EN LA ÚLTIMA DÉCADA SE HAN COLEGIADO EN CASTELLÓN MÁS MUJERES QUE HOMBRES

¿Sigue siendo la arquitectura una profesión 'de hombres'?

5/03/2021 - 

CASTELLÓ. Parecía que este no era un trabajo para ellas. La historia habla de grandes arquitectos, pero no de grandes arquitectas. Frank Lloyd Wright, Philip Johnson, Ludwig Mies van der Rohe, Gaudí... con la excepción de Zaha Hadid, que levantó su primer edificio en 1994 y se convirtió años más tarde en la primera mujer en ganar un premio Pritzker. Con ella empezó, de hecho, una de las carreras más destacadas de la historia en manos de una mujer. Pero hasta entonces, y todavía ahora, la arquitectura parece estar concebida como una profesión hecha principalmente para hombres. Los datos hablan y así ocurre también en Castellón.

Según un informe del Colegio de Arquitectos, de los 428 colegiados que hay en la provincia, 294 son hombres y 134 mujeres, lo que representa poco más del 31%. Un hecho que demuestra que la equidad todavía está muy lejos de producirse. Sin embargo, el mismo análisis demuestra que entre las nuevas generaciones la cosa está cambiando. En los últimos diez años, las arquitectas colegiadas en Castellón han supuesto el 53% del total. Por lo que, si las cifras continuarán así, en los próximos lustros la equiparación entre mujeres y hombres sería una realidad. 

Así mismo, el estudio también llega a otra conclusión esperanzadora: se ha detectado una presencia abrumadora de arquitectas en el entorno rural. Es decir, en municipios donde únicamente está empadronado un colegiado, la mayoría de estos son mujeres. En concreto, en los 21 municipios de Castellón donde solo hay un profesional, el 70% son arquitectas.

No obstante, la situación no es la misma en las grandes capitales: de los 163 arquitectos que hay empadronados en Castelló, solo 47 son mujeres (un 28,8%); en Vila-real hay 11 arquitectas por cada 37 arquitectos; en Vinaròs son 9 frente a 14, en Almassora 3 frente a 12 y en Onda solo hay una arquitecta colegiada de los siete que residen en la ciudad.

Plaça Carbonera, Els Ibarsos. Arquitecta: Patricia Lluch. Fotografía d'Alejandro Gómez

La desprotección por maternidad, eterno problema 

Cuenta Úrsula Cucala que decidió ser arquitecta porque desde siempre le ha gustado la creación, diseñar y construir. En su familia no había nadie de la 'rama', su padre era agricultor y su madre maestra, sin embargo, cuando tuvo que decidirse por una carrera, fue la arquitectura la que más le llamó la atención. Después reconoce que la profesión no fue como esperaba, pero supo adaptarse a ella día tras día. ¿Sus referentes para lograrlo? Las profesoras que tuvo durante aquellos años de aprendizaje. No había grandes arquitectas a las que mirar, aunque en su caso, para el tipo de arquitectura que hace (más doméstica), reconoce que no ha necesitado ningún referente, ni de mujeres ni de hombres, sobre el que apoyarse. 

En cambio, lo que sí ha echado más en falta la profesional es una protección que todavía no existe para la mujer embarazada. "En términos generales no estamos mal, cuando yo estaba estudiando la carrera ya éramos un porcentaje elevado de mujeres, por eso ahora las superan en titulación, pero el principal reto que todavía tenemos por delante es la maternidad. Yo en mi caso soy autónoma y por eso he de responder al ritmo de proyectos y entregas que tengo sin falta. No puedes parar de repente cinco meses, porque no puedes parar cinco meses la obra", sentencia la profesional, quien reconoce que se ha visto obligada a contratar a una persona por cuenta propia para que fuera "sus ojos y sus oídos" en los meses obligados que tuvo que estar de baja. "Acababa de ganar un concurso y eso implicaba que yo me comprometía a ejecutar la obra en los plazos de entrega. Por eso, compaginarlo con el embarazo fue duro". 

No es el suyo un caso ni mucho menos aislado. De hecho, cree Adela Adrián -también arquitecta de la provincia- que uno de los motivos por los que no hay más mujeres colegiadas se debe a que muchas terminan opositando en educación secundaria o en la administración pública, porque se sienten más protegidas que trabajando por su propia cuenta. "Nunca nos hemos sentido apoyadas las mujeres en este aspecto. Cuando salí al mercado laboral en 2010, en plena crisis económica, no podía acceder a muchas entrevistas de trabajo. Pero cuando lo conseguía, casi siempre me preguntaban si tenía pareja o si iba a ser madre. Algo que era totalmente inconcebible que se le preguntara a un hombre." La profesional decidió que quería ser arquitecta porque desde siempre le había gustado dibujar y trabajar con planos. Su padre es albañil y, de alguna manera, había naturalizado este tipo de trabajo más técnico. 

Con el tiempo lo que Adela Adrián ha encontrado es mucho reconocimiento, pero también, en algunas ocasiones, se ha sentido en una condición inferior por ser mujer. "Además de ser mujer, al ser joven, me he topado con muchos operarios o constructores que me restaban autoridad o conocimiento. Comentarios del tipo, 'tu que sabrás, si llevo toda la vida con esto', son habituales. Tratos peyorativos que deberían corregirse desde la educación. Hay que transmitir sensibilidad por nuestra comunidad a la sociedad y la resta de compañeros", considera la arquitecta. 

Mas de Lucia, Nules. Arquitecta: Cristina Moya. Fotografía de Mayte Piera

Por su parte, Úrsula Cucala asegura que "sorprendentemente" nunca se ha topado con comentarios de desconfianza. Y recalca que "sorprendentemente", porque "trabajar en entornos rurales te obliga a relacionarte con albañiles de pueblos y constructoras pequeñas" que posiblemente no están tan acostumbradas a trabajar con mujeres. No obstante, defiende la profesional que las arquitectas se queden si pueden en los pueblos. "Cuando somos jóvenes creemos que la vida en las ciudades te ofrecen mucho más, y sí es más estimulante, pero a nivel profesional es muy cómodo. Es distinto, te obliga a tener un trato más directo con el cliente y los promotores", explica la castellonense, quien cree que quizá es por esta misma razón que hay muchas más mujeres que se dedican a ello en pueblos pequeños. "Nosotras estamos hechas para este tipo de relaciones más directas", afirma.

Con todo, a modo conclusión, podríamos decir que no, no es la arquitectura una profesión 'de hombres'. Hay profesionales y muchas más formándose para hacer de esta una disciplina también de mujeres. Pero, lo que sí necesitan las profesionales es ayudas, un respaldo económico que les facilite conciliar su vida familiar con sus propias ilusiones laborales. Solo así podrá romperse la brecha de género y lograr una equidad justa.

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