CASTELLÓ. “A veces, cuando de pequeño veía anuncios de helados en televisión, recuerdo que escuchaba la frase con almendras de California y yo siempre pensaba que la calidad de la almendra de nuestra tierra no tenía nada que envidiarle”. En muchas ocasiones, este hecho se hubiese quedado en una simple anécdota, pero este no es el caso. Blas Agut es un joven agricultor de 33 años que trabaja las tierras de sus padres en el Mas d'En Coll de la Serra d'en Galceran y del Mas de Bernarda de la Vall d'Alba y que inició hace cinco años un proyecto con ganas de demostrarlo y poner en valor los productos de la tierra que conoce desde pequeño, entre ellos la almendra. Los principios básicos son el cuidado en la producción, la transformación realizada de forma artesanal y la comercialización directa al consumidor.
Lo hace bajo el paraguas de la marca Mar de Boires, a través de la cual comercializa los frutos obtenidos en las fincas y tierras que su familia cultivó y cuidó durante décadas en las que aplica los conocimientos adquiridos en el máster de Producción Integrada de Cultivos que desarrolló en la Universidad de Lleida. Aunque es licenciado en Biología por la Universitat Jaume I, el amor por la tierra le llega por herencia natural, ya que ha absorbido la cultura del campo desde pequeño cuando los fines de semana iba a ayudar a sus padres a cuidar sus fincas y le transmitían la pasión y el apego a una forma de vida.
“Cuando finalicé el máster tuve claro que podía dedicarme a la agricultura y pensé que podría aplicar todo lo aprendido para desarrollar un proyecto”. Y así ha sido. Quizás, desoyendo las estadísticas que año tras año anuncian el número de hectáreas abandonadas en el sector agrícola y el continuo envejecimiento de la población activa en el sector, Blas se arriesgó y puso en marcha su iniciativa y ahora es uno de los jóvenes agricultores en las comarcas de Castelló que en los últimos años han visto en la tierra una oportunidad de futuro con conciencia medioambiental. Eso sí, con una idea clara: “La necesidad de diversificar la producción y transformar las tierras”.
Con esta premisa, inició la plantación de nogales y azafrán, unos productos que no son muy habituales en las comarcas de Castellón en la actualidad, ya que “se han dejado perder poco a poco, pero sí que eran importantes antiguamente, puesto que tanto uno como el otro se adaptan muy bien al clima de la zona y estaban presentes en una gran mayoría de masías y he querido recuperarlos”, explica Blas. Otros cultivo por el que ha apostado son los pistachos, y de los que tendrá cosecha ya la próxima temporada.
Almendras, nueces, azafrán, pistachos y algarrobas. Estos son los productos que recolecta y distribuye Mar de Boires con una filosofía muy clara: elaborar productos de calidad de forma artesanal y distribuirlos directamente a comercios de la zona, siguiendo los pasos del movimiento slow food y de la cocina de proximidad. Y es que Blas asegura que "el futuro de la agricultura es que el productor venda directamente al consumidor final alrededor de la zona de influencia, lo más cerca posible de donde se produce". Ahora mismo, Mar de Boires está comercializando sus productos en pequeños comercios y restaurantes de Vall d'Alba, Els Ivarsos, Castelló, Almassora, Borriol y Benlloc. Al contrario que otros sectores, Agut explica que “la pandemia de la covid-19 no ha tenido influencia negativa en su trabajo, ya que las tiendas de alimentación han estado abiertas durante todo el año”.
Es Blas el que se encarga de todo el proceso desde la producción, pasando por la transformación y la comercialización de los frutos recogidos, lo que le da un valor añadido a las elaboraciones. El producto estrella de la marca es la almendra que se vende tanto natural con piel, pelada, tostada o frita con sal. El proceso se realiza de forma artesanal en el obrador después de quitar la cáscara en una pequeña trencadora propiedad también de Mar de Boires, por lo que no depende de terceros para realizar ese paso.
También de forma artesanal se elabora el azafrán, un cultivo que necesita de paciencia y dedicación para producirlo. Para conseguir un gramo hay que recolectar unas 250 flores y sumarle unos 20 minutos para desbriznar las flores de las hebras del azafrán, que después deben pasar un proceso de secado. Blas explica que "precisamente el azafrán es un cultivo que necesita mucha mano de obra y su proyección sería una herramienta más para poder luchar contra la despoblación del interior". Un objetivo del que participa Mar de Boires, empresa que busca la calidad y el rendimiento de sus productos elaborados con cuidado frente a la venta a granel y que aspira a ser totalmente ecológico en el futuro.