CASTELLÓ. Roberto Bueso reconoce que se "le hizo grande" escribir La banda, su ópera primera. Un film no muy complejo de seguir y que trata con naturalidad la idiosincrasia valenciana. Es en efecto una historia que nace del imaginario y memoria sentimental del cineasta, así como podría ser perfectamente del recuerdo de muchos valencianos. Las bandas de pueblo son el nexo de unión de un tópico universal como es el amor y la amistad. Sin embargo, lo que asustaba a Bueno era el grupo de profesionales que se estaba forjando detrás de todo el proyecto. Con la producción de Fernando Bovaira, la película cuenta con el respaldo de Movistar +, así como del Institut Valencià de Cultura y À Punt. Un equipo para nada modesto que facilitó su debut nada menos que en el Festival de Málaga.
Una historia muy valenciana rodada mayoritariamente en valenciano y que hace tan solo dos días fue seleccionada, también, para el Festival de Edimburgo. Así como para el Festival de Australia. “Esta película es la que me ha salido, habría sido una traición no hacerla", confiesa el cineasta en su entrevista con Castellón Plaza. Y es que saltar al vacío con un producto tan local es de alto riesgo. Un coste que, en el recorrido previo a su estreno este 21 de junio, parece ir saldándose progresivamente.
-Arranca el metraje y ya escuchamos las primeras notas tocar. A partir de entonces la música envuelve el film, ya sea de forma más notoria o indiscreta. ¿Es esta película una especie de suerte poética para la idiosincrasia valenciana?
-Quería que la película fuera un reflejo de mis recuerdos, de cosas que yo he vivido en València y la música es una parte fundamental. Es cierto que, por ese motivo, quería que hubiera música desde casi antes de empezar el film. Esas notas sobre negro que, más tarde, acompañan durante toda la trama a Edu. La música va sonando durante toda la película de forma muy distinta hasta la explosión emocional que se vive en el final. Así que sí, es un reflejo de lo que somos los valencianos, porque vivimos con esta desde que somos pequeños.
-No habrá sido muy difícil reunir a una banda de música para el film y encontrar a cuatro actores con una mínima destreza para tocar, porque hay al menos una formación por pueblo. ¿O sí lo fue?
-Lo de las bandas es una verdadera locura, porque en algunos pueblos hay hasta dos formaciones. O hay municipios con 400 habitantes donde te encuentras una banda de 140 personas. Es algo como muy desconocido fuera pero es, sin dudas, una cultura muy arraigada al carácter valenciano. Sin embargo, al hacer la película las posibilidades fueron distintas. Nos ha costado mucho encontrar la banda que interpreta la historia. Hemos ido a los ensayos de bandas sinfónicas de toda la Comunitat Valenciana para hallar a los personajes que habíamos escritos. Entonces, en este caso es al revés, hemos ido a por gente que nunca se había puesto delante de una cámara. Al final nos hemos quedado con quienes por determinadas características físicas y personales, compartían elementos con los personajes. Pero, el trabajo fue muy arduo. Hubo entrevistas y pruebas de todo tipo para que ver si estos podían superar la timidez y ver cuánto podían actuar sin saber hacerlo.
-¿Están las bandas de música relegadas a un plano más dado a las tradiciones de pueblo que a la propia profesión?
-La banda de pueblo desempeña un papel fundamental en la formación del músico, porque aunque si bien es cierto que los niños empiezan a tocar por la costumbre y porque sus abuelos, padres o amigos también lo hacen, al final sí creo que se profesionalizan. Las bandas se presentan como algo lúdico, pero son muy exigentes, se ensaya mucho. Al final, hay mucha seriedad y respeto hacia la entidad.
-Como dices, muchos músicos son empujados a tocar básicamente por su familia. Me atrevería a decir que pocas artes cuentan con tanto reconocimiento social como estar en una banda o en una orquesta. Sin embargo, las dudas de si seguir adelante, o no, es un dilema por el que pasan muchos jóvenes. ¿Es el caso de Edu?
