Alvil y La Burbuja ya plantean su cierre

La crisis enmudece la música en directo de Castelló

17/09/2020 - 

CASTELLÓ. Se cumplen seis meses desde que las salas de música de Castelló cerraron sus puertas. Una retirada en masa que se anticipó, en días, a la posterior declaración del estado de alarma. Con la etiqueta de #YoMeQuedoEnCasa, fueron los mismos establecimientos quienes optaron por no seguir haciendo música en directo cuando todavía no había ninguna orden que lo impedía. Ahora, medio año después, han tenido que colgar en sus locales el cartel de 'Se vende'. En la mayoría de casos como símbolo de protesta ante la alarmante situación que vive el sector -el cual estima perdidas directas superiores a los 50 millones de euros-, pero en otros sí se ha tomado la determinación de no volver abrir, al menos, si las condiciones para trabajar continuan igual. "La reactivación en la mayoría de sitios es imposible", asegura Yanko Fernández, dueño de la sala Anvil. Uno de los espacios que tiene prácticamente decidido su cierre. 

Hace menos de un año que el castellonense cogió el testigio de la veterana sala Veneno Stereo para convertirla, junto a Jénnifer Heredia, en un nuevo templo de la música en directo de Castelló. "Somos jóvenes y tenemos ilusión porque es un trabajo con el que nos sentimos cómodos. A pesar de que íbamos a meternos en un mundo que no sabemos muy bien cómo funciona, es el momento de ponerle ganas a estos sitios", afirmaban en diciembre a este medio. Pero el panorama derivado del coronavirus les ha llevado a tener apenes cinco meses de actividad. Es decir, solo cinco meses para recuperar todo el dinero invertido. Con todo, la situación de Anvil se agrava todavía más si tenemos en cuenta que el aforo máximo del local es de apenas 90 personas. Esto supone que si funcionan con el 30% de su capacidad, únicamente pueden haber 27 personas, entre las cuales se incluyen las bandas y los trabajadores del local. "Pon que entran diez personas como público, ¿qué hacemos?", apostilla Yanko Fernández.

No ven viable las salas programar conciertos con un aforo tan reducido, manteniendo las distancias y sin barra. Sencillamente porque lo ganado de las entradas les sirve para pagar al grupo invitado, pero no para hacer lo propio con el alquiler y el mantenimiento del local. "Nuestra posición nos ha llevado a no presentarnos a las ayudas que ofrece el ayuntamiento para programar, porque íbamos a utilizarlo para traer a bandas de nivel nacional (como Cariño y Mujeres), pero con tan pocas personas ni les compensa a ellos ni a nosotros. Para eso preferimos no entrar en esa subvención. Lo que las salas necesitamos también son ayudas económicas directas, porque solo para adaptar el local a las medidas sanitarias hace falta una inversión. Queremos una respuesta clara y un compromiso de verdad", remarca el co-propietario de Anvil, quien añade que las características de su sala son "las mismas que las de un bar". "Nos prohíben poner barra, lo cual hace que nuestro negocio no sea rentable, pero el Ayuntamiento y Diputación sí pueden montar eventos con barra. Nos cabrea que su cultura parezca más segura que la nuestra".

Yanko Fernández y Jénnifer Heredia pocas semanas después de inaugurar Anvil. Foto: ANTONIO PRADAS

En la misma linea, quienes tienen completamente decidido que no volverán a abrir sus puertas son los responsables de La Burbuja. Al menos así será por un tiempo. La sala, que se alzó en 2014, dejará de programar música esta temporada y se ofrece como espacio para alquilar. "Es una situación insostenible que no podíamos aguantar más. Antes del coronavirus teníamos pensado compartir el espacio con otros programadores, porque la situación ya era de por si complicada, pero las negociaciones no siguieron, por lo que tenemos que dejarlo una temporada. Con suerte, también tenemos en alquiler los locales de ensayos y esperamos así aguantar", manifiesta Nacho Fandos, co-gerente del local junto a José Marcos Roig.

¿Un futuro sin salas?

A partir de aquí el mapa que se dibuja de Castelló es el de la "supervivencia" de únicamente dos salas: el pub Terra y Because. Y es que tampoco volverá a sonar más la sala Opal, que a mediados de agosto bajaba la persiana para siempre, dejando atrás el que hasta ahora era el local de conciertos más grande de Castelló, con capacidad para mil personas. 

"Las salas llevan desde marzo sin trabajar, cuando una empresa mediana tiene unos gastos de cuatro mil euros al mes estando cerrada. Si cuando abre debe hacerlo con un aforo tan pequeño, no sale rentable. Ojalá una sala de conciertos pudiera vivir de conciertos sin vender una sola copa. Sería señal de que la sociedad valora la cultura, pero lo que ocurre es que si no se ponen las entradas baratas la gente no va. Sin barra y sin apoyo institucional el desastre cultural está asegurado", opina Luis Óscar García Soriano, vicepresidente de la Asociación Estatal de Salas Privadas de Música en Directo (ACCES). El castellonense apunta además que la situación de la ciudad es desde un tiempo "compleja", porque Castelló "tiene de por si pocos recintos, eso es histórico, pero además en los últimos años se ha generado mucha oferta, pero poca cultura". "Se le permite hacer conciertos a negocios que no son salas de conciertos, algo que va en detrimento de estas", apunta el profesional, quien tampoco ve con buenos ojos programar en espacios como La Pérgola, "que se cae a trozos", o el recinto de la Magdalena, que "no está equiparado y resulta carísimo".

El sector "sale a la calle" para dejarse oír

En este empeño por mejorar su situación, las salas, discotecas y pubs; los técnicos de sonido, promotores, productores y otros profesionales del sector ocuparán a lo largo del día de hoy las calles de hasta 28 ciudades españolas para provocar una "reactivación inmediata" de las agendas culturales y de eventos de las administraciones públicas. 'Alerta Roja', que así es como se llama el movimiento impulsor, calcula que el volumen de trabajo ejecutado en estas fechas respecto al de otros años es de solo un 10%. Pese a ello, el sector, que está "al borde del colapso", cree que "no hay una concienciación necesaria" y por eso leerá -simultáneamente en cada ciudad- un manifiesto donde se recogen medidas para todos los integrantes del sector. 

En la Comunitat Valenciana, las movilizaciones se vivirán en València y Alicante. Pero Castelló, que cuenta con 615 trabajadores solo en el ecosistema de espectáculos, no ha querido mantenerse al margen de esta reivindicación y durante los últimos días ha subido a las redes sociales unas imágenes donde aparecen los diferentes rostros afectados por la crisis sanitaria. Estos profesionales, que no acostumbran a tener visibilidad, dejan claro que el ocio, muchas veces, también es cultura. "Pero cuando lo es, pasa automáticamente a enredarse en sus problemas". 

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