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EMPRESAS DESDE EL INTERIOR | 'Mos de Bresca' trabaja a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar

Miel de autor y de altura para ayudar a mantener la biodiversidad en el entorno del Penyagolosa

20/12/2020 - 

CASTELLÓ. En la Comunitat Valenciana hay registradas cerca de 2.500 explotaciones apícolas, que pueden llegar a producir 4.000 toneladas de miel al año. De azahar, de romero o de milflores, por ejemplo. Pero ninguna de ellas tiene la peculiaridad ni las propiedades de la producida por Mos de Bresca, una firma que nació hace dos años y que tiene las colmenas ubicadas en el entorno del Mas de La Cambreta, el más alto de toda la geografía valenciana, situado a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, junto al pico del Penyagolosa.  

Pau Sos, el propietario de esta explotación apícola lo tiene muy claro: “Hay mucha miel en el mercado y pienso que nosotros tenemos que diferenciarnos”, explica, “así que primamos la calidad y la excepcionalidad”. Mos de Bresca ha producido este año 500 kilos de miel “única, tanto por las condiciones especiales que otorga el parque natural del Penyagolosa, tanto en flora como a nivel de climatología”, asegura Sos.

La explotación apícola cuenta con 50 colmenas, cantidad que no puede incrementar debido a las restricciones establecidas por el Parque Natural. Estas se encuentran junto al barranco de la Pegunta, declarado microrreserva vegetal por la Generalitat Valenciana, un espacio donde conviven especies botánicas raras o endémicas como el tejo, el acebo o el lirio de nieve, junto a la carrasca o el roble. Todo ello, otorga a “la miel una singularidad especial ya que tienen el toque que le dan las flores de estas especies”. Se puede decir que Pau ha creado una miel de autor con unas propiedades organolépticas originales. “Es una miel de montaña oscura, con un sabor y textura diferentes, sensorialmente especial, muy rica en sales minerales, baja en azúcar y con propiedades antioxidantes”, explica el apicultor.

El producto que comercializa es el resultado del proyecto que puso en marcha una vez finalizó sus estudios de gestión de empresas agropecuarias en la Escuela de Capataces de Catarroja y en el cual ha fusionado sus dos grandes pasiones: las abejas y el Penyagolosa. Pau tiene 31 años y es natural de Castelló, y tuvo claro desde un principio que el producto que iba a crear debería tener características de sostenibilidad y ecología.

El producto ecológico como valor añadido

Por ello, aparte de que las colmenas están en un entorno privilegiado, lejos de zonas de cultivos intensivos en los que se sulfata o se utilizan productos fitosanitarios, Mos de Bresca no practica la trashumancia con sus abejas durante las diferentes épocas del año, como hacen la mayoría de apicultores, y solo extrae la miel una vez al año, a finales del otoño, hecho que “supone un valor añadido ya que no se estresa a las abejas”, asegura Pau.

Además, la firma castellonense utiliza productos ecológicos para tratar posibles enfermedades de las abejas, así como cera ecológica en los panales, ya que “uno de los problemas que hay en la apicultura convencional”, explica Sos, “son los residuos que se quedan de los pesticidas y los tratamientos químicos que se utilizan para luchar contra las enfermedades en el campo que son liposolubles, se quedan adheridos a la cera y están en contacto con el polen o la miel”. Fruto de su constancia y de su trabajo, en estos dos últimos años, la marca ha logrado el certificado de miel ecológica y de Parcs Naturals de la Generalitat.

Otra de las característica de esta miel es que no está pausterizada ni filtrada ni calentada para la extracción. Se envasa en frío. Se le llama miel cruda. El proceso se realiza en el Mas de Pere, en el término de Llucena del Cid, lugar donde Pau pasó parte de su infancia y con el que mantiene un vínculo muy estrecho. Allí se realiza la extracción de una manera directa. La miel se vierte en depósitos de 100 kilos durante un tiempo, dejando que suba la espuma arriba y se depure sola. El proceso finaliza con el envasado a través de un grifo que hay en la parte inferior de los depósitos.

Pau recuerda que el reto “de crear una explotación apícola fue una apuesta muy arriesgada, pero lo hice porque me apasiona y más si se tiene en cuenta que cuando comencé era alérgico a las abejas”, explica. “En aquella época”, con el proyecto en fase experimental, señala Pau, “siempre venía preparado con una inyección de adrenalina por si acaso”. Pero, el esfuerzo realizado durante estos años “ha valido la pena y la gente compra el producto y valora la calidad de la miel”, mantiene. En estos momentos, ya tiene vendida toda la producción de este año a sus clientes, que son restaurantes o tiendas con productos gourmet y ecológicos, tanto en Castelló como en Valencia.

La presente campaña no ha sido buena debido a la climatología, muy inestable durante todo el año, lo que ha provocado la falta de alimento para las abejas, apunta Sos, quien explica que hay otros factores contra los que hay que lidiar como es la presencia de la varroa, un ácaro que es vector de diversas enfermedades en las abejas y que ha causado muchas pérdidas desde que se estableció en la península Ibérica. Estos son algunos de los ejemplos de las dificultades a las que se tiene que enfrentar la apicultura en general y Mos de Bresca en particular, a los que se suma la incidencia del cambio climático en la vida de las abejas. Pau dice que “todo ello no invita al positivismo”, pero con su proyecto quiere ser también un agente activo que ayude a mantener la biodiversidad en el parque natural del Penyagolosa y dar una viabilidad económica sostenible y respetuosa a las zonas forestales de interior.

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