-Sí que es cierto que habrá casos en los cuales se ha empujado al niño a que haga algo que realmente no le gusta, pero no es el caso del protagonista. A Edu simplemente le entran dudas, porque de pronto empieza a plantearse si es esto lo que le quiere. Y hace un relato falso de su vida como alguien que ha sido empujado a hacer lo que no quería, pero descubre que eso no es verdad, que es lo que más le gustaba en el mundo. Simplemente ha perdido el brillo, se ha distanciado de la gente que quiere y, por eso, se cuestiona premisas muy absurdas.
-Me dicen que parte del equipo es de Castellón. Aquí tenemos muchos músicos sinfónicos, bandas y festivales. ¿Querías que el equipo fuera de toda la Comunitat, vertebrando una tradición al completo, o fue una selección mucho más natural?
-Ha surgido de forma muy natural. No hemos hecho cuotas de cada ciudad, pero sí se podría haber hecho. Nosotros teníamos claro que parte del equipo, incluso técnico, tenía que ser valenciano porque debían de conocer lo que significan las bandas de música para València. De ahí el ir a buscarlos a las propias bandas.
-Una de las grandes sorpresas es ese hit que introduces en el film y que no falta en casi ninguna fiesta valenciana; La manta al coll i el cabasset
-Sí buscaba una canción que fuera muy muy conocida. Pensamos en un par, pero esta es la que yo he cantado por ahí de fiesta. Me parece una pieza que está en el imaginario de todos los valencianos, creo que incluso puede ser reconocida por gente de fuera. Así que la elección fue de dos tipos, una por orgullo y para hacer un guiño, y otra por creencia personal. Las personas que ya han visto el film siempre se quedan con esta secuencia, porque les da como orgullo.
-La música no es el único elemento central, también tientas a las historias de amor complicadas o a esas amistades arraigadas a la infancia
-Bueno es que la música y las bandas están como telón de fondo, realmente no es una película sobre bandas sinfónicas. Esto siempre me gusta dejarlo claro. La vida es lo que pasa mientras pertenecemos a una banda. Mientras vamos, por ejemplo, al extranjero a intentar ser alguien. Por eso me interesan los conflictos emocionales y detrás colocar un universo poderoso y reconocido, que tenga alma como la música. Además hacía falta tramas muy universales que poder entender no solo en València.
-¿Y cómo fue escribir para un debut fílmico? ¿Notaste la presión de esos ojos que se ponen cada vez que alguien o algo es nuevo?
-Totalmente. Hasta entonces había escrito con mucha ligereza para mis prácticas en la ECAM, sin mayor presión. Pero de repente, Bovaira vio mi proyecto final de carrera, el corto La noche de las ponchongas, y me preguntó si tenía alguna idea en la cabeza y le hablé del germen que, con el tiempo, ha sido La banda. Tras ello, empecé a escribir, pero bloquee al ver quién estaba detrás y quién iba a recibir la escritura. Bolbaira es uno de los productores más importantes de toda España. Se me hizo grande, tuvo que pasar un tiempo hasta que volví a escribir realmente lo que quería.
-Un film en valenciano con una historia que bebe de las raíces más valencianas. ¿Ha sido el cine más local un autoregalo para empezar o tienes pensado continuar por caminos parecidos?
-La verdad es que no planeo mucho y no calculo ni lo que he hecho ni lo que voy a hacer. Esta película es la que me ha salido, habría sido una traición no hacerla. Todos los paisajes formaban parte de mi imaginario, mis recuerdos y mi memoria sentimental. Entonces ha resultado ser así, y creo que ha sido bueno que mi primera película la haya hecho en mi tierra. Ahora bien, en un futuro pues ya veremos que me sale. Pienso en historias muy distintas la verdad. Si me vuelve a salir algo valenciano, lo haré con toda la fuerza. Y si me sale una no tan anclada, pues la defenderé igual.
-Estrenaste tu ópera prima en el Festival de Málaga. ¿Cómo fue sacar el producto fuera?
-Fue una verdadera pasada. Se pasó en versión en original y los asistentes rieron muchísimo, se emocionaron, aplaudieron al final. Eso es gracias a que es un universo particular muy característico, pero que produce identificación también porque se cuentan cosas universales.
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