viernes noche e irse a headbanguear es lo que le hace mantener la ilusión por la vida. Este fenómeno, situado en este documental en África, es internacional. De ayer, hoy y seguramente mañana dada la buena salud del género y sus huestes.

La chica trabaja en una empresa de construcción y sus palabras son emocionantes porque podrían ser las de cualquier metalero: "Cuando escucho Iron Maiden salto como una loca (...) en mi pequeño rincón, pongo a Iron Maiden y me siento plena". Ese ha sido el gran servicio de los grupos de heavy metal así como los de la inmensa mayoría de la cultura popular, servir de refugios ante la adversidad. ¿Es mejor un psiquiatra? ¿Medicarse con prozac? Afortunadamente, a ciertos sectores de la población nos ha llegado por ahora con AC/DC a toda leche y una yonquilata.

Botswana no es un país que atraviese unas dificultades extraordinarias en África. Partió como uno de los menos desarrollados, pero ha logrado afianzarse como uno de los más estables. No obstante, a los heavies locales, por sus ropas de cuero y sus pintas en general, con las consabidas calaveras y demás, la gente les tiene por satánicos peligrosos. Hay que tener cierto valor, dice el documental, para ponerse las pintas y salir a la calle.

Las mujeres entrevistadas explican que para evitar la desconfianza de las comunidades y que vean que la suya es una afición inofensiva, lo que hacen es realizar trabajos gratuitos para el vecindario como recoger la basura. De esto no vemos aquí, pero más adelante cuentan algo más prosaico. Tradicionalmente, estas reuniones de metaleros acababan a golpes entre ellos, con lo que es normal que los locales les miren de arriba a abajo. En este aspecto sí podemos decir también que aquí pasó exactamente lo mismo. Tanto que a mediados de los 80 los ayuntamientos cortaron el entonces generoso grifo a los conciertos heavies, y también los punk, porque terminaban siempre con la gente tirándose litronas a la cabeza. Parece que en Botswana ocurrió tres cuartos de lo mismo y ahora las chicas tienen que limpiar la reputación de la tribu urbana.

También vemos a una abuela rockera, una chica se la tiene que presentar a sus amigos para que la anciana mujer vea que no va con peligrosos adoradores del diablo. En una boda, más adelante, se cuenta que la novia ha sido generosa y ha permitido que el novio invite a sus amigos metaleros al convite. La familia tiene miedo de que la monten. De nuevo, nada que no pueda suceder en Almuejos de Villatorta.

Más historias perfectamente equiparables, la del divorcio. Una chica cuenta que mientras estuvo con su pareja este le prohibió llevar pintas heavies y no le dejó ir a conciertos ni ver a sus amigos metaleros. No hace falta irse a África para encontrar una historia así. Lo único significativo es que, tal y como cuenta el vídeo, cuando van a conciertos los heavies salen en procesión. Una muestra, en referencia a las religiones, de mostrar su poder reuniendo un número importante de gente igual. En el desfile que se montan hasta la camioneta que les lleva de marcha, la chica separada va la primera. Quiere demostrar que está donde quiere.

En ese aspecto, hay unos detalles bonitos. Las mujeres ocupan un rol social muy determinado en la familia en este país, como en tantos lugares, y tienen que servir de nexo de unión entre todos sus miembros. Un papel, el de servicial madre o hermana, que las sitúa en posiciones otorgadas por decreto. Por muy tradicional que sea y arraigado que esté, a las chicas de este documental les gusta vestirse de heavies e irse a un concierto porque eso es algo que han elegido ellas. Representan el rol que les apetece. Es una forma de afirmar su identidad. Y lo hacen eligiendo el metal, lo que da cuenta de la dimensión global de este género musical.

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