CASTELLÓ. Ya está, ya pasaron todas las elecciones y la bandeja de entrada de los correos de muchos -miles- periodistas volverá a su antigua vida que, aunque era ajetreada, no contaba con tantas "peticiones de amistad" para lanzar propuestas y más propuestas de los partidos políticos en campaña. Ahora, sin embargo, es tiempo de cábalas. Excepto en esos contados municipios donde los gobiernos todavía se formulan a través de mayorías absolutas. Como se resolvió ayer, este no es el caso de Castelló que aunque situó en una posición dominante al PSPV-PSOE de Amparo Marco, tras alcanzar los 10 concejales (tres más que en 2015), todo indica a que se reeditará el Pacte del Grau, con sus actuales socios de gobierno, Compromís (3) y Unides Podem-Castelló en Moviment-EUPV (2), para entrar de nuevo en el Ayuntamiento con la mayoría.
Ahora bien, estar en una situación aventajada puede llevar al partido socialista a reestructurar el mapa de concejalías de la ciudad. Entre ellas Cultura que, si bien en los anteriores comicios fue gestionada por Verònica Ruiz y Compromís, podría recaer ahora en las manos de Amparo Marco, que ya ha mostrado en numerosas ocasiones estar interesada por "reforzar" esta área. Uno de los escenarios más significativos se produjo de hecho a principios de año cuando la alcaldesa socialista anunció su intención de convertir Castelló en parada obligatoria de "grandes giras", tras contactar con diversos promotores musicales. Un gesto que no sentó nada bien a Compromís ni mucho menos a Ruiz, quien replicó que la capital de la Plana "ya está en el circuito nacional e internacional de conciertos". A su vez, el por entonces portavoz de CSeM, Xavi del Señor, no escamitó en reproches al sostener que la primera edil "salía al quite por los conciertos de la Magdalena para autoproclamarse lideresa de la cultura en Castelló".
No obstante, el misterio de quién se hará cargo de la concejalía de Cultura queda también supeditado a Diputación, donde el PSPV y Compromís podrían gobernar en coalición, al obtener 12 y 2 diputados respectivamente. Eso sí, también es posible un pacto con Ciudadanos, ya que los dos representantes que mantiene la formación naranja también le darían la mayoría necesaria, de 14 diputados. Con todo ello, lo más expectante de este cambio -que se produce después de 24 de sucesivos gobiernos populares- es conocer qué tipo de Diputación querrán alzar desde el partido socialista. Y, de nuevo, qué ocurrirá con Cultura, si se repiten las mismas fuerzas en Castelló y en la provincia. Si fuera esta la opción a preferir, se podría paliar uno de los mayores problemas que apuntaba Ruiz en una entrevista con Castellón Plaza. La edil afirmaba que no había colaboración entre ella y Vicent Sales, diputado provincial de Cultura, por un simple problema de colores e iba un paso más allá al sostener que Diputación se 'excedía' programando actividades, cuando su tarea pasaba por "vertebrar" todo el territorio. "No se tienen que preocupar de programar, no deben, no es esta su función. Pero sí que tienen que coger a los artistas locales y proyectarlos no solo dentro sino también hacia fuera de la provincia", denunciaba Ruiz durante el I Congreso de Artes Escénicas que celebró este año Castelló.
Terminar de definir el proyecto del Museu de la Ciutat de Castelló (MUCC) es una de las grandes cuentas pendientes del Pacte del Grau, el cual alzó dicho ente en enero de 2018. Sin embargo, no fue hasta hace un par de meses que se resolvió el proceso de selección de una plaza como funcionario para el espacio, que hasta la fecha carecía de una dirección propia. La seleccionada fue Ana Meseguer, la misma encargada de gestionar su proyecto museológico desde los inicios. Pero entre sus retos, todavía queda trasladar la sede hasta un lugar fijo. Por su parte, Compromís se decanta por trasladarlo hasta el antiguo asilo de la ciudad; mientras que el PSPV-PSOE no ha hecho saber su opinión. Eso sí, durante la campaña electoral la formación socialista propuso ubicar en las mismas correspondencias del antiguo asilo la nueva biblioteca central de Castelló. Así pues, para completar la red patrimonial que pretende ser el MUCC, faltan crearse nuevas rutas como las ya prometidas científicas o la botánica del parque Ribalta; así como continuar los trabajos de arqueología del Castell Vell.
