CASTELLÓ. Durante mucho tiempo las mujeres y niñas negras trataron de adaptarse al canon estético occidental alisándose el pelo. Todavía ocurre hoy, pero gracias al movimiento black power, que en los años 60 luchó por los derechos de las afroamericanas y protestó contra la discriminación racial, son hoy cada vez más las mujeres que lucen con orgullo su pelo afro al natural. Para estas mujeres, la importancia de defender quien eran -desde su pelo, sus rasgos o como vestían- fue parte crucial en el movimiento contracultural que desencadenaron. Por eso, la moda no solo les ayudó a dejar atrás el complejo, sino también a enfrentarse a los valores imperantes de su tiempo.
"La moda a veces es muy superficial, pero más allá de esto también tiene una parte muy profunda. Ayudó en muchos casos a grupos minoritarios a romper con lo popular y con lo mainstream. Grupos especialmente jóvenes que se sentían diferentes y a los que esta les ayudó a definirse y a romper con lo que les habían impuesto", señala Laura Castelló. La ilustradora castellonense acaba de publicar, en esta línea, una novela gráfica que hace un repaso por los principales movimientos que rompieron con los estereotipos femeninos. Luchas y reivindicaciones sociales que cambiaron la forma de pensar de generaciones posteriores. En Vestidas para la revolución la dibujante utiliza la moda como hilo conductor para hablar de los mayores movimientos contraculturales de la historia.
"Quería juntar dos conceptos: las revoluciones juveniles y los cambios históricos a nivel cultural y social con los cambios en la moda, porque me parece interesante que cada corriente tuviera una estética muy concreta". En su libro, la artista traza un recorrido desde 1800 hasta la actualidad, en el que se detiene en corrientes tan importante como el de las garçonnes. Aquellas mujeres que, tras la Primera Guerra Mundial, quisieron adoptar una figura andrógina para rebelarse contra el concepto de feminidad que tanto se les había impuesto. Su estilo se mezclaba entre lo que socialmente se consideraba como 'femenino' y 'masculino', al llevar pelos cortos, trajes y corbata, pero a su vez, collares, guantes y bolsos. Una moda genderless que fue acompañada de una lucha por la libertad sexual.
"La moda es política, porque todo es política. Desde dónde compramos hasta en qué decidimos invertir nuestro dinero. A lo largo de la historia las mujeres hemos desafiado normas y reafirmado nuestra independencia a través de la estética", recalca la ilustradora, que, además de este, retrata otros movimientos. "Las flapper vivían de fiesta en fiesta, fumaban, bebían y se drogaban sin miramientos. Eran promiscuas y mantenían relaciones sexuales sin ataduras. Bailaban jazz como posesas y asistían a petting parties. Los locos años 20 surgen después de una época de escasez, guerra y oscuridad", y esta, como recuerda Castelló, fue su respuesta. Un desafío a lo que era considerado socialmente como correcto que se completó con un nuevo estilo de vida en el que las mujeres se deshicieron -entre otros- del opresor corsé. "Llevar ropa más suelta fue una manera de liberarse de muchas nomas".
La vestimenta otorgó a la mujer durante mucho tiempo un papel secundario en la sociedad. Eran decorado y tenían que lucir una silueta muy concreta. Por eso, cuando de pronto aparecieron movimientos como el de los bloomers, que se armaron de audacia para ponerse por primera vez un pantalón, esto ayudó a que se cuestionaran como nunca antes los roles de género, lo que fue visto como una amenaza para el orden establecido. "Hubo mucha burla hacia las feministas de la época. Tanto que como temían que se asociara su discurso a ello dejaron de llevarlos durante un tiempo. Pero pronto terminaron por aceptarse", señala la ilustradora.
Con todo, Vestidas para la revolución le ha supuesto a Castelló más de dos años de trabajo, en parte por la ardua tarea de investigar sobre un tema que está tan fragmentado. "Cuanto más tiraba de un hilo más cosas me aparecían. Al final debía parar porque no podía investigar sobre todo lo que me llegaba", afirma la autora. La castellonense, que no tenía ninguna relación previa con la moda, ha trazado en definitiva una novela gráfica que ayuda a acercarse a esta desde una vertiente completamente diferente. Como dice, la moda lo salpicó y lo salpica todo. Por eso, ayuda a entender movimientos contraculturales, tanto antiguos como actuales. En su libro, la pintora se detiene, de hecho, en la moda genderless que define la época actual. Una época en la que se busca una moda que no diferencie entre géneros ni entre personas.