Ciudadanos focaliza su estrategia electoral en cinco municipios de Castellón para 'resistir' otro mandato

CASTELLÓ. A dos meses de las elecciones municipales, los partidos políticos ponen una marcha más y aceleran su maquinaria orgánica. Unos lo hacen con el propósito de reforzar la marca y ampliar su electorado, otros porfían para evitar una fuga de votantes que suponga una evanescencia institucional. Este es el caso de Ciudadanos que, con el trampolín de la refundación, aspira a resistir y frenar su caída para continuar una legislatura más como opción política.

A nivel doméstico, esto es, en la provincia, la fuerza liberal tiene muy definida su estrategia, siempre consciente de las dificultades que conlleva presentar listas en los municipios donde ostenta en la actualidad representación. La formación naranja pone el foco en cinco localidades que considera esenciales y que, según los sondeos internos, existen posibilidades de mantener al menos un concejal. Se trata de Castelló, Vila-real, Benicàssim, la Vall d'Uixó y Oropesa.

Recuperar la confianza del votante

El objetivo de las distintas candidaturas (y sus alcaldables) es claro: visibilizar la renovación interna durante la (pre)campaña para recuperar la confianza del votante de centro. Asumiendo que repetir los resultados de 2019 resulta misión imposible, sí que hay un convencimiento general de que se puede pelear por conservar el escaño dentro del dibujo de cada corporación. Incluso, fuentes consultadas consideran factible convertirse en la llave de algún gobierno, aunque sea con un único edil. 

Las mismas fuentes apuntan a Oropesa del Mar como el gran bastión de Cs en la provincia, pudiendo hasta reeditar el pacto con el PSPV para asumir la alcaldía. Araceli de Moya supone un activo muy importante y se interpreta como una ventaja (y un acierto) que ejerza como alcaldesa en el segundo tramo de la legislatura fruto de ese acuerdo con el Partido Socialista. Su buen cartel invita al optimismo para seguir con los dos regidores y tener un rol sobresaliente en la balanza de bloques.

Distinta situación en los otros cuatro municipios

En Benicàssim, Vila-real, Castelló y la Vall, la coyuntura es distinta, ya que los ediles naranjas no forman parte de ninguna alianza de gobernanza. No obstante, en la primera localidad sí hubo coalición con el PP hasta el pasado mes de octubre, cuando la primera munícipe, la popular Susana Marqués, anunció la ruptura del pacto verbal. Hasta ese momento, Ciudadanos ostentaba competencias y eso permitía a sus munícipes, especialmente a la portavoz, Cristina Fernández, proyectarse plebiscitariamente. Esa visibilidad, unida al desgaste del propio equipo de gobierno al lidiar desde entonces con una oposición en superioridad, aviva la esperanza de conseguir algún acta, ya que mantener las tres de este mandato parece harto complicado.

En el resto de poblaciones, Ciudadanos cuenta con grupo municipal en la bancada rival al ejecutivo que gobierna. En lo que se refiere a la capital de la Plana, los anteriores comicios se saldaron con cuatro concejales. Los más de 10.000 votos recibidos (10.345) permitieron conservar la cuota respecto a 2015 (también cuatro ediles).

En Vila-real, se dio idéntica situación, toda vez que su líder, Domingo Vicent, mantuvo los dos munícipes logrados cuatro años atrás. Por último, en la Vall d'Uixó la formación que encabeza Ernesto Doménech se erigió en 2019 como la cuarta más respalda con dos representantes.

Como ocurre con Oropesa, la pretensión en estas ciudades pasa por no desaparecer de la corporación. De ahí que los esfuerzos se focalicen en dichos municipios, más cuando en otros en los que se daba por seguro formalizar candidatura, como Almassora, difícilmente habrá lista por la huida de sus regidores.