CASTELLÓ. Ese olor que hacen las calles de Castelló cuando se cortan los naranjos o cuando se pasea por el puerto son solo algunas de las sensaciones que nos quiere sugerir la exposición Olor a Castellón. Siempre se nos ha dicho que el arte es una experiencia para ser vista, pero nada más lejos de la realidad, el arte puede ser sentido de muchas otras formas. Primero entró en acción el oído y más tarde el olfato. Y la mezcla de todas estas experiencias es la que ahora teje la nueva muestra de la Fundación Caixa Castelló.
"La gente tiene que venir a verla con otra mentalidad. Sí, porque estamos educados visualmente y lo que estamos proponiendo es sentir el arte a través de su olor", explica Cristina Agàpito, comisaria de la muestra junto a Pilar Dolz. La profesional defiende además que el olor, frente a otros sentidos, nos permite llegar muy rápidamente a algún recuerdo. Por eso, insiste en que además esta es una manera muy atractiva de acercarse por primera vez al arte contemporáneo. "A través de la exposición buscaremos en nuestra memoria elementos que puede ser no recordamos y que al olernos llegaremos a ellos. Esta es pues una exposición para venir sin prejuicios, porque ya no vale decir eso de no entiendo el arte. No hace falta entenderlo. Precisamente lo que queremos es que la gente se deje llevar por el olor, los colores y las sensaciones propias y personales".
Olor a Castellón surge de la colección de obras que Ernesto Ventós creó basándose en su memoria olfativa. Todas las obras que el catalán compró a lo largo de su vida era porque le despertaban el sentido del olfato. Antes de fallecer, el coleccionista explicó que este interés particular por el arte le vino, no solo por su empresa familiar -una perfumería- sino también por necesidad personal. "Al quedarme sordo desde muy niño y al nacer encima del almacén de esencias del negocio de mi padre, mi recuerdo es estar oliendo constantemente. El sentido olfativo me guiaba sin ser consciente de ello".
Desde este planteamiento surge la colección olorVISUAL, que para conectar todavía más con la ciudad ha adaptado su contenido a esos olores que pueden recordar a Castelló, y no a Barcelona como es el caso. "Hay muchos artistas de Castelló que podían participar en la muestra, pero aquí el debate era cuáles son los olores que definen la ciudad. Para nosotros, lo han sido el cáñamo, el arroz, el algarrobo, los naranjos y el mar. A través de estos cinco elementos hemos estructurado la exposición que se divide en sus respectivos compartimentos para definir muy bien los diferentes olores", detalla Alfredo Llopico, gestor cultural de la Fundació Caixa Castelló.
Por su parte, Cristina Agàpito cree que si hay algo que se hace saber entre tanto recuerdo es que Castelló siempre ha sido una ciudad "luchadora". "Ha habido muchas trabas que ha sabido superar y aquí, de alguna manera, lo contamos. Como por ejemplo, que tuvieron que ganar muchas marjales para poder cultivar", relata la comisaria, quien asegura que "con Barcelona compartimos el Mediterráneo, pero ha sido necesario profundizar mucho más en la historia de la ciudad".
A partir de aquí, es evidente que la experiencia que propone el espacio cultural es bien distinta a la que habitualmente proponen los museos. Siguiendo la obra de diferentes artistas locales, nacionales e internacionales se pone a punto nuestro tercer sentido, que siempre irá acompañado del estímulo visual. Así, la importancia del cáñamo se verá plasmada en el color verdoso de las obras Jus Jutmans o de Berta Cáccamo; también en el amarillo de José María Guerrero Medina, pero será en las piezas de Lawrence Carrol, Jürgen Parteheimer, Laura Lio, Mark Hagen, Fabian Marcaccio y Daniel Verbis cuando los campos irán adquiriendo todo su aspecto.
En cuanto a los algarrobos, se pueden ver los árboles verdes en terreno seco a través de las obras de Juan Bufill, Santi Moix, Lluís León, Manolo Paz, Millar Lagos. Troncos retorcidos y raíces profundas se representan en las piezas de Albert Miralta, Pele Torres, Antonio Saura, mientras que en las obras de José María Guijarro y Xavi Puente podemos captar la madera que se vuelve cada vez más robusta con el paso de los años. Todo esto se completa con el olor, entre dulce y áspero, que se percibe cuando estamos rodeados de los algarrobos que evocan las obras de Antonio Girbés y Emanuel Seitz.
Con todo, uno de los olores que no podían fallar en Castelló es, como buena tierra valenciana, el de la naranja. Las piezas de Toño Barreiro, Charo Pradas, David Ymbernon, Alfredo Alvarez Plágaro, Equipo 57, Mayte Vieta, Aurèlia Muñoz y Miroslaw Balka, Juan Diego Miguel y Antonio Ballester Moreno nos acercarán a su acidez y también a su dulzor. Así pues, los arrozales de la ciudad también se podrán oler con las creaciones de Bosco Sodi, Günter Förg, Ellen Kooi, Antoni Muntades, Pedro Cabrita Reis, Joan Cortés y Pavel Büchler. Finalmente, Hugo Fontela, Joan-Josep Taharrats, Paloma Navares nos llevarán directamente hasta el mar y el Grau de Castelló. Unas aguas que se transforman dentro del puerto, se ensucian y pierden su olor original. Hasta este momento nos llevarán Luis Gordillo, Jordi Alcaraz, Vicent Carda y Herbert Hama.