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en el interior de las cosas / OPINIÓN

La flor de la canela

2/09/2024 - 

Ha sido un retorno raro. Sin ganas. Volver a Castelló con el alma cargada de un nuevo Sexenni morellano produce un choque emocional que se mueve entre la felicidad y la nostalgia, también con una precisa dosis de tristeza. El próximo encuentro sexenal será en 2030. El mismo año del cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción global, adoptado el 25 de septiembre de 2015 por la ONU, a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, con el claro objetivo de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia social.

Esta Agenda 2030 implica un compromiso común y universal para erradicar la pobreza en el mundo, el hambre, alcanzando la seguridad alimentaria, garantizando una vida sana y una educación de calidad, lograr definitivamente la igualdad de género, asegurar el acceso al agua y la energía, promover el crecimiento económico sostenido, adoptar medidas urgentes contra el cambio climático, promover la paz y facilitar el acceso a la justicia.

Desde que se adoptara esta hoja de ruta de objetivos mundiales para el desarrollo sostenible del planeta, en defensa de la vida de las personas, de los recursos naturales y los Derechos Humanos, no ha pasado nada extraordinario. Seguimos matando los recursos, seguimos contaminando el planeta, seguimos maltratando a las personas, y seguimos apoyando guerras y genocidios sin piedad. 

Pat Rocha

En nuestra comunidad estatal hay muchas instituciones públicas que han adoptado estos compromisos imprescindibles del futuro y del presente. Se trata del Gobierno estatal, Administraciones autonómicos, Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos, dirigidos en su mayoría por partidos políticos de la izquierda, con un desarrollo sostenible de los municipios, evolucionando con  la reducción de impacto medioambiental y la protección de las personas que los habitan.

Pero la Agenda 2030 tiene en este país la contra de la derecha y su ultraderecha. Hay instituciones que han vetado este plan de Desarrollo Sostenible, calificándolo de farsa de los gobiernos progresistas del mundo. En Castelló el grupo municipal de la ultraderecha viene vertiendo declaraciones vomitivas contra esta importante declaración mundial. Su portavoz, el señor Ortolá, niega el cambio climático, calificándolo de manipulación. Y nadie, la derecha de esta ultraderecha, hace nada. La Agenda 2030 ha desaparecido desde el pasado año en el que la derecha ha accedido a las principales instituciones públicas autonómicas, provinciales y locales. Y es terrible, grave, muy preocupante.

Otro de los objetivos 2030 que están incumpliendo los y las gobernantes de este nuestro pequeño gran país mediterráneo, es la justicia social, la inclusión, los derechos humanos. En Castelló, el gobierno mayoritario del PP debería tomar medidas contundentes contra su socio de Vox, el portavoz Ortolá, de lo contrario están nadando en la misma ciénaga. Este señor, concejal de Seguridad, -que es muy preocupante-, se atrevió a acusar a inmigrantes del terrible asesinado del pequeño Mateo, en un municipio toledano. Dio por hecho la autoría del asesinato. Afirmó que las personas migrantes son un problema para esta sociedad. Alentó al rechazo y al odio. Es un fascista, pertenece a  un partido fascista. Y nadie hizo nada desde el Ayuntamiento de mi ciudad. Están, quizás, blanqueando a una ultraderecha muy peligrosa.

Promover mensajes de odio, racismo, homofobia y machismo es una cuestión intrínseca al personaje ultra Ortolá, y a su grupo municipal, como lo es con Abascal y sus súbditos. Es peligroso. Hay ejemplos duros, como lo sucedido recientemente en Inglaterra. Información manipulada, noticias falsas y una sociedad enfurecida y utilizada.

Andrey Yakovirev

Regresamos a la ciudad, a la rutina, la más cruel para quienes seguimos en el paro, sin trabajo, con escasas posibilidades de ocuparnos. A cierta edad nadie confía en contratarnos, en darnos una oportunidad. Es angustioso, la verdad.

Ayer, por cierto, la Unión Militar Democrática, UMD, cumplió 50 años de su fundación. Este grupo de militares fue uno de los puntos de partida importantes en la transición. La existencia de militares democráticos irritó al gobierno franquista que los detuvo y los mandó a distintas prisiones del país. Con la aprobación de la Constitución en 1978, este grupo, cada vez más amplio, se convirtió en militares demócratas y constitucionalistas. Como hija de militar, del cuerpo de Sanidad, conocí de cerca a este grupo que ilusionaba y transmitía aires de libertad para quienes nacimos y crecimos entre militares, en un barrio ultra, discriminados por ser familias de suboficiales, en un entorno maldito y violento.

Mi bendito padre, esperanzado en el cambio, habló de mi con ‘sus superiores’ para trabajar. Y me incorporé en los orígenes del ISFAS, Instituto Social de las Fuerzas Armadas. Una entidad que revolucionó el clasismo militar. Y mis jefes eran de la UMD. Sanidad era un departamento militar ‘revolucionario’, ‘sin importancia’, sin cuarteles. Decir que sobre la prensa que llegaba a aquellas oficinas cercanas a la Gran Vía, predominada Diario16 y El País. En aquellos momentos era flipante. Entré a formar parte de una entidad militar que sanó todas mis heridas acumuladas desde la infancia por ser, precisamente, hija de militar, de suboficial. Y permitió que pudiera pagar parte de mi matrícula en Periodismo de la Universidad Complutense.

La puesta en marcha del ISFAS significó algo que hoy puede parecer absurdo, pero que en aquellos finales de los años setenta era revolucionario. Se suprimieron las ventanillas en farmacias militares y en la sede del ISFAS discriminatorias. Se creó la ventanilla única, para ‘tropa, suboficiales, oficiales y jefes’. Delicioso. 

En aquellos tiempos conocí al militar José Luis Pitarch, un personaje que entusiasmaba. Un hombre comprometido con la justicia social, la libertad, contra la dictadura franquista de sus superiores, muy afectado por las víctimas de un pasado cruel y necesitado de una Memoria Democrática, que en esos tiempos no se planteaba casi nadie. Es mi homenaje a aquellos hombres que se jugaron todo por defender la democracia en tiempos demasiado oscuros. Mi recuero a Pitarch, al que estimo mucho, al que reencontré en València, al que admiré siempre.

Christian Vincent

Hemos regresado. Ayer domingo volvieron los aromas en los patios interiores de mi casa, esos sofritos de paella, de fideuá, de puchero…. Aromas deliciosos que alguna vecina blindó con las canciones de María Dolores Pradera. Vamos amarraditos los dos…. La flor de la canela…. Se acaba de cumplir el centenario de su nacimiento. Mis vecinas y vecinos lo deben saber. Maravilloso.

Mi vecina Carmen también regresó el sábado tras pasar un mes de viaje anímico, entre los pueblos de su vida, entre sus hijas e hijos, y sus nietos, que solo tiene niños, como yo, y tan felices. Ayer comimos Cuenca. Un potaje de alubias pintas, con patatas, algo de cebolla y el toque magistral de un par de morcillas de orza, sabrosamente medio rancias, como las que mi abuela María guardaba celosamente en las tinajas de barro, con tapa de madera, en aquella cocinilla que tanto amé.

Buena semana. Buena suerte.

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