Una cuestión que no entiende de colores es la del Menador Espai Cultural que urge contar con una plantilla propia de trabajadores. La Universitat Jaume I y la concejalia de Verònica Ruiz iniciaron sus negociaciones a finales de 2018 con el propósito de esbozar un documento que posibilitase la contratación de al menos "uno o dos empleados" para el ente. Y es que, al menos, durante sus dos primeros años de vida, el edificio cultural ha carecido de propia plantilla, razón por la que ha tenido que contar con las prestaciones del Servei d'Activitats Socioculturals (SASC) y del Servei de Comunicació i Publicacions, o de la Llotja del Cànem, así como personal propio del Ayuntamiento no contratado para desempeñar ningún tipo de tarea organizativa.
Otra de los huesos duros de roer en la anterior legislatura ha sido la gestión de la música en directo, con el cada vez más asiduo 'tardeo' de por medio. Los locales más longevos del centro de la ciudad -como Veneno Stereo o el Pub Terra-, mostraron su descontento en este periódico con la edil de cultura por no encontrar ninguna salida factible a la modificación que se hizo de la Ley de Espectáculos a principios de 2018 y no plantear soluciones para paliar "el tardeo, la cultura de la gratuidad o las excesivas exigencias legales para ofertar música en directo". Una coyuntura que, según expresaban los gestores privados, estaba derivando en una momento de no retorno para el núcleo de ocio de la capital donde en los últimos años se habían producido varios cierres. "El encaje legal está dañando el ocio", denunciaban, mientras que Ruiz sostenía que la falta de diálogo se debía a no recibir un acuerdo universal por parte de las salas -cosa que imposibilitaba desarrollar un proyecto concreto. No obstante, la edil de Cultura aseguraba, preguntada por Castellón Plaza, que se esforzaría más para que ningún negocio de música vuelva a cerrar.
Ahora bien, en cuanto a los programas electorales del 26M, la propuesta más concreta la llevaba Unides Podem-Castelló en Moviment-EUPV que abogaba por modificar la ordenanza municipal que regula la música en vivo, para que dichos espacios puedan tener una programación estable de 'tardeo' de manera legal, "independientemente de la licencia del establecimiento". La coalición pasaba a hablar, además, en otros términos refiriéndose a todos estos locales como 'Espacios de cultura viva', extendiéndose así a pequeños bares, librerías o galerías de arte.
Las cuentas pendientes del reeditado Pacto del Grau también involucran a los propios artistas de la ciudad, que en numerosas ocasiones han reclamado un mayor amparo por parte de las instituciones públicas. Desde Compromís, en estas semanas, se hablaba de crear un espacio de creación artística para los profesionales del sector; elaborar -para ello- un Plan Estratégico Cultural, contando para su creación con agentes culturales de la ciudad; ampliar la línea de subvenciones y adquirir obra artística para ser expuesta permanentemente. Por su parte, el PSPV-PSOE iba más allá al pretender promover la candidatura de Castelló a Capital Europea de la Cultura. Y Unides Podem-CSeM-EUPV apelaba a establecer oficinas de apoyo para que los creadores puedan recibir asesoramiento jurídico a la hora de buscar subvenciones o de establecerse en el sector
Así mismo, en cuanto a infraestructuras de la ciudad, el PSOE concretaba su plan para el Planetari del Grao, empezando por unas obras centradas en el recubrimiento de la cúpula con material cerámico. Mientras que, Compromís se atrevía a mencionar por primera vez la creación de un cine en el centro de la ciudad, con programación periódica y con sesiones en valenciano y en versión original. Un planteamiento que ha sido recibido con grandes esperanzas por buena arte de los cinéfilos de la ciudad. Faltara ver con todo ello, qué habrá sido falso sueño y qué no. O si todo marca el nuevo rumbo del Pacte del Grau