CASTELLÓ. Quince años llevaba Valentín Ladrero a piñón con la industria musical, pero se desencantó cuando parte de esta pasó a nublarse por las ganas de ganar dinero frente al 'monstruo' de Internet. "Daba igual lo que se produjera", sostiene Ladrero, quien veía como las descargas en la red hizo cambiar las reglas del juego. Así que, como también es periodista y sociólogo decidió aunar ambas profesiones para dedicarse mejor a investigar y profundizar en la historia de la música. Parte de su trabajo quedó materializado, de esta manera, en 2017 con la publicación del libro Músicas contra el poder: canción popular y política en el siglo XX, que el viernes pasado presentó a alumnos de Comunicación de la UJI. Y es que sus casi 600 hojas además de cartografiar un centenario llenó de considerables cambios sociales y expresiones culturales para la memoria, sirven también para estudiar otros materias vinculadas como la relación entre consumo y clase social, de interés para el seminario impartido en Castelló.
La música feminista, anarquista, comunista, anticapitalista, latina, gay...con bluesmens, black panthers, situacionistas, punks, ravers, folkies, pachucos, rude boys, cantautores, raperos y hiphoperos. Muchos protagonistas para la catalogada música popular que ha tomado partida -o no- contra el sistema. Hablamos con Valentín Ladrero a ritmo frenético antes de coger el tren.
-¿Está el poder contra la música?
-No exactamente. Al revés, el poder utiliza la música. Es decir, al igual que la industria discográfica es parte del sistema y del poder, no creo que esta sea lo contrario. Es cierto que hay músicos a los que el poder los tiene atravesados y que efectivamente pueden sufrir persecuciones. Esto provoca que algunos músicos se exilien o que incluso tengan una sentencia como Pablo Hasel o Valtonyc, pero en general el poder no está contra la música; está muy a gusto con ella.
-Su libro se centra en la relación entre la canción popular y la política del siglo XX. ¿Dista mucho de cómo se fragua en la actualidad?
-Sí, la redes han cambiado la articulación de estos espacios. El siglo XX dio lugar a que muchos músicos pudieran confrontarse con el sistema. Un caso evidente es el folk norteamericano de los años 30/40 con músicos como Woody Guthrie o Pete Seeger que iban por las granjas y minas haciendo proselitismo. O en los 60 con el black power, es decir, con el soul. Pero, también en la actualidad sigue habiendo músicos comprometidos y políticos.
-Posiblemente el 15M sea una de las expresiones políticas gestadas desde la calle que más han revolucionado nuestro país en los últimos tiempos. ¿Es tan efectiva la música por esta misma capacidad de aunar una voz colectiva?
-La música de alguna forma no deja de ser sentimiento, emoción y afecto, y desde siempre lo que ha hecho es cohesionar un conflicto. En las huelgas mineras de Asturias o en las manifestaciones impulsadas por afroamericanos en los 60 a favor de los derechos civiles, se originó un cancionero muy importante, porque en esos momentos la gente canta para levantar el ánimo y encontrarse con el poder. El 15M de alguna manera fue lo mismo, tuvo esa relevancia. Aunque no dio una banda sonora muy concreta, venían de momentos anteriores.
-¿Puede la música sin letra movilizar de igual manera?
-Claro, a partir de los años 80 con la erupción de la música electrónica, el techno y el house, se forjó un tipo de compromiso que no estaba en la letra, estaba en la actitud. Muestra de ello son las raves británicas que se celebraban clandestinamente. Lo que había en ellas era una actitud y una interpelación a los gobiernos y a la política, pero al final a lo que se iba era a bailar. Los 80 fueron el punto culminante de este cambio, donde la música por si sola y por la actitud que conllevaba, era suficiente. Lo importante dejó de ser el qué decir, para pasar al qué hacer y cómo hacerlo.
-Las veces en las que la música ha fracasado en su intento de proyectar la revolución, ¿por qué ha sido?
-La música siempre ha fracasado; no cambia sistemas económicos ni gobiernos por sí sola. Es imposible que esto lo haga una canción. Lo que sí hace la música es concienciar a la gente para que pueda cambiar el gobierno o superar el conflicto. Tiene una capacidad de concienciación muy interesante. Pero, si el objetivo es derribar un gobierno, siempre fracasará.
