CASTELLÓ. Hace un tiempo debatíamos en este mismo diario si Castelló es fea, o no. Arquitectos, diseñadores y publicistas citaban algunas de las problemáticas y cambios que la ciudad debe acontecer para ganar en coherencia. Ni se caen los edificios ni tampoco se respira una cultura que priorice el diseño o la arquitectura. Por eso, la conclusión general a la que se llegó era tan simple como asumir que una ciudad se ve más fea por el caos que habita en ella y en eso la capital de la Plana tiene todavía mucho que hacer. Pero esta no es su única tarea. En los últimos años se ha puesto el grito de alerta sobre la despoblación que vive el corazón de la ciudad. Los centros históricos se deshabitan y en consecuencia se degradan. Por eso, trasladarse a vivir al casco antiguo ha dejado de ser, para muchos, una opción atractiva.
Ante esta situación, el Colegio de Arquitectos de la provincia organizó este martes un coloquio para debatir sobre los pros y contras de vivir en el centro histórico de Castelló. Y es que aunque parezca imposible revitalizar ciudades tan pequeñas, ejemplos como Pontevedra rompen de lleno con esta idea. "Con la mitad de población, su centro ha ganado 12.000 habitantes nuevos desde 2009 porque resulta altamente atractivo sobre todo para nuevas familias", asegura Daniel García, arquitecto y miembro del equipo redactor de las Áreas de Regeneración Urbana de Castelló. El experto ve como un gran acierto la peatonalización de sus calles que el municipio gallego siguió, una mejora que ha permitido "recuperar el espacio para las personas, arrebatándoselo al vehículo privado". En cifras, Pontevedra no ha tenido ningún accidente mortal desde 2011 y ha reducido en un 70% su CO2. ¿Podría seguir la misma meta la ciudad valenciana?
Castelló vivió un cambio importante con la inauguración de la Universitat Jaume I en 1991. La creación del ente público valió para extender la línea geográfica del municipio hasta el Grau. Por eso, los barrios que quedaban en el extrarradio empezaron, consecuentemente, a reactivarse. Así, aunque "los puntos de interés a nivel patrimonial y cultural siguen concentrados en el centro histórico, la oferta residencial, comercial y laboral se ha dispersado por el territorio. La gente ha ido progresivamente ocupando viviendas más alejadas de los puntos de trabajo", explica García. Además, si juntamos lo costoso que es acceder al centro de la ciudad, con el hecho de que han ido brotando grandes centros comerciales en las afueras, los habitantes han dejado de depender de su visita. "Igualmente, la implantación del comercio virtual ha producido un paulatino desinterés por el centro como foco atractor de población".
A todo esto se le suma, el menor número de inmigrantes que vive en el centro de la ciudad. "La vivienda vacía fue ocupada en los años 2000 por población extranjera. Vinieron sobre todo de Rumanía por la oferta de la construcción. Pero en cuanto empezó la crisis, un porcentaje muy elevado de personas se volvió a su país. Entonces, hubo una ocupación y desocupación muy rápida en un corto espacio de tiempo. Con lo que se produjo una súbita despoblación del casco histórico", apunta el arquitecto
Y esta falta de habitantes queda patente directamente en la "degradación" y la "falta de mantenimiento y rehabilitación del parque inmobiliario. En datos, entre el 80 y 90% de los edificios del centro histórico no disponen de ningún tipo de aislamiento térmico y entre el 85 y 95% carece de un aislamiento acústico adecuado (utilización de vidrios dobles, etc). Así pues, el casco histórico continúa siendo "la zona de Castelló más afectada en temas de accesibilidad". Por un lado, casi la mitad de los edificios, de más de 4 alturas, aún hoy no disponen de ascensor. Y por otro, se sigue viendo como "un espacio de restricción, al tráfico principalmente, y no tanto de oportunidades".
A estos problemas urbanísticos se les une una cuarta preocupación: el casco antiguo es el barrio "más envejecido" de la ciudad, un hecho que puede "cronificar" el problema de la despoblación, según apunta un estudio realizado entre diferentes arquitectos en favor al Plan General de Castelló.
No obstante, los arquitectos -avanzados siempre al presente de las ciudades- ven "luz" en el camino. Aunque es evidente que será complicado conseguir los logros que ha alcanzado Pontevedra, Daniel García defiende que el centro de Castelló "sigue siendo un espacio público de referencia y un factor atractor de la población" a nivel local y provincial. "Solo hace falta recorrerlo por las mañanas, que es cuando se produce una mayor mezcla de actividades. Por eso, a pesar de las dificultades sigue manteniendo su alta vitalidad", añade el experto.
Entre las buenas acciones que podrían marcar un nuevo rumbo en el casco histórico destaca el proceso de peatonalización que ha ido activando, paulativamente, el ayuntamiento de la localidad. "Se busca un modelo de ciudad basado en supermanzanas. El concepto apareció hace años en Barcelona, de la mano de Salvador Rueda, y consiste básicamente en diferenciar el tráfico de paso del de acceso vecinal (poniendo, entre otros, pilones en las calles interiores para que solo puedan acceder vecinos). Así, el tráfico se organiza. Por poner ejemplos recientes de su impacto, un estudio ha confirmado que de completarse el modelo de las supermanzanas en la capital catalana podrían evitarse 700 muertes prematuras cada año. Además, en Sant Antoni de Barcelona se ha conseguido reducir un 33% los niveles de dióxido de nitrógeno y 5 decibelios el ruido, que no es poco. Por eso, estas estrategias deben ser el referente de la ciudad para aportar un espacio público más amable, menos contaminante y más saludable", asevera García.
Consecuentemente el Pacto Verde Europeo, presentado hace apenas unos días, exige un escenario que reduzca entre un 50 y un 55% las emisiones de CO2 para 2030. "Esta década que inauguramos el mes que viene pasa por renovar los edificios, ayudando a las personas a reducir su consumo energético, y por mejorar la movilidad, desplegando sistemas de transporte público público y colectivo más eficientes y seguramente restringiendo progresivamente el tránsito en espacios públicos". Solo así Castelló podrá lucir un casco histórico a la altura del presente y también de su futuro.