VALÈNCIA. Nos encontramos con Víctor Benavides (Moradores de tejados, en la red) en el Micalet. Allí, el joven historiador y poeta coordina varios proyectos como gestor cultural: A la llengua de València, un espacio de poesía oral en valenciano los últimos martes de mes; Les nostres poetes, un encuentro solo de mujeres alrededor del Día de la Mujer; y Poetes de la República, con motivo del 14 de abril. Fuera de estas paredes, también capitanea Vers Memòria, y Slam Patraix. Este último, contra todo pronóstico, advierte, rompe las reglas habituales de este formato poético, que suele enfrentar a poetas y cuenta con la opinión del público para proclamar un vencedor.
“Es un formato competitivo (ahí sí comparte ese rasgo del slam), pero sin ganador. A veces, dentro del slam, surgían malos rollos entre poetas por el tema de las victorias y derrotas, o los motivos por los cuales alguien gana o pierde”, menciona. “Aquí mantenemos la competición, pero, al no existir la figura del ganador, nadie puede enfadarse con nadie”, enfatiza.
Benavides, que comenzó con la poesía “jugando”, admite que, a día de hoy, sigue siendo su manera de comunicarse. “Para mí, es más fácil poner las cosas por escrito en un poema que decirlo en prosa. La poesía es un canal más en el que explicar realidades que no podría explicar de otra forma”. En el exterior del Micalet llueve y truena. Es una de las semanas más angustiosas que climatológicamente se recuerden en tierras valencianas. La poesía es antídoto y, además, forma de combatir el mal tiempo.
-Parece que la cultura atraviesa un momento dulce en València. Recientemente, se anunciaba que una nave del Parque Central acogerá el Teatro Escalante, y que otras naves abandonadas del Cabanyal se transformarán en un centro teatral. Sin embargo, hace apenas unos meses, también echaron el cierre diversos espacios culturales de la ciudad (la sala Deluxe, la galería Pepita Lumier…). ¿Qué crees que sucede para que existan tantas propuestas pero, en algunos casos, como se ha demostrado, sean tan poco sostenibles o rentables?
-Para empezar, puede que haya más oferta que demanda. El otro día, sin ir más lejos, tuve que decidir a qué evento ir porque coincidían cinco o seis ofertas de poesía en València. Si la poesía, de por sí, ya tiene un mercado limitado; si montamos seis eventos a la vez, a los que va a acudir el mismo público, lo que hacemos es dividir a la gente y que, además, tampoco se llenen los espacios.
-¿Hay alguna solución?
-Podría haber, dentro de la poesía, una especie de coordinadora. Ya funcionó en el pasado durante un tiempo (Alzavoz, se llamaba), pero dejó de hacerlo. Sería interesante retomarlo para coordinarnos y, como mínimo, no pisarnos las fechas. Hay calendario para todos.
Había una persona, de forma desinteresada, que lo coordinaba. Pero cuando no pudo continuar por motivos laborales y personales, dejó de estar hilado.
-En las disciplinas creativas parece que no gusta hablar de “negocios”. Sin embargo, el caso que comentabas es un buen ejemplo de que, si estas propuestas o eventos fueran rentables, las personas no se verían obligadas a dedicarse a ello como una afición: sería su trabajo. ¿Falta industria alrededor de la poesía, por ejemplo?
-Está claro que, si existen estos eventos, es porque hay una rentabilidad detrás. Hay pocos espacios culturales privados que monten eventos de poesía por amor al arte; aunque sea simplemente por el dinero que retorna de las consumiciones, vale la pena. Y aunque hay algunos problemas (como lo que comentabas), también es cierto que en los últimos años sí he notado una mayor profesionalización en el sector.
A lo mejor hace años pedías que te pagaran por montar un evento de poesía, y te miraban raro. Hoy en día, se asume que es una cosa que funciona por las dos partes. La organización de eventos sí está pagada… no en todas partes, porque conozco compañeros, e incluso yo, que a veces lo hacemos por amor al arte y por otras circunstancias, pero, en general, sí se remunera. Otra cosa es que esté mal remunerado (que lo está) ... pero, al menos, algo ofrecen.
-¿Vivir de la poesía en València es una utopía?
-Sí, y más simplemente como escritor. Otra cosa es si logras hacerte camino como gestor de eventos de poesía… Eso podría llegar a ser viable. Pero, como poeta, imposible. Otra cosa es que tampoco te pagan por recitar. Muy pocas veces ha habido espacios que sí ofrecen dinero a cambio de recitar. Por organizar sí; por recitar, no.
-¿Escribir poesía y recitar poesía es lo mismo?
-Un poeta puede recitar un texto buenísimo y que no le llegue a nadie porque no ha sabido defenderlo oralmente, y viceversa, un texto malísimo expuesto por una persona que sabe recitar puede parecer una maravilla a todo el mundo. Juegan muchísimo los dos componentes.
Sí es cierto que hay una parte de espectáculo, y cada vez más, especialmente en los últimos años, porque se ha puesto de moda un tipo de poesía que se acerca más al discurso político. Sin imágenes, sin recursos literarios: puro y duro discurso. Personalmente, no tengo nada en contra de ello, pero no es la poesía que hago y entiendo que la gente sea crítica con ello.
-Reflexionabas en tu cuenta de Instagram sobre el poco futuro que le ves a disciplinas como el cine, el teatro, la novela o la poesía. Apuntabas que parece que en todas estas se mire constantemente hacia atrás en lugar de hacia delante. ¿A qué te referías?
-En general, se están haciendo obras de teatro que triunfaron hace años, remakes de películas que tuvieron éxito hace años… Están volviendo géneros de poesía que, si bien no desaparecieron del todo, habían dejado de utilizarse tanto, como el romanticismo. Bajo mi percepción, se mira mucho hacia el pasado en vez de construir discursos nuevos.
-¿Crees que es por miedo a arriesgar?
-No lo sé. Puede ser por miedo, pero no por miedo a crear algo que no guste o cosas nuevas; sino por el miedo al futuro. Somos una generación que, en general, desconoce cuál va a ser su situación laboral, social, o de cualquier tipo, dentro de diez años. Eso, de alguna forma, se ve reflejado. O igual es una falta de ideas. Quizá es por términos comerciales: prefieren explotar cosas que ya se ha demostrado en un pasado que han funcionado en lugar de cosas nuevas.
Está claro que si la poesía ha llegado hoy en día a las masas es porque vende. Antes, el capitalismo ya lo logró con otros tipos de géneros, como la novela, los bestsellers (un tipo de texto que le gusta y atrae a todo el mundo) … y la poesía ha tardado más en llegar. La poesía siempre ha sido un género de minorías por el lenguaje que utiliza y que la caracteriza; para llegar a un público mayor, quizá se ha tenido que eliminar ese lenguaje. Eso se critica hoy en día mucho. Por eso el eterno debate de qué se considera poesía y qué no.
-Con la explosión y democratización de la poesía en redes sociales, ¿se ha ganado o perdido?
-Se ha ganado y se ha perdido. Las dos cosas. Se ha ganado porque muchas más personas pueden acceder a una literatura que no habrían buscado de otra manera por otros canales, pero, a la vez, también está provocando que mucha gente no tenga filtro consiga misma y que exponga su obra muy pronto. Que no es necesariamente malo si consideran que eso no es malo, pero, en mi caso, por ejemplo, no me atrevería a exponer una obra que está evidentemente inacabada.
Estuve grabando en una cosa de grabar audiolibros de poesía para una editorial. Cuando se enteraron de que era poeta, lo primero que me preguntaron fue que cuántos seguidores tenía. Ni conocer mi obra, ni mis influencias, ni nada. La poesía, al final, es un producto más.
-¿Hasta qué punto crees que resulta imprescindible la autopromoción de una persona, como tú, que se dedica a crear, en las redes sociales?
-El otro día lo hablaba con otra poeta. En la poesía, muchas veces es más la imagen que da el poeta que su propia obra: la imagen que vende el poeta de los temas sobre los que está escribiendo, dónde está escribiendo… que el texto en sí. Vende más la imagen que da.
-“Leer un artículo sobre la posguerra difícilmente transmitirá más que las descripciones cotidianas de Vicent Andrés Estellés”, has mencionado. ¿Qué le puede aportar la poesía a mantener nuestra memoria?
-Mi formación como investigador de Historia se entremezcla con mi parte de poeta. Siempre he trabajado con fuentes orales (haciendo entrevistas, escuchando grabaciones, leyendo transcripciones…); y, quien ha trabajado con estos materiales, sabe perfectamente que cualquiera de estos testimonios transmite más que leer un libro de texto de historia.
Lo mismo sucede con la poesía. Toda poesía es reflejo de su época y, aunque no hable directamente de un hecho, viene afectada por su contexto histórico. Si lees un poema de un poeta que vivió en el exilio y te cuenta desde su perspectiva, con sus palabras, cómo ocurrió, te parte mucho más que si lees datos en un libro de texto. La poesía es un documento histórico más en ese sentido.