"La música que suena en las radios, por su estatus y su forma, no funciona con el compromiso"
-En muchas ocasiones ha podido parecer que la denuncia no iba ligada con la vanguardia, sino con una música más alternativa. Sin embargo, ahora, sobre todo por el feminismo, vemos casos como el de Rosalía en el que el mensaje contestatario y la vanguardia sí parecen ir unidas.
-Hablar de vanguardia es difícil porque a veces no sabemos dónde empieza y dónde acaba, pero es verdad que en muchas ocasiones la música protesta se ha basado en el folclore que es una cosa más tradicional y por tanto no sería vanguardista, al menos bajo los criterios de algunos autores. Aun así, es verdad que aunque en las últimas décadas la protesta también ha tenido mucho que ver con formas vanguardistas y modernas, al final cada autor utiliza la música como quiere.
-¿Pero, hay un género más dado a interpelar el poder?
-Sí hay géneros más dados. La balada romántica o la música ligera o comercial evidentemente no está en esa línea. Sin embargo, hay otros como el hip hop, el rock o el punk que sí son más dados a generar compromiso. Evidentemente la música comercial que suena en las radios, por su estatus y su forma, no funciona con el compromiso o por lo menos no lo hacen.
-Qué canción con tinte político destacaría y que nunca concebimos como tal.
-Chico Buarque, en los años 60, hacía canciones con una táctica -que también han empleado otros músicos- que era hacer las letras de una manera que la censura no las pillara. Hacía música que parecía de Iglesia, pero lo que estaba transmitiendo en ella era un mensaje en oposición al gobierno militar de entonces.
-Hay muchos músicos que prefieren alejarse de este terreno pantanoso. ¿Acaba siendo algo positivo para dar más fuerza al resto de mensajes y no “cansar” al oyente?
-Los músicos que se dedican a hacer música más estética, o de otros estilos, no creo que hagan conscientemente eso. Pero sí es verdad que, como bien dices, puede valer para no agotar tanto a los demás y hacer que las canciones más políticas o de compromiso social sobresalgan y luzcan más. Está claro que, aun así, tiene que haber una cantidad importante de canciones bonitas que hablen de amor y estética.
-En la presentación que hace la UJI de su visita señalan que tras trabajar en la industria musical 15 años comprobó que la música era lo que menos le importaba a esta. ¿Puede sobrevivir el sector sin el amparo que toca?
-La industria se fue un poco al pique con la entrada de Internet y el auge de las descargas ilegales. Esto provocó que en muchas compañías multinacionales se hablara más de negocio que de música, pero tampoco generalizaría. Es evidente que hay una gran parte de ellas a las que le interesa más el éxito y las ventas que la propia música. Daba igual lo que se produjera, porque lo importante era ganar dinero. Pero, también hay compañías independientes con profesionales que trabajan precisamente por amor a la música.
-Ahora prepara un libro sobre música rock, heavy y proletariado. ¿Qué hay en ese atrevido cóctel?
-Bueno el libro se basa fundamentalmente en estudiar la relación entre la clase obrera, es decir el lumpen, con la delincuencia. En ese mundo de miseria y de marginación han surgido -quizá- las músicas más interesantes y más intensas del último siglo hasta hoy. Aún así no solo hay rock y heavy; hablo incluso del trap que es ahora uno de los género que más interesan a la gente joven.
"Creo que en el fondo el reggeaton es el empoderamiento de la mujer desde el sexo"
-Imagino que no escucha trap, ¿no?
-El trap tiene su contradicción. Por un lado siempre habla de dinero y drogas, que ubican a cómo está la actualidad, pero por otro lado también hablan de marcas como Nike que favorecen al sistema, aunque muchos de ellos vienen de barrios obreros.
-¿Y el reggeaton?
-Sí claro, escucho de todo.Y este género precisamente está mutando; ahora hay grupos de reggeaton incluso feminista. De hecho, creo que en el fondo el reggeaton es el empoderamiento de la mujer desde el sexo y la sensualidad. Pero es cierto que siempre ha sido muy masculino. Rosalía por ejemplo no hace reggeaton claro pero ahí está.