Plaza de salida / OPINIÓN

La piel

23/08/2021 - 

Estoy tumbado en la cheslón con mi pareja distribuida medio encima y medio encima de la cheslón. Con una mano sujeto un libro y con la otra aguanto su culo, la nalga, el trasero y parte de uno de sus glúteos. Ninguna maldad, provocación ni juego, solamente comodidad. De vez en cuando alguna caricia, pero como si fuera al gato de un vecino. Me gusta la textura del saco que la recubre, su temperatura, el roce, la elasticidad, el epicarpio melocotonero y, sobre todo, cuando encuentro cicatrices, chirlos, imperfecciones pues, como la tinta en un libro, son las que narran sus vivencias. La piel es el morral perfecto donde guardamos los miembros de nuestro cuerpo, y en sus muescas, las historias. Todo en su lugar.

Cuando lo pienso se me pone la piel de gallina. Nuestro planeta tiene la piel deteriorada. Nunca pensé que viviría una contienda virológica, junto a la del plástico climático y el Mediterráneo recordando nuestras vergüenzas. Solo soy de los que andan sin heroicidades, así que máximo respeto a los guerreros en los diferentes frentes: a los sanitarios que me dejan sin palabras, pero con aplausos, y al resto de servicios, por supuesto. Pero hay otros que prefieren salvar la economía a pesar del derrumbe del capitalismo. Qué posición más desafortunada, cuánta torpeza. Lobos con piel de cordero y a ver qué puedo rascar de esta. Es más fácil criticar que tomar decisiones, pero hasta eso lo hacen mal. Bobos con piel de mortero. Suerte tenemos que en nuestra sociedad hay más virólogos que entrenadores de fútgol, y los necesitamos, pues todo está permitido si sirve para cargar contra el mando de turno. ¡¡¡Pero queréis hacerme caso que yo, yo estoy al día en redes, memes, fakes y vídeos, y de esto yo, yo sé un güebo!!!

Y YA NO DIGO LO DE MARIDO O ESPOSO, QUE ES ANTIGUO, AVINAGRADO Y RANCIO. CUANDO SE ESTÁ BIEN NO NECESITAS A NADIE NI CERCA NI ENCIMA NI DENTRO

En estas conversaciones de machirulo casi inevitables alguna vez me han preguntado si soy más de culo o de tetas, pero no, yo soy fiel a la piel. Les explico que tras años de cazador experimentado he observado que, como macho, solo tengo dos posiciones claramente diferenciables: o fofo o erecto. Nunca se me ha presentado otra conocida, aparte de las faciales. Y encima el paso de una a otra dura un pestañeo, pues nunca he descubierto el proceso de ese cambio, de esa evolución. O así de minúsfofo o así de mayúsduro. Una vez más la elasticidad de la piel llama mi atención. En cambio de ellas me gusta todo. Pero lo que más me obsesiona es cuando la areola, el pezón y los tubérculos de Montgomery pasan de suavidad sedosa a cáscara de nuez. Y fiuuu también en un abrir y cerrar de ojos. Cosas que tiene la epidermis, es sabia y se adapta a las circunstancias.

Me cautiva eso de que la piel es el órgano sexual más importante del cuerpo humano. Con esto del confinamiento me he dado cuenta de que vivo mejor sin ser tocado y casi ni observado. O solo lo justo. Mis receptores sensoriales andan tranquilos como nunca. A mi pareja la voy evitando.

Cuanto menos tropezamos por la casa mejor funciona todo. La palabra pareja define mejor la relación y no implica marcar diferencias de género, que estamos en el siglo XXI y aún utilizamos vocablos del XIX. Lo de novia suena a supositorio reciclado, nunca me ha gustado y tiene un plus de compromiso que incomoda. Y ya no digo lo de marido o esposo, que es antiguo, avinagrado y rancio. Cuando se está bien no necesitas a nadie ni cerca ni encima ni dentro.

Y también está lo de la preferencia de pelar o no el fuet. Sí, sí, confinado pienso en todo esto y se me pone la piel de gallina. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 67 (mayo 2020) de la revista Plaza

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