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falta de seguridad jurídica y dificultades económicas 

La suspensión de la Magdalena pone en evidencia la precariedad del tejido musical de la Comunitat

12/03/2020 - 

VALÈNCIA. El aplazamiento de las Fallas también pone de relieve la fragilísima situación a la que está expuesto el tejido musical en la Comunitat Valenciana. El anuncio del martes afectará de pleno a bandas, verbenas y charangas. Sobre las primeras, desde la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV) se ha calculado que 500 bandas de músicas y más de 15.000 músicos y músicas se verán afectadas al coincidir también con la postergación de las fiestas de la Magdalena de Castelló. En este sentido, las sociedades musicales, que aún no han recibido las líneas de ayuda para sus escuelas de música de 2019, esperaban que los ingresos por los actos festivos “pagaran las nóminas del profesorado de los próximos meses”: “el dinero que se gana estos días no suele repartirse entre los músicos, sino que se reinvierte en las propias sociedades. Perder esta esta inyección económica es un golpe duro”, según explica la presidenta de la FSMCV, Daniela González, que aunque tilda la situación de “triste”, asegura que ha de prevalecer “la seguridad y la salud”.

En cuanto a las bandas, uno de los puntos cruciales era saber si las fiestas se aplazaban o se cancelaban: el baile de fechas no afectaría en nada, salvo que se solaparan compromisos. Desde la FSMCV cruzan los dedos para no perder el número de actos a cubrir. Por lo mismo están preocupadas las orquestas que tenían llenas las agendas de verbenas. Montecarlo, una de las más populares, es una de ellas. Desde la empresa promotora (que también tiene en su cartera las orquestas Euforia, Syberia, Scream y Twister, y el espectáculo Carnavalia) explica que la pérdida económica será “muy gorda”. Este tipo de empresas también suele ofrecer servicios como el alquiler de sillas y mesas y el montaje de carpas y jaimas. Desde Montecarlo no han calculado cuáles pueden ser las pérdidas, pero auguran que, si las fallas se celebran en verano, las agendas no cuadrarán y tendrán que elegir. Víctor S., que tiene una pequeña promotora, ha visto como, de un día para otro, se le han caído dos discomóviles por un valor de 800 euros cada una. Los contratos que ha firmado no le permiten reclamar un solo euro si el bolo se cancela por fuerza mayor. 

Ayer por la mañana se reunió el comité ejecutivo de la Unión de Asociaciones Empresariales de la Industria Cultural Española para preparar una reunión inminente con el Ministro de Cultura para diseñar las medidas “paliativas” para frenar la repercusión de las cancelaciones y las reducciones de aforo en casi toda España. Desde la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo (ARTE) explican a Culturplaza que estas cancelaciones atípicas producen una profunda preocupación “porque el sector es muy frágil” y, a diferencia de la hosteleria, “el público es muy sensible”. Poniendo el foco en las fallas, la sangría es mayor porque es un evento anual, y perder tres o cuatro bolos para una empresa “puede ser letal”. Ahora toca esperar todos los cuándos y los cómos, más allá de la propuesta de que las fiestas josefinas se celebren en julio. Desde Montecarlo explican que a partir de mañana se tendrán que sentar “falla por falla” para negociar.

Foto: EVA MÁÑEZ

Aún así, las bandas y las orquestas podrán reclamar y optar a las ayudas que se planteen a partir de un contrato legal y firmado con la falla. No será así con la mayoría de charangas. Javi García forma parte de una ellas y explica un modus operandi habitual: las comisiones contratan a las charangas por un precio total de todos los actos que se realizan a lo largo del año, y luego distribuyen el presupuesto entre las diferentes citas. Si cancelan en acto antes de que se personen, los músicos no cobran nada de lo negociado; si ya se han personado, cobran un 30%; si el acto se inicia, el margen suele situarse entre el 50 y hasta el 100%. Aunque por encima de todo esto, está la confianza ciega de cada una de las partes, ya que la mayoría de veces los pagos se hacen en B. Para evitar problemas de inspección, las fallas obligan a los miembros de la charanga a apuntarse como falleros para poder decir que son gente de la propia falla que tocan de manera voluntaria. Otro método es que la charanga se constituya como asociación sin ánimo de lucro.

Esta inseguridad jurídica les expone especialmente ante situaciones como las que se van a vivir este año, ya que no disponen de ningún documento que les pueda cubrir legalmente la posible pérdida de estos ingresos con los que contaban desde hace meses. En este sentido, Vicent Colonques, miembro del Sindicat de la música valenciana (SIMUV), explica a este diario que estas situaciones “son el mejor reflejo de la precariedad y la brecha de oportunidades que existe en el sector local”: “los grupos de música y las promotoras más profesionalizadas suelen tener mejor cubiertas estas situaciones, pero hay mucha gente que lo sufrirá, y por eso cobra sentido el trabajo que tenemos que hacer desde el sindicato”.

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