CASTELLÓ. Fue un hecho insólito en los 70, pero ¿cuántos más se atreverían a hacerlo ahora? El qué, se preguntarán. Vicente Aguilera Cerni (València, 1920-2005) fundó hace cincuenta años un museo de arte contemporáneo que únicamente funciona con préstamos, es decir, sin nada de compra. Y lo hizo además en un pueblo de Castellón de no más de mil habitantes. Dicen que fue algo así como su "trabajo de fin de carrera". Y es que el historiador y crítico de arte puso todos los contactos que había conseguido a lo largo de su vida al servicio de este espacio todavía hoy abierto en Vilafamés. "Fue algo completamente fortuito, aunque él ya lo tenía en mente, hasta Vilafamés le llevaron las circunstancias familiares. Es entonces cuando encuentra interlocutores que le entienden y por eso decide fundar un museo en este municipio. La gran labor de Aguilera fue depositar todo el fruto de su vida aquí. Llama a todas las personas que había conocido para pedirles obra en cesión o donación. Algo que todavía hoy es muy difícil de encontrar en otros museos y espacios culturales", explica la doctora en arte Lydia Frasquet Bellver.
Además, lo realmente ingenioso de Aguilera fue que puso como condición a los artistas que querían exponer en Vilafamés que fueran o tuvieran una casa en el pueblo. Esto propició que creadores como Uisó Alemany, Progreso o Gabriel Cantalapiedra no dudaran en adquirir una vivienda. Pero el boom llegó en los 70 cuando el municipio recibió la solicitud de una larga lista de pintores y escultores que empezaron a comprar y restaurar casas del casco antiguo. Teresa Eguibar, Manolo Salamanca, Roberta Matheu, Salvatierra, Manolo Safont, Beatriz Guttmann o Nassio Bayarri, entre muchos otros. Un modo de entender el arte que caló hondo en Vilafamés, donde todavía hoy conservan su modus operandi en el MACVAC.
Pero más allá de este hito, ¿quién era Vicente Aguilera Cerni? Lo poco que se conoce del crítico valenciano queda reflejado en los estudios sobre historia del arte de la España de Franco. Por eso, ahora, cien años desde su nacimiento y cincuenta desde que sucediera este histórico hecho en Castellón, la Institució Alfons el Magnànim ha publicado una monografía completa de su trayectoria profesional. "Fue uno de los críticos españoles con más proyección internacional del siglo XX, pero su prestigio se difuminó entre las nuevas generaciones. Hacía falta crear la biografía de un intelectual como él, porque al fin y al cabo su vida sirve para conocer muchos aspectos culturales artísticos ocurridos en la Comunitat Valenciana entre los años 50 y 90", manifiesta Frasquet, también autora de la obra.
Al igual que le sucedió a muchos otros artistas españoles durante la dictadura, Aguilera vivió atrapado en una paradoja. Por un lado, fue el encargado de generar nuevas plataformas para la crítica y el arte que hasta la fecha no existían e impulsó grupos artísticos tan populares como el 'Parpalló'. "En la València de los años 50 no había estructuras culturales. Aguilera posibilita que varios artistas se reúnan en nuevos espacios de reflexión e incluso les da soporte teórico. Va haciendo exposiciones y abriendo brecha en un momento donde no había nada. También fundó Suma y Sigue del arte contemporáneo. Una auténtica plataforma de intercambio internacional, donde escribían pensadores de fuera, se hacían traducciones de texto y se oyeron otras voces. Se suele decir que es una de las revistas especializadas en artes visuales y arquitectura más destacadas del periodo del desarrollismo español".
Pero, aunque Aguilera crea espacios para los críticos, necesita trabajar. Y es aquí donde aparece la dicotomía. El valenciano empieza a recibir encargos del régimen y nunca llega a tomar posiciones públicamente. "Aunque cuestiona la dictadura en entornos seguros donde sí se pronuncia, recibe un premio de la crítica en la Bienal de Venecia de 1958, y es a partir de aquí cuando el régimen le empieza a encargar proyectos porque es un hombre reconocido. En esos momentos España y el arte español estaban en el punto de mira y el franquismo juega su papel", detalla Frasquet, que añade: "Este hecho, y posteriores resbalones profesionales, como su interés en defender una reconciliación nacional, hacen que las siguientes generaciones lo vean como una figura poco comprometida, ya que estos querían una ruptura total con el franquismo".
Ahora bien, la lucha -su lucha interna- por denunciar de alguna manera lo que sucedía en la dictadura le llevan a ser considerado como una persona desafecta al régimen. Así consta en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, donde también se observa que sus obras pasaron, como la gran mayoría, por el censor del franquismo. "Cada vez que tuvo una oportunidad se pronunció. Así lo hizo en asociaciones de críticos, en textos publicados en Londres o incluso en el Congreso Mundial de la Paz en Helsinki, organizada por el partido soviético", apunta la escritora. Aguilera presidió incluso el Partido Socialista Popular del País Valenciano (PSP-PV) entre finales de 1975 y hasta la unificación con el PSOE en 1978.
Con todo, aunque sus mayores logros se producen en este momento, la monografía de Aguilera también se detiene en el prestigio internacional del historiador. "Fue el pionero en escribir sobre la historia del arte de Estados Unidos, y además, fue el mismo Servicio de Información de los Estados Unidos en España quien le facilita documentos y herramientas para que de voz al arte contemporáneo aquí". Un diálogo basado en la modernidad de sus ideas, que le llevan a promover coloquios, colaboraciones y conferencias. Así, Aguilera colabora con prestigiosas publicaciones periódicas europeas y sudamericanas, y forma parte de numerosos concursos internacionales junto a ilustres nombres de la crítica de arte como Argan, Dorfles o Francastel.
En la opinión de Lydia Frasquet, el valenciano fue un intelectual que, con los años, quedó "en un segundo plano". Una figura "difuminada" por las contradicciones de la época que, sin embargo, propició plataformas que no existían para la cultura y el arte. Un creador que incluso, en el plano valenciano, dirigió la creación del Diccionario y la enciclopedia de la Historia general del arte valenciano. Un crítico que marcó la recepción del arte de la postguerra en España, al ser él uno de los principales agentes generadores de proyectos y plataformas editoriales.