Fotos: CARLOS PASCUAL
CASTELLÓ. La reforma de la avenida Lidón encara la meta. El Ayuntamiento de Castelló prevé recibir la obra el 31 de enero, agotando la moratoria de un mes de la Unión Europea respecto a la previsión inicial del 31 de diciembre. La adjudicataria de la actuación, la Unión Temporal de Empresas (UTE) Becsa-Telecso, ultima los retoques finales para dar por concluida la ejecución. Los operarios focalizan su actividad en la colocación del mobiliario, la plantación de la jardinería y el pintado del carril bici.
El primer tramo, entre la Basílica y la rotonda de la ronda Norte, está acabado, al igual que el segundo, desde la citada glorieta hasta el monumento de Tombatossals. La mayor actividad se concentra en la zona residencial, aunque los trabajos más importantes están completamente culminados. Por ejemplo, la reordenación viaria o la instalación del nuevo suelo.
Aunque la entrega de obra se espera para el postrero día del mes, lo cierto es que la recepción está programa para algo más tarde. En realidad, se trata de un mero formalismo que, según señalan fuentes municipales, no afecta a los plazos marcados por Europa para concluir la rehabilitación.
El proyecto ha supuesto una inversión de 3,3 millones de euros cofinanciada a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Como cambios más significativos respecto a la concepción anterior, se ha habilitado un carril bici de 1,4 kilómetros, se ha eliminado el doble sentido para la circulación de vehículos, se ha integrado el parque Rafalafena con la supresión del vallado metálico y se ha incrementado la longitud de itinerarios seguros (1.413 metros).
Esta transformación de la avenida, empero, no ha contentado (y sigue sin contentar) a una gran parte de los comerciantes. La propietaria de la tienda de interiorismo Antonino Decoración, Mª José Antonino, asegura que "la reforma ha destruido al comercio de la zona. Ya no hablo de las pérdidas que hemos sufrido durante las obras, sino de lo que ocurrirá a partir de ahora. Sin posibilidad de acceder con el coche hasta la avenida, los clientes no vendrán". Doblemente afectada por su condición de vecina, señala que "ahora para acceder al parking de mi casa tengo que dar una vuelta enorme. En las calles de alrededor, se generan colas todos los días. Solo en la calle Rafalafena los tapones son de hasta 30 minutos".
Andrea Gauchí, de Dalumini Cerramientos, afirma que "la reforma la llevamos mal. Está avenida era maravillosa y genial. No había ningún problema. Ahora, se ha cambiado todo y nos está afectando. La gente se queja porque la circulación de la zona es peor y porque tienen que desplazarse a pie, dejando el coche lejos".
En la misma línea, Rosa Joverías, propietaria de la librería Milotxa, afirma que ha habido un antes y un después. "La anterior disposición de la avenida, con aceras de cinco metros, facilitaba que vinieran los clientes. Sin embargo, hemos notado que ha habido un descenso desde las obras. Personalmente creo que esto [la renovación] no hacía falta. Además, si la justificación es la sostenibilidad, la hemos perdido por el tráfico que está provocando los alrededores".
No todos se muestran disconformes con la actuación. Antonio García y Carmen López, un matrimonio de jubilados que cada día hace el recorrido (ida y vuelta) desde la avenida del Mar, donde reside, hasta la Basílica, aplaude el lavado de cara. "A nosotros nos gusta cómo está quedando todo. Hay más espacio para el peatón y menos coches. Nosotros nos sentimos más seguros. Además, parece todo más moderno y espaciado", coinciden ambos.
Resulta evidente que la división de opiniones y la polémica seguirán presentes durante un tiempo. De hecho, han marcado el desarrollo del proyecto, especialmente desde que se licitó en mayo de 2021. A partir de febrero, las obras dejarán de ser una molestia para vecinos y comerciantes.