CASTELLÓ. Solo hace falta detenerse en una bañera para entender la importancia del diseño de producto. Sí, una bañera. Cuántos son los famosos que se han fotografiado alguna vez en una y después lo han subido a su perfil de Instagram. El jabón, los pétalos de rosas y los pies al aire dejan una estampa preciosa, o graciosa, según cómo se vea. Pero más allá del ritual que supone ese momento, y el de después para posturearlo, detrás se esconde el arduo trabajo de un profesional que ha tenido que imaginar mucho antes cómo sería el resultado.
"Antes de hacer un diseño hay que entender que hay reacciones instintivas y comunes en todas las personas. Si ves un bosque que se quema lo más normal es que te vayas corriendo y no vayas a tocar el fuego. Pues si ves una bañera que su superficie es como la de un diamante, lo normal es que te vaya a parecer incómoda porque estará llena de aristas. No te va a apetecer entrar. En cambio, si es suave y la superficie acompaña tu cuerpo, sí querrás, porque es importante que sea acogedora. Ahora bien, otra cosa es su apariencia por fuera. Si cambiamos las aristas al exterior de la bañera, su percepción será completamente otra", nos explica Vicent Clausell, quien no sabe precisamente poco de la materia.
Fue en septiembre de 2010 cuando el diseñador de Almassora decidió fundar su propio estudio de diseño de producto. Sal i oli se llamó en aquellos inicios en los que tanto él, como su compañero Eloy Quero, empezaron a explorar las posibilidades de un sector que no terminaba de despuntar en Castellón. De hecho, ahora, diez años después, su proyecto -llamado Clausell Studio- es prácticamente el único de la provincia que está especializado en esta rama profesional. El resto lo ofrece, pero de una forma más tímida y puntual. "En mi caso tuve claro que me quería dedicar a esto, por eso estuve de 2004 a 2010 trabajando en dos o tres empresas para observar cómo funcionaba el mundo laboral y tener un mínimo de conocimientos. Cuando empezamos, los nuestros no eran los trabajos de unos recién llegados. Aunque, obviamente 'regalas' propuestas y diseños para hacer contactos y que poco a poco vayan apareciendo encargos", cuenta Clausell.
Pero, ha sido su capacidad por saber salirse del marco local, e incluso nacional, lo que ha terminado por distinguir al estudio de Almassora. Hace tres o cuatro años Clausell ya entendió que la distancia no la miden los kilómetros, sino el tiempo que tardas en comunicarte con la otra persona. Que es, en cierto modo, lo que hemos aprendido durante este cuarentena. "Antes del confinamiento era más complicado trabajar con clientes o colaboradores que estuvieran muy lejos, por la barrera mental que nos ponemos. Y ha sido gracias al hecho de estar igual de lejos de alguien que vive en tu misma ciudad que de alguien que vive en la otra parte del mundo, que hemos comprendido que no hay impedimentos. Como estábamos en las mismas condiciones, la sensación era distinta", explica el diseñador, a quien hacer prácticas en el extranjero ya le abrió la mente en su momento. "Mi primera empresa de fuera fue italiana. Me acuerdo que para ir a visitarla había un vuelo desde València que me costaba, ida y vuelta, 50 euros. Lo que era menos dinero y tiempo que ir a Barcelona. Entonces, me pregunté, ¿por qué no hacerlo? En Castellón hay mucha cerámica pero no tantas empresas dadas a los servicios de diseño de producto, por lo que no se adaptan a mi trabajo. Aun así, me gusta vivir aquí. Solo me faltaba buscar los clientes y la solución fue ir fuera".
El último encargo que Clausell Studio ha tenido ha sido, de hecho, una colección de grifos- llamados NOA- que han diseñado para la empresa china Munk, especializada en el mercado contrat. Pero además de este, entre el 30 y 40 por ciento de productos que han elaborado en el último año han sido de fuera. "Nuestro reto es estandarizar la internacionalización del estudio. Queremos potenciarlo más porque esto te permite sortear las crisis de mejor manera. Si ahora finalmente hubiera una crisis que bloqueara el sector en España, si tienes contactos fuera ganas también mayor flexibilidad para encajar los problemas. Y en eso estamos ahora, viendo que ferias o mercados nos interesan más para abrir el campo de acción", señala el profesional.
Lo que es un hecho es que las necesidades surgidas con la nueva normalidad han supuesto una oportunidad para el diseño de producto. Desde siempre, este ha proporcionado soluciones contra la propagación de epidemias, por eso, la de ahora no es una excepción, pero sí les ha permitido dar de nuevo una vuelta de tuerca a esos objetos que no despertaban tanta atención como sí lo hacen ahora: desde mascarillas, dispensadores de gel, mamparas de oficina, paneles para espacios públicos, válvulas y respiradores o incluso tiradores de puertas. "Hay muchos cambios que se han de solventar y es el diseño de producto el que puede dar las soluciones. Ya sea inventando objetos que a día de hoy no existen o desarrollando otros que hace cinco meses no les dábamos importancia".
Eso sí, por su parte, Clausell Studio ha definido su trabajo durante este tiempo, mayoritariamente, en el sector del baño. Los lavabos y las bañeras son su "objeto de deseo", por ser obras "muy escultóricas". "Me gusta porque a la hora de diseñarlas has de tener muy en cuenta su forma y su ergonomía para que funcionen bien. Aun así, no nos cerramos a trabajar en otros campos. Siempre he sentido curiosidad, por ejemplo, por los objetos electrónicos. Debe ser interesante diseñar un altavoz. Son dispositivos que también cambian mucho", apunta el profesional.
Además de esto, el estudio también hace trabajos de diseño gráfico o incluso de fotografía de producto, lo que se presenta como otro de sus fuertes. "Una persona que desarrolla objetos y conoce su lenguaje puede ofrecer un punto de vista más interesante. No es lo mismo fotografiarlos si sabes cómo han sido construidos, que sin saberlo", incide el diseñador, que ha podido trasladar este conocimiento al catálogo de lanzamiento de una empresa italiana o incluso a una sesión de fotos donde lo que se retrataba era un tronco transformado en una pieza escultórica.
Como sea, estos diez años le han valido al estudio para cultivar su estilo. "Ha costado, porque es difícil que te conozcan", apostilla Clausell. Más si al echar la vista atrás observas que esos primeros años, en los que es ya "es de por sí difícil que el trabajo de sus frutos", coinciden con plena ebullición de una crisis económica. "Aun así creo que la profesión no ha cambiado tanto en esta década, porque cuando empezamos era una época de crisis total, era muy difícil que te contrataran. A partir de aquí las evoluciones que se dieron fueron las justas. Lo que sí ha cambiado es la forma de trabajar. Como decíamos antes, el teletrabajo y las facilidades de trabajar a distancia se han potenciado con la Covid. Lo que tenemos que hacer ahora es aprovecharlas", concluye el diseñador. Vamos, que las barreras (mentales) no se vuelvan a interponer entre el querer y el hacer.