CASTELLÓ. Con la llegada del verano, muchas personas disfrutan de unos días de vacaciones. Lo que empieza como unos días de descanso y desconexión, en ocasiones, se convierte en un malestar general y un bajón de ánimo, que inunda de dudas a muchas personas. En algunos casos aparecen síntomas físicos como palpitaciones, taquicardia, temblor o sudoración, mareo, sequedad de boca, y otros síntomas psicológicos o conductuales como irritabilidad, preocupación excesiva, falta de memoria y concentración entre otros.
En la consulta de la especialista Noelia Monlleo, psicóloga general sanitaria con orientación cognitivo-conductual de Vithas Castellón, se ha observado que desde los últimos años está habiendo un aumento en la prevalencia de diversos trastornos psicológicos, un hecho que puede explicarse porque cada vez existe menos estigma y menos prejuicios hacia la profesión. Uno de los principales motivos por los que se acude a consulta es por sufrir ansiedad, la mochila invisible con la que cargan muchas personas. La ansiedad es una respuesta normal, evolutiva y adaptativa que experimentamos ante determinadas situaciones estresantes o amenazantes y que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. El problema surge cuando esta reacción se convierte en un problema que nos condiciona nuestra calidad de vida y nuestra salud.
En Vithas Castellón el 40% de los pacientes que acuden a consulta psicológica sufren ansiedad y estos tienen una media de edad de cuarenta y un años. Noelia Monlleo, psicóloga general sanitaria con orientación cognitivo-conductual de Vithas Castellón, comenta que para entender la ansiedad en su concepto más amplio hay que distinguir entre ansiedad estado y ansiedad de rasgo. “La ansiedad estado hace referencia a un estado transitorio y cambiante en el tiempo y la ansiedad rasgo es una característica de personalidad relativamente estable por lo que esta hace referencia a la tendencia a percibir determinadas situaciones como amenazantes o peligrosas y, por tanto, a responder con ansiedad”. Según la especialista “hay ciertas características de personalidad que parecen asociarse con problemas de ansiedad. Bajo este paraguas podríamos encontrar rasgos como: inseguridad, alta autoexigencia, perfeccionismo, baja tolerancia a la frustración, rigidez o falta de flexibilidad, pero también se podría incluir la tendencia a adelantar cualquier posible problema y a planificar todo o a dedicar gran parte del tiempo a pensar en el futuro” y añade “me gustaría enfatizar en que estas características no necesariamente preceden la aparición de algún trastorno de ansiedad y que los estudios publicados hasta el momento no son concluyentes”.
Monlleo emplea como tratamiento la terapia con orientación cognitivo-conductual, un modelo que parte del supuesto teórico de que los pensamientos conforman la base de las emociones y las respuestas que damos. “La terapia cognitivo-conductual enfatiza en el abordaje de ciertas creencias y esquemas cognitivos como mecanismo de cambio del malestar y las conductas disfuncionales” asegura Monlleo y añade “esta terapia pone su foco de atención en el presente de cada paciente y su funcionamiento diario sin desatender el pasado y la historia de aprendizaje personal”. Algunas de las técnicas que se utilizan en sesión son la reestructuración cognitiva, relajación, entrenamiento en solución de problemas y el entrenamiento en auto instrucciones. “En consulta adapto la terapia a cada paciente teniendo en cuenta su historia, por lo que el tratamiento psicológico es un “traje a medida”, comenta Monlleo.
Sobre si la ansiedad se cura en un 100%, la psicóloga responde que, en la mayoría de los casos, no, pero “más allá de si se cura o no, podríamos cuestionarnos si se manifiesta siempre igual de incapacitante en el día a día o no, que es lo que realmente ocurre en los trastornos de ansiedad” insiste la psicóloga. Según la especialista, las personas pueden aprender a manejar la ansiedad y responder de manera más adaptativa y funcional. Por lo tanto, una persona puede superar un trastorno de ansiedad, pero seguir experimentando síntomas de ansiedad ante determinadas circunstancias a lo largo de su vida sin que ello le interfiera significativamente.
Existen hábitos no saludables que fomentan la ansiedad como el estrés, el insomnio, llevar una alimentación poco saludable, el sedentarismo, el tabaquismo… que incrementan la intensidad de las respuestas de ansiedad. También se podrían incluir algunos patrones mentales (tendencia a tener pensamientos poco objetivos, exagerados o catastrofistas) y conductuales (cómo se responde o se reacciona ante la ansiedad, en muchas ocasiones, la respuesta es de evitación). Por lo tanto, modificar algunas de estas variables podría reducir la probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad.
Asimismo, la especialista asegura que una educación emocional infantil en la que se enseñe a gestionar las emociones desde etapas tempranas, bien en el aula o en la familia, puede prevenir los cuadros de ansiedad en la edad adulta, “con educación emocional se consigue la Inteligencia Emocional, la cual es definida por Daniel Goleman como “la capacidad de reconocer los